"Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene" - José Martí
Sentir a mi madre llorar no era algo extraño para mí. Desde el instante en que fui concebido, todas sus lágrimas llevaban mi nombre. La tristeza fue, desde el día en que nací, mi único padre. La soledad fue, durante toda mi vida, mi única amiga. No entendía por qué el espejo me respondía de manera tan diferente que a los demás; en realidad, nunca entendí muchas cosas. Me enseñaron lo que era bueno y bello, también me enseñaron lo que era malo, y era claro que yo; era algo malo. En mi vida nunca supe con certeza lo que hacía, no podía distinguir una expresión de horror de una sonrisa, o una carcajada de un llanto desesperado. Aquella noche mi madre me encontró sonriendo y mirando fijamente a mi hermanito recién llegado; había dejado de llorar y ahora estaba dormido. Mi madre me susurró con voz ahogada que era mi hora de dormir. Estoy tranquilo ahora a pesar de que me cuesta un poco respirar, porque en la oscuridad puedo oírla, encima de mí, a lo lejos, y es que sentir a mi madre llorar no era algo extraño para mí.
ESTÁS LEYENDO
Historias Fugaces - Microrrelatos
Truyện NgắnCon toda humildad presento esta compilación de diversos microrrelatos. Intento que mis historias cuenten con temáticas variadas, de acuerdo a lo que la inspiración dicte, desde la escena de un crimen horrible hasta la desilusión que produce un amor...
