Capítulo 5

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Todavía no reaccionaba, yo esperaba a que el empezara. Respiró hondo y comenzó a hablar

- No es fácil empezar y no tengo muy claro cómo, la verdad – soltando una risa nerviosa, volvió a respirar hondo y siguió – creo que ya lo sospechabas, pero no llegue a vos por casualidad, ni a vos ni a Martina – efectivamente eso ya lo sospechaba – trabajé en ese kiosco solo el tiempo que estuviste en el hospital y entré a la escuela con papeles falsos, pero tengo mis razones, necesitaba – se aclaró la garganta – necesito saber de tu accidente. Yo tengo 24 años en realidad, no 19 como todos piensan y como les hice creer en la escuela, que ya la termine en realidad pero necesitaba acercarme a ese ámbito. Yo sé de alguien que iba con vos en el auto – sentí que había dejado de respirar – mi hermano

Yo procesaba de a poco lo que me iba diciendo, Marcos era más grande de lo que había dicho y tenía un hermano que yo conocía, o por lo menos hace seis meses. Mi boca de repente estaba seca, no me salían las palabras, ni siquiera sabía que decir, pero el continuó

- Yo tengo un hermano menor, que se fue de mi casa hace un año más o menos, capaz más y vino para acá, le perdí el rastro hace un poco más de tres meses, lo último que supe es que estaba rehaciendo su vida acá, ahora no sé dónde está, hace poco descubrí que estuvo en el mismo auto donde vos tuviste el accidente. Yo vine acá para saber dónde está, que le paso y si es que está bien. Se llama Rodrigo

Sentí que mi corazón se paraba, que me faltaba el aire, que me caía y Marcos me agarro con fuerza

- ¡Sol! ¿Estás bien?

- Después del accidente – dije incorporándome – y de recuperarme, un nombre venía a mi cabeza, era el nombre que está en esta cascada – dije mirando alrededor – una noche vine y sentí que alguien estaba acá, lo escuche. Escuche sus pasos, cuando mire hacia esta piedra – dije tocando la piedra donde estábamos sentados – vi el nombre de Rodrigo grabado – me agache para señalar el nombre ahora tachado – pero cuando volví estaba así

Marcos miraba el grabado y pasaba sus dedos sobre él

- ¿Vos crees que él estaba acá cuando viniste?

- No lo sé, puede ser que sí, o puede ser otra persona, quien sabe

- Como quien me apuñalo – dijo mirándome serio

- Eso no lo entiendo, que tiene que ver eso con el accidente ¿Por qué a vos y no a mí? ¿Cómo se une todo esto? – Me senté nuevamente, poniéndome mi cabeza entre mis manos, estaba agotada. Marcos se sentó al lado mío abrazándome, acariciando mi hombro

- Vamos, voy a llevarte a tu casa, tenés que dormir – me ayudó a levantarme y a subir a la moto

Cuando llegamos se bajó conmigo y me acompañó hasta la puerta, me besó y entramos juntos

- Fede, me encontré a tu amigo en la puerta – grite suave, y Fede apareció desde la cocina, lo saludo a marcos y yo fui hacia las escaleras, mientras subía mire hacia atrás, a Marcos, me guiñó y yo me fui sonriendo a mi habitación

Me metí en la ducha, necesitaba el agua caliente cayendo sobre mí, relajando mis músculos, mi mente. Creo que estuve más de una hora metida en la ducha, ya tenía la piel de los dedos arrugada y después bajé a comer algo ya que estaba más relajada. No encontré a nadie en la casa asique supuse que mis viejos habían salido. Me prepare un sándwich y fui a comer a mi habitación. Después intente dormir, pero pensaba en los chicos, en Fede, y no podía

Rastros en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora