La come libros

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Habían sido tres años consecutivos en los que Erick y Rose habían estudiado en la misma escuela, en el mismo aula, pero jamás se habían tomado el tiempo de hablarse.

Todo cambia desde aquella noche de invierno, donde Erick venía de la casa de su amigo, y vio salir de una casa llorando a la chica que en la escuela la conocían como "la come libros". Una chica callada, reservada, y misteriosa, nunca habla con nadie más que con sus dos amigas, Amelia y Alicia.

Dicen que la curiosidad mató al gato, pero Erick no era un animal, así que decidió correr el riesgo y averiguar la razón del llanto de aquella chica.

"Ella es rara", "dicen que nunca habla de sus problemas", "por las noches va a los bares". Hablaban tantas cosas de ella en la escuela, pero Erick no quiso creer aquellos rumores que posiblemente eran falsos. Por su mente pasó la idea de que tal vez fue por problemas familiares, pues todos los hemos tenido alguna vez.

Él decidió olvidar el tema.

Pero ella gritaba desesperadamente por ayuda internamente.

Justo a mitad de año, un nuevo profesor se había hecho presente en el aula, y eso sólo significaba una cosa entre muchas; nuevos asientos.

-Hola.- saludó alegremente Erick al ver su nueva compañera de asiento; sin embargo, esta se le vio de reojo, y volvió a su lectura, como si la persona al lado de ella no existiera.

Erick decepcionado bajo la vista, al menos lo intentó, y eso era lo único que contaba.

Pero algo llamó su atención, algo que le hizo poner los pelos de punta, pero a la vez su enojo estaba a mil, y jamás lo había estado a ese punto. Cuando estaba a punto de preguntarle a Rose por aquellos moretones, la campana sonó, ella cerró su libro y salió del salón casi corriendo.

Retomó aquella "investigación" que había dejado a medias por dejarse llevar por lo que los demás decían.

Al día siguiente, luego de un estresante día de exámenes, dejó de ir a la práctica de fútbol para seguir aquella chica misteriosa, que últimamente andaba mucho en los pensamientos de Erick.

-¡Erick! Que gusto verte aquí. ¿No era tu día libre?- preguntó su compañero de trabajo desde la caja registradora.

-Sólo pasaba por aquí.- dijo buscando con la mirada a la chica que se le había perdido de vista. Caminó por toda la tienda, buscando por cada pasillo hasta que dio con ella en la sección de libros, en el piso.

Ella estaba rompiendo las reglas, pues debía comprar el libro antes de abrirlo para leerlo, pero Erick se quedó ahí, contemplando como la chica sonreía y hacía gestos con su boca a medida iba leyendo. Al cabo de una hora la chica cerró el libro y lo dejó en el estante, y caminó hacia la salida como si nada hubiera pasado. A él le sorprendió que tan rápido había leído ese libro de cien páginas, él no lo hubiera terminado ni en un año.

La siguió hasta su casa, y detrás de un árbol se escondió. Al cabo de media hora esperando, decidió irse ya que parecía un acosador.

"Tal vez ella sólo lloraba por algún libro que leyó, nada para preocuparse", pensó.

Erick venía de una familia adinerada, pero él no quería que nadie lo supiera. Se consiguió un trabajo de medio tiempo y empezó a estudiar en una escuela pública, aunque su familia se opusieran al principio. Él quería ser de todo, menos ser un mantenido por sus padres, aunque estos no le iban a negar alguna ayuda, pues Erick era su único hijo, ellos respetaban la decisión de su hijo.

Regresó a su casa con un mar de preguntas. No sabía qué le pasaba y porqué él trataba de ayudar a esa chica que nunca en su vida había entablado una conversación decente, pero algo en su interior le decía qué tenía que ayudarla.

La come libros (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora