Parte Única.

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Después de intentar conciliar el sueño por horas, Namjoon por fin había encontrado paz y tranquilidad en el mundo onírico. Disfrutando de la dulce melodía entonada por cada lágrima que el cielo vertía sobre la ciudad se dejó arrastrar a la oscuridad de su mente flotando en el mundo de los sueños.

Un ruido ensordecedor le hizo abrir los ojos de golpe, provocando que un escalofrío recorriera lentamente toda su columna vertebral, abrió los ojos de golpe sólo para ver la habitación iluminarse brevemente en un tono ligeramente azulado provocado por el relámpago que acababa de rasgar el cielo.

Una fina y fría capa de sudor cubría por completo su frente, perlando de forma sutil su tersa piel. Su corazón latía fuertemente golpeando sin piedad contra su pecho, como si intentara escapar de su cuerpo, dispuesto a huir y nunca más volver.

El clima era helado y el moreno lo sentía penetrar hasta la última fibra de sus huesos, calando fieramente como miles de pequeñas agujas clavándose por toda su estructura ósea.

Ni siquiera había podido notar cuándo comenzó a temblar, y no podía detenerlo. Era inevitable hacerlo y no sabía si era por el aire helado que se colaba por las ranuras de la ventana o por el repentino susto causado por aquel relámpago que atravesó el triste y oscuro cielo.

Todo permanecía en casi absoluto silencio, pudiendo escuchar solamente el constante golpeteo de las gruesas gotas estrellarse sobre el frío cristal de la ventana y el duro asfalto de la solitaria calle en el exterior.

Namjoon suspiró pesadamente, tratando de calmar un poco su nerviosa alma. Jaló torpemente el borde de su gruesa manta para intentar cubrir mejor su cuerpo y así conservar el poco calor corporal que aún mantenía.

Pero se detuvo completamente cuando lo vio...

Una silueta permanecía en las sombras, oculta bajo ese manto oscuro propio del anochecer, inmóvil en una esquina de la habitación, expectante a cada uno de los movimientos que el moreno realizaba.

Nam evitó parpadear y dejó sus ojos puestos en el mismo lugar, con el alma a punto de salir por sus labios al sentir la potente mirada del contrario fija en él, porque aunque no pudiera verle el rostro, sabía que esa silueta también lo estaba observando.

Lentamente y con su corazón a punto de detenerse, se incorporó poco a poco en su lugar respirando con dificultad y sintiendo el estómago hacerse un revoltijo en su interior. Juntando todo el valor posible, jaló tanto aire como sus aterrados y congelados pulmones lo permitieran, para por fin poder emitir un sonido con sus adormecidas cuerdas vocales...

— ¿Q-quién eres?! — Susurró débilmente.

Su voz había salido forzada, sonando ronca y quebrada, pero estaba seguro de que él pudo escucharlo claramente, pues al oír su temerosa voz, pareció moverse sólo un poco. Un movimiento pequeño y demasiado rápido que pudo pasar desapercibido si no fuera porque el moreno no despegaba su mirada de aquella misteriosa figura.

Namjoon ni siquiera quería parpadear, importandole poco el ardor en sus orbes al irritarse por falta de humectación.

Las humedad comenzaba a acumularse en sus bordes al sentir el aire helado expandirse por sus globos descaradamente.

Kim esperó temeroso por una respuesta, pues esa pregunta rondaba su cabeza desde hace semanas. Desde aquel día en el que lo vio de reojo en el reflejo del enorme espejo en su pared, él se había esfumado en menos de un segundo, bastó sólo el girar la cabeza hacia atrás para que Namjoon notara que ya no había nadie en el sitio donde antes creyó ver a esa persona.

Y había tenido sólo dos explicaciones para ello arremolinándose en su mente por horas.

La primera, en la cual se justificaba con que eso sólo había sido producto de su imaginación debido al estrés que estaba viviendo y que poco a poco le enloquecía un poco más. Su mente jugando una broma al hacerle alucinar a un atractivo y joven hombre mirarlo fijamente dentro de su propia casa...

Ange Gardien (VMon/TaeNam) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora