3.- Emboscada al refugio

11 3 0
                                    

Un fuerte ruido nos despertó a mi y a Críalobos, al tiempo su jauría ladraba incesantemente indicando posibles problemas.

- ¡Acá hay algunos! - dijo una voz de afuera y seguido a eso se oyó otro fuerte golpe que arrasó con uno de los muros del refugio.

De inmediato y preocupados por nuestra seguridad, nos levantamos y salimos raudos a hacer frente a los intrusos, las sospechas no podían ser otras, Caballeros Raptores.

Camino al encuentro, tomé mi arco y cogí el carcaj con las flechas. Estaba nervioso, pero me preparé mentalmente para una posible batalla. En las afueras nos esperaba un grupo de cinco soldados que no tenían intención de hacer preguntas

- Mantén distancia Ojo azul, ¡me encargaré de estos imbéciles! - Señaló Críalobos valientemente
- No lo permitiré, te ayudaré Críalobos - dije armándome de valor al tiempo que trataba de agarrarlo para que no fuera solo, pero fue en vano.

En cuanto aparecimos en escena, uno de los soldados empezó a correr en dirección a Críalobos, el hombre saltó y atacó con su espada desde el aire, en tanto el fornido elfo detuvo la hoja de la espada con manos dando un certero aplauso. Sin mayor esfuerzo levantó al hombrecillo quién se negaba a soltar la espada y lo sacudió en el aire y luego lo arrojó al piso para terminar aplastándolo con sus pies. El soldado no se levantó después de ese ataque.

Los humanos frente a nosotros se mostraban temerosos, pero no dieron pie atrás, uno de ellos sacó un libro y empezó a recitar un hechizo

- "Ignus arcana" - Dijo el arcanista apuntando con su brazo hacia mí.
- ¡Atento Ojo azul, es un hechizo de fuego! - me advirtió Críalobos.

El libro se mantuvo en el aire abierto y flotando, de sus paginas salió una llamarada que se dirigía hacia mi, el miedo me dominó y me mantuvo inmovilizado, uno de los lobos por suerte me embistió salvándome del ataque incendiario.

- ¡Estuvo cerca!- dije mientras miraba el sitio de impacto en el suelo, la tierra calcinada brillaba por las brazas del potente hechizo.

Apunté con mi arco al libro que seguía escupiendo llamaradas y le disparé una flecha, el tiro fue certero e hizo que se quemara el códice del mago.

Al perder la fuente de su poder, el arcanista quedó a merced de los lobos que rápidamente se abalanzaron sobre él, reduciéndolo en cuestión de segundos, las mordidas eran letales, dirigidas al cuello y zonas vitales. En cuestión de segundos la jauría mató al desafortunado enemigo.

Íbamos ganando, pero aún quedaban tres soldados más que se veían bastante más fuertes que los demás. Críalobos se veía inquieto frente a estos individuos y parte de su inseguridad me fue transmitida.

- Ojo azul, no puedo enfrentarme a ellos, son demasiado fuertes, hay altas probabilidades de que muramos aquí... - dijo Críalobos con mucha preocupación.

Recordé el regalo que me había hecho el anciano que había ayudado hace poco en el camino, Barbagris. Saqué de mi bolsa la piedra, abrí el papel y leí lo que decía.

- "Gallad brelimir duterum" - Eran las palabras marcadas en la hoja

Apenas pronuncié el conjuro, la piedra se calentó en mis manos y la solté, el artefacto cayó al piso y empezó a brillar emitiendo un destello que nos cegó a todos por igual, elfos y humanos. Y tal como lo había prometido, ahí estaba el viejo Barbagris. El anciano apareció ante los atónitos ojos de todos los espectadores.

- Te tardaste en llamarme... - Dijo Barbagris - y vaya problema en el que me has metido - continuó hablando tras ver a los hombres que se preparaban para tomar la iniciativa esta vez.-

Uno de los caballeros raptores se quitó el casco dejando ver su blanca cabellera y le habló al recién llegado hechicero

- ¡Pero qué pequeño es el mundo Barbagris!
- Pero si eres tú, Dragón Negro, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos enfrentamos?- dijo Barbagris en tono desafiante
- Parece que has perdido parte de tu memoria anciano, fue hace 20 años, yo aún era un joven estúpido e inexperto, solo por eso pudiste vencerme aquella vez, pero ahora puedo agradecerte el haberme dejado vivo aquella ocasión, por fin podré pagarte dándote una muerte rápida. - Señaló con una voz amenazante.

Dragón Negro se veía como un hombre serio, con una mirada aguda y penetrante. Era más alto que el promedio de los hombres que había visto en Erawood y sus alrededores y su forma de hablar infundía un miedo sobrenatural en mi. Sus secuaces guardaban silencio cuando Dragón Negro hablaba, es difícil distinguir si le tienen respeto o temor. Vestía una armadura negra azabache lustrosa, con adornos dorados y el sello de la Orden de los Raptores dibujado en relieve sobre sus hombreras.

Pese a todo ello, hay que reconocer la forma admirable en que Barbagris le hace frente, sin titubear ni dar un paso atrás ante la imponente figura de Dragón Negro.

- Sigue soñando Dragón Negro y quizá algún día lo logres - Dijo Barbagris
- Hathor, Linkzer retírense e informen al jefe que le llevaré el cadáver de Barbagris esta noche. Ustedes tienen trabajo que hacer en el campamento, yo me encargaré de estos y los alcanzaré luego.
- ¡Sí señor! - dijeron a coro el par de soldados y se retiraron a pie en dirección al este.

Uno de ellos llevaba una hermosa capa roja de tela y una toga elegante que combinaba colores rojos y blancos de forma muy hermosa. En ningún momento dejó de lucir confiado, incluso cuando sus dos amigos perecieron a manos de Críalobos y su jauría. El otro hombre era un gigante, corpulento pero algo torpe, pese a su tamaño también guardaba compostura frente a Dragón Negro.

Barbagris nos mira dándonos una señal para que nos larguemos, yo me niego a abandonarlo pero me da una mirada seca al tiempo que arquea una de sus blancas cejas.

- Ojo azul, Críalobos; les ordeno que huyan en dirección al norte. Si siguen el sendero que marca la luna encontrarán a Argodamar, dense prisa que yo trataré de detener a este tipo.
En el fondo Críalobos y yo entendíamos que no había nada que pudiéramos hacer contra la imponente y amenazante presencia de Dragón negro, con el dolor en el alma no nos quedó otra alternativa que emprender la marcha rápidamente dejando a tras a Barbagris.

- Diosa Lunar, por favor protege a Barbagris. - suplico en mi mente orándole a la Diosa.

El Sendero de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora