Otra mañana se abría paso por la ventana, lentamente Mario se despertó y observó el día por aquella ventana, luego miró a su mujer que dormí plácidamente a su lado, suspiró profundamente al ver esa escena tan relajante. Siella supiese con qué se había excitado el día enterior, si solo se lo imaginase...
Se levantó sin hacer ruido como de costumbre y caminó hasta la habitación de las niñas, dormían como dos angelitos. Amaia descansaba abrazada a su osito de peluche al cual había llamado ''Dobby'' pues ella era muy fan de la saga de Harry Potter, sonrió al recordar com había llorado con la muerte de aquel pintoresco elfo doméstico. Por el contrario Marina dormía abrazada al perro de la casa, Noah, un perro de raza dálmata que habían rescatado de la protectora de animales y que se había ganado el corazón de la casa entera en menos de un minuto.
Unos minutos después de observar a las niñas las despierta , esta vez no tenía el desayuno preparado, pero eso no importaba, a los tres les gustaba hacer el desayuno juntos, a las niñas les resultaba incluso divertido.
-Arriba pequeñas, un fantástico día de aprendizaje les espera.- Dijo con voz autoritaria, más de lo norml pero sin perder esa tonalidad dulce que guardaba siempre para ellas.-
Su mañana era monótona, así que hizo lo mismo de siempre, llevó el desayuno a su mujer y dos horas después salió de la casa para llevar las niñas al colegio y tomar carretera hasta el edificio de la empresa, aparcó en el parking de la empresa y comenzó su jornada laboral, le habían ofrecido ir a varias fiestas y en situaciones de una mente ordenada si hubiese aceptado pero para su noche tenía planes mejores.
Al salir del trabajo recogió a las niñas de clases de violín, tras recogerlas iban hacia la casa con ganas de
comer y dormir. Aparcó en el garaje y apagó el motor, acto seguido bajó del coche, abrió la puerta y observó a sus hijas dormir pacíficamente acurrucadas la una con la otra, esa una imagen que lograba calmar a cualquier persona.
Al despertarlas con muchísimo pesar caminaron hasta la entrada de la casa; el sacó unas llaves donde un llavero con la foto de su familia hacía acto de presencia, tras cenar mandó a las niñas a ducharse, lavarse los dientes y luego a la cama. Ese era el momento donde su mujer y él solían beber un vinito, meterse en la bañera y hacer el amor antes de dormir, pero ese momento nunca llegó, su libidez estaba baja o su mujer ya no era suficiente para lograr excitarle.
Susana : Mario... ¿Tú me sigues queriendo? - Su tono era asustado , lo cierto es que incluso temblaba.
Mario : Claro que te quiero cariño, solo que estoy bastante cansado, desearía irme directamente a dormir pero no puedo; tengo que revisar los planos del nuevo edificio... Mañana te recompensaré, mañana es Sábado y tengo el día libre. - Su mujer asiente de manera dócil, retirándose al cuarto; algo tan simple como la negación del acto marita le había dejado hundida.
Al ver a su mujer irse suspira y camina hacia su despacho , al llegar abre el portatil y juguetea unos minutos con el buscador de google. Sabía que lo que quería buscar era armas y droga. A demás de que tenía una necesidad imperiosa de entrar en la web profunda; normalmente llamada ''Deep web.'' pero se dió cuenta de algo y es que lo mejor era hacerlo con un portátil comprado en metálico para no ser detectado, también sabía que por si acaso el mejor lugar para hacerlo era en un lugar público; algo así como una cafetería. El problema de esa idea es que era un tópico muy utilizado en series de crimen.
Se fué a la cama rumiando el lugar perfecto y también creando un magnífico plan, se metería en la deep web con un portatil nuevo y en la biblioteca municipal...
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Los ocho niveles de locura.
Mystery / ThrillerMario Navales es un chico que siempre lo ha tenido todo; una familia unida, un trabajo como arquitecto altamente remunerado, una esposa hermosa e inteligente y dos hijas que son el motor de su vida. Un día vive algo que muchos podrían llamar traumá...