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La puerta fue bruscamente abierta. Ink la miró, pesnado que era aquel esqueleto que siempre venía. Pero no. Era una mujer de cabello oscuro, y con una mirada fría y que no demostraba nada, miró a Ink, este dio un pequeño salto del susto que se habia llevado.

Su semblante cambió a una sonrisa casi forzada al ver a Ink. Se acercó lentamente al menor, mientras levantaba sus manos.

—"¿Por qué tengo esta extraña sensación de salir corriendo?.."—se preguntó para sus adentros, mientras intentaba moverse. Aún estaba débil.

—¡Hijo mío! ¿Qué te pasó?—fingió preocupación, y eso Ink lo notó.

—Me dijeron que fui atropellado. Porque alguien me golpeó.—respondió seco. No quería que esa mujer estuviera ahí, tenía un mal presentimiento.

—Oh.. que pena. Pero nos tenemos que ir.—y.. ahí cambió, se acercó ya directamente a Ink y le iba a cargar, si no fuera porque el menor le detuvo.

—El doctor dijo que no podía moverme hasta que él lo diga.—le miró, y vio como el ceño "amable" de la mujer se desvaneció.

Dije. Nos tenemos que ir.




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