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Capítulo 4.2

Rene Black

Apenas he explorado esta casa, los alrededores y todo cuadra a que son una comunidad privada en la nada o, mafiosos escondiéndose de la sociedad para no ser descubiertos y llevados a prisión. Me inclino más por lo último. Todo acá es de lujos y el pequeño pueblo a unos kilómetros demuestra que son raros.

Hace un día que Kendra tuvo ese accidente tan raro que le causo la herida.

Mi corazón se comprime al recordar la sangre de su costado, pero hasta hoy nos siguen diciendo que fue "nada". Los chicos tampoco se acostumbran a pasear por la mansión como si fuera su casa, varios de los guardias que patrullan nos observan raro pero no dicen ni nos hacen nada. No desde que Alice les comento que ahora éramos residentes de la mansión del Alfa y que debían tratarnos como igual. Lo cual es rarísimo porque ellos no son de otra raza o de otra escala social tan distinguida como la realeza.

Los chicos y yo estamos en plena sala observando el numerito de la señora Kendra, como la había apodado Matthew después de escuchar el respeto con el que se dirigen a ella en esta mansión.

—Con cada minuto que las escucho hablar me convenzo más de que son extraterrestres. —Comenta el chistoso de cabellera achocolatada y larga.

—Respeto al hablar Matthew, por favor. —Dijo Damián callándolo, mismo que solo bufo y se cruzó de brazos como niño regañado.

—Deja que siga diciendo estupideces. Tal vez así lo mandan a la horca.

Rosa era la que menos humor tenía en estos momentos. Sigue teniendo rencor con todos aquí, después de todo ellos la metieron a la celda, según sus conclusiones. De hecho, todos los estamos, pero cada quien tiene su manera de manejar la situación.

En eso, antes de que Damián regañara a Rosa por su mala conducta, Alice venia entrando a la sala apurada, preocupada y desaliñada. Fue ella quien cuido de Kendra toda la noche y al parecer no agradece las atenciones que se tomó la castaña de mechas negras.

—Lamento todo esto chicos.

Descanso en el sofá más cercano que le quedo al entrar. Ha querido hacernos cambiar de opinión respecto a todo esto, sabemos que detrás de todo ese complejo plan de manipulación existe una verdad que le apena o aterra decirnos. Espero y sepa darnos esa confianza.

—¿Ella está bien?
Pregunto con la mirada perdida. Asiente. Después de ver la herida y la sangre que perdía creí que estaría en cama más de una semana, no un día y que al siguiente caminara como si nada.

—Sí, el medico dijo que no era tan profunda. —La sangre decía lo contrario—. ¿Están bien chicos? —Cambio de tema nerviosa y de manera abrupta. Ellos asienten, tratando de ignorar su actitud, igual que yo.

—¿Qué pasa con esta gente Alice? —Pregunta Rosa sin tacto—. ¿Nos metiste en una secta o algo parecido? ¿Cómo los estúpidos de los que huíamos?

Desesperada niega.
—No, no lo hice.

Sus caras son un poema. Ninguno se la cree. Los hombres en cada lugar y las armas raras que utilizan, mas ese ambiente de gánsteres no da buena espina. Alice sabe que no somos tontos, pasamos casi toda nuestra existencia metidos en cosas así, pero con temas distintos.

Alice aclara su garganta y nos ve con culpa y un poco tímida.

—Chicos, tengo algo que confesar —Nos acomodamos y ella se ve más culpable. Sus ojos se llenan de lágrimas, pero no las deja caer—. Este lugar es... diferente, es —Sus palabras se quedan atoradas, pero con esfuerzo habla—... aquí pasan cosas sobrenaturales. Las personas que viven es este pueblo... no son normales —Ninguno de nosotros entiendo esto. Sigue hablando después de un largo suspiro—. Aquí, habitan los Licántropos. Seres mitológicos que nadie cree que este vivos. La mujer que los encerró acá, se llama Kendra Drago y ella es la líder o Alfa de esta manada. Así le llaman al pueblo entre ellos.

✔ La Alfa Fría ©️ [ENBUENOVELA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora