Capitulo 5: Increíblemente irritante

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Amaba este tipo de sitios, donde el aire que se respira es puro y los únicos sonidos que se escuchan son los cantos de los pájaros, para mi gusto, los lugares como estos eran muchísimo más relajantes que un spa. La verdad que me encantaba estar acá, en la paz completa, observando la belleza del bosque, mirar hacia arriba y ver los altos arboles mientras varios tímidos rayos de luz atraviesan sus hojas, es una de las cosas más hermosas que existen.

 En fin, luego de caminar y deslumbrarme por tanta magnificencia de la naturaleza, fotografiando lo más que podía a cada animal que se cruzara por mi camino, decidí detenerme un momento a descansar bajo un viejo roble,  después de deambular por este inmenso bosque por casi tres largas horas, tenía el derecho de sentarme. Además tenía mucha hambre. Tome mi mochila y saque el taper con mis sándwiches y comencé a comer. No sé cuándo ni como pero me los devoré a todos en menos de diez minutos, wow, sí que estaba hambrienta. Saque mi celular para ver la hora, 12:15 pm, además me constate que no poseía señal. “Obviamente, estas en la mitad de una arboleda y tu suponías tener señal” me hablo mi conciencia, a veces, la única compañía que tengo.

Estaba distraía, lo único que hacía era contemplar mis alrededores, la blanca nieve se acoplaba a la perfección con el verde de los árboles, la belleza en su forma más sencilla. Estuve ahí por unos minutos más hasta que decidí que era momento de continuar con la exploración.  Me apoye en el viejo árbol para pararme y me sacudí un poco, retirando nieve, polvo y alguna que otras hojas de mi pantalón. Luego tome mi mochila y di media vuelta para seguir en mi camino.

—Oye!

Esa voz, me era conocida de algún lugar, estaba segura que la había escuchado antes, pero, quien? Solo había una forma de averiguarlo. Gire sobre mis talones y al ver a la persona, quede atónita. Era él? Podía serlo? Todas esas preguntas me rondaban la cabeza cuando vi parado en frente mío, a ese chico, el muchacho de los sueños.

—Tú? –Dije en un susurro, el cual no sé cómo, él logro escuchar.

—Que dijiste?

—No, nada. –“Pero cómo es posible que me hayas escuchado?” pensé.

—Está bien, quien seas, pero ahora explícame, que estás haciendo aquí? Esta parte del bosque es restringida, o no lo sabias? –Sentenció con enojo y con el tono más seco que escuche en mi vida. Que poco cortés.  

—Quien seas? –Le dije frunciendo el ceño. —Tengo un nombre por si no lo sabías.

—Eso es muy obvio niña, el problema es que no lo sé ya que jamás te había visto.

—Pero si tú,...–Hice una pausa y proseguí. –No me recuerdas?

—Recordarte? De dónde? –Hizo una mueca, como si no entendiera nada. —Nos conocemos?

—No, olvídalo, me estoy volviendo loca.

—Como sea, no puedes estar aquí, acaso no viste el letrero?

—Letrero? Cuál letrero?

Comenzó a caminar dirigiéndose hasta un pino con un cartel lleno de nieve. Paso su mano para limpiarlo y luego se dio vuelta para mirarme: “Área restringida, NO PASAR”.

—Éste.

—Oh, a eso te refieres. Bueno, tendrías que encargarte de limpiar tus “cartelitos” porque pasan inadvertidos. –Me defendí con una sonrisa, lo estaba haciendo enfadar, y en cierto punto me gustaba. —Que miras? –pregunté un tanto curiosa, ya que se había quedado viéndome por unos segundos sin decir una palabra, achinando levemente los ojos, como si se estuviera preguntando algo en sus adentros. Hasta que por fin se atrevió a hablar.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2014 ⏰

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