Caballitos de mar blancos,
nadando por la inmensidad
del cielo del medio día.
Deformándose, tomando otro aspecto.
Pasando a ser serpientes, delfines,
jirafas, perros, gatos, tigres…
y tú.
Tu figura la encuentro siempre,
llenándome la conciencia,
burlándose de mi lógica,
bailando sobre mi razón.
Sosteniendo como un trofeo
mi absurda memoria,
invicta en recordarte
y cobarde en olvidarte,
Corazón.