• touches •

937 51 50
                                    

Estaban sentados en el sillón de aquella sala de hotel, nada fuera de lo común.

El jóven ecuatoriano vagaba por internet. De seguro estaría viendo si le daría un like o le contestaría un DM a una de sus muchas fans.

Pero exactamente era eso, no era solo Christopher, estaban todos metidos en sus celulares, no había sentido en que siguieran allí.

Siguió deslizando su dedo por la pantalla touch, hasta que se encontró una gran sorpresa.

Aquella persona que tanto odiaba y más aún si se trataba con su novio. Una foto de Gwen y Zabdiel.

Lo primero que sintió fue su pecho expandirse, respiraba frenéticamente y temblaba como nunca lo había hecho. Un nudo se había formado en su garganta, se le dificultaba respirar y le empezaron a picar sus bellos ojitos color miel.

Sin querer hacerlo, un sollozo viajó desde su larínge hacia el exterior, haciendo que todos voltearan preocupados, demasiado, diría yo.

-Amor, ¿Qué pasa? -dijo un preocupado Zabdiel acariciando la mejilla de Christopher, esta ya estaba cubierta de lágrimas. De un solo tirón apartó la mano del rizado con rabia, quizá un poco de rencor.

-Amor nada -lo dijo tan frío, que no hubiera llegado a parecer que es él. A pasos apresurados fue hasta su habitación, para desahogarse.

Cuando llegó a la habitación abrió la puerta con la tarjeta que le habían entregado, para después cerrarla con fuerza. Nunca había pegado un portazo tan fuerte.

Con rabia, tiró todos los almohadones y sábanas, tiraba las cosas, pero sin llegar a romper nada.

Después de un rato, las sillas, sábanas y almohadas estaban repartidas por toda la habitación. Suspiró, pero al instante recordó que...

compartía su habitación con Zabdiel.

Rápidamente sacó una silla del revoltijo que él mismo había formado, trabando la puerta para que el rizado no lograra entrar.

Después de colocar la silla donde quería, se detuvo un momento. Derrumbándose poco a poco se tiró al suelo largándose a llorar, odiaba que le hiciera eso, lo odiaba.

-Chris... Bebé, yo te lo puedo explicar -la voz del puertorriqueño era amortiguada por la puerta que los separaba.

-Nada. Te dije que no quiero que me dirijas más la palabra, creo que todo llego hasta aquí. De verdad, lo siento mucho por los dos, Zabdiel. Tu sabías que yo soy inseguro, que me cuesta confiar en la gente, y vas y me engañas con otra mujer, sabías que yo no le tenía buena espina y aún así insistes con clavar la aguja en donde no se debe -en ese momento oyó como alguien al otro lado de la puerta empezaba a golpear la puerta de forma sonora, escuchando sus sollozos, le dolía, pero Zabdiel sabía perfectamente cuanto daño le habían hecho en el pasado, no se valía.

-Pe-pequeño... Por fav-vor, déjame explicarte... -dijo ya casi rendido-. No es como tu c-crees...

-Solo te dejaré explicarme si me prometes solo tres cosas -dijo el castaño, Zabdiel solo asintió a pesar de que estuviera al otro lado de la puerta-. Uno, prométeme que nunca volverás a hacerlo. Dos, prométeme que nunca más pelearemos así, lo odio y lo sabes y tres, no quiero que nunca más tenga que pedirte explicaciones, y que si salgo de acá, y me dices otra cosa que me decepcionará, no voy a saber si CNCO durará mucho tiempo más -dijo, Zabdiel solo sonrió, le explicaría y estaba felíz por eso.

El castaño se paró del suelo ayudandose con sus manos, retiró la silla de la puerta, y Zabdiel entró rapidamente en la habitación abrazando fuertemente a Christopher haciendolo retroceder unos pasos más.

감동 ✧ touches » chrisdiel ─o.s─Donde viven las historias. Descúbrelo ahora