XVI (D i e c i s é i s)

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 —Jimin, ¿estás dormido?

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—Jimin, ¿estás dormido?


No, no lo estaba. Vuelto de espaldas a la puerta, tapado hasta el cuello dentro de su cama, permanecía en silencio con los ojos abiertos y fijos al frente, aunque la habitación estuviera en total oscuridad.


No había enfrentado a Hwi Hyang. Se había armado con su mejor cara de indiferencia, y con toda naturalidad, se había unido al grupo de abogados en la sala. Para cuando terminaron de discutir las cuestiones legales ya era de noche, pero excusándose por un supuesto intenso dolor de cabeza había logrado zafar de la cena. Ahora, sin embargo, no parecía que fuera a librarse de su entrenadora.

La puerta chirrió al abrirse, iluminando momentáneamente el cuarto, e hizo un ruido luego al cerrarse, volviendo a sumir todo en las tinieblas. Los pasos no se escucharon, amortiguados por la alfombra, pero Jimin permaneció inmóvil, atento a cualquier movimiento a sus espaldas, convencido de que no lo había dejado solo.

Y no se equivocaba. Unos dedos rozaron suavemente su cabello, despejándole el rostro, y a continuación un cuerpo frío se escurrió dentro de su cama, abrazándolo por detrás, estremeciéndose al contacto con su calor.


—¿Duermes? —volvió a preguntar la voz.


—¿Contigo congelándome la espalda? —preguntó a su vez Jimin, incapaz de disimular su mal humor, pero una risa susurrante resonó en su oído, mientras unos labios yertos le besaban el cuello.


—Lo siento, hace un frío del demonio. Pero tú estás tan calentito... —Más besos y los brazos que lo atrapaban se cerraron con fuerza en torno a su cintura—. Mmmm, hueles delicioso...


Jimin no respondió, ni siquiera cambió de postura. Hwi Hyang se movió a sus espaldas pegándose cada vez más a su cuerpo, y aunque él no hacía nada para corresponderle, eso no parecía importarle. Su respiración cada vez más agitada, los besos rápidos y húmedos delataban su excitación.


—Hace frío, pero tú eres capaz de calentar un cadáver —sonrió, metiendo su mano en la delicada depresión que forma la pelvis sobre la ingle—. Uff... aquí sí que estás caliente —susurró sensualmente mientras profundizaba su caricia— ¿no me dejarías calentar mis orejitas entre tus piernas? Mmh, pienso que "esto" además de caricias se merece unos ricos besos...


De los labios del morocho escapó un suspiro de impaciencia.


—Si te comportas como un buen niño te daré un regalo...


—Hwi Hyang, ahórrate el preámbulo y haz lo que viniste a hacer.


Lee detuvo su mano donde estaba, sin quitarla ni avanzar un centímetro más.


—¿Qué te sucede? —preguntó, molesta por el trato que estaba recibiendo.


—Di de una vez qué es lo que quieres, hagámoslo y listo. ¿Te pongo en cuatro? ¿Te amarro y me pongo sobre ti? ¿O prefieres que te ate y te haga sexo oral? Tú eliges, como siempre.


Sangre sobre el Hielo /  Jimin [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora