t r e i n t a y d o s

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Esto será en ciertas palabras un poco de relleno, pero tenía muchas ganas de escribir algo TaeMin porque su amistad me pone bien soft que quiero llorar.






—¡Kim Taehyung, vamos a jugar!— El castaño sonrie entre sueños, escuchando aquello que le hacía sentir tan feliz los sábados por las mañanas.— ¡Kim Taehyung, vamos a jugar!— Cuando aquella suave voz se acerca un poco más a su habitación el castaño solo atina a envolverse aún más en la cobijas, porque a pesar de que sus deseos de salir a jugar todo el día estaban ahí, estaban ganando los que eran de quedarse largas horas en la comodidad de su cama entre la calidez de sus cobijas porque aquella mañana las temperaturas estaban realmente bajas. Escuchó la cerradura de su puerta y segundos después el rechinido que esta emitía siempre que era abierta con lentitud.— ¡Kim Taehyung, vamos a jugar! ¡TaeTae despierta!

— Hyung, hace mucho frío.— murmuró el castañito asomando sus almendrados ojos para observar el tierno puchero de Jimin, sus abultados y rosados labios junto con sus regordetas mejillas que siempre tenían un hermoso rubor en ellas.

— Pero Tae, son los últimos días de nieve, por favor.

—ChimChim, ven, mejor vamos a dormir, prometo que la próxima nevada vamos a jugar mucho.

Había algo que le preocupaba mucho a Jimin los últimos días, no solo le preocupaba, sino también le asustaba mucho lo que podía ocurrir durante aquel año o en los próximos meses. Hacia cuatro años que su familia se habían trasladado hasta ahí por un aumento de su padre, aunque en un inicio estaba bastante triste aquella semana de mudanza conoció al que ahora llamaba su mejor amigo y que desde hace dos años estaba un poco más alto que él.

Había escuchado discutir a sus papás sobre regresar a Busan definitivamente. Quería llorar en cuanto escuchó aquello, no podía pelear y símplemente quedarse ahí sin sus padres o su hermano, así que al final si se iban estaría demasiado triste. Taehyung solo lo tenía a él, no tenía muchos amigos a pesar de que el menor se llevaba bien con todos sus compañeros a excepción de Jungkook y él sabía, él realmente veía que Taehyung extrañaba bastante a Jungkook pero era tan terco que no haría la paces con el pelinegro hasta que se vieran obligados a hablar.

Estaba preocupado el como Taehyung llevaría todo. Su mejor amigo era algo torpe, si bien él no era el más genial del mundo y llevaba una agradable relación con el piso que siempre quería abrazarlo. Taehyung era torpe y distraído, solía golpearse por accidente y Jimin siempre estaba ahí para evitar que Taehyung se golpeara contra algún cristar o algún poste solo porque había visto un adorable cachorro, o recordarle que había olvidado atar de nuevo sus agujetas, ¿y si iban a algún viaje escolar y dejaban atrás a Taehyung por que este se puso a jugar con algo?

Si había alguien que debía proteger a su mejor amigo era él, porque si Taehyung lloraba ahí estaría él para ayudarlo a limpiar sus lágrimas, abrazarlo hasta que parara y decirle que todo estaría bien porque eran el equipo dinamita.


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Taehyung se acercó con una enorme sonrisa a la puerta de los Park, bastante feliz. El fin de semana entero lo pasó con sus abuelos en el campo, así que no pudo celebrar el decimo cumpleaños de su mejor amigo. Llevaba dulces, un pequeño pastel que sus padres le compraron y su regalo. Había dedicado horas de su fin de semana para terminarlo, así que esperaba de todo corazón que Jimin le gustará su regalo. Cuando estaba a punto de tocar el timbre, la puerta principal se abrió, dejándole ver a la madre de Jimin, con un aspecto bastante extraño para la mujer rebosante de alegría que era. Tenía los ojos rojos e hinchados, sus mejillas sucias con el maquillaje arruinado, arrastraba consigo una maleta y un bolso grande.

c h e r r y    l i p s  [kth + jjk] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora