Esto claramente se nos estaba escapando de las manos.
Sí, lo sé. No es primera vez que con mi Mangel terminábamos besándonos de esta manera.
Sí, lo sé. No es la primera vez en la que puedo sentir su miembro contra la tela de sus jeans, ni la primera en la que él puede sentir el mío contra su pierna o cadera.
Sí, lo sé. No es la primera vez en la que él termina sobre mí y ambos comenzamos a movernos como si la ropa no existiera.
Pero si era la primera vez en la que alguno de los dos se atrevía a quitar alguna prenda del otro.
Mangel se había alejado unos minutos de mi cuello —donde anteriormente estaba enterrado su rostro— y había quitado mi camiseta por sobre mi cabeza, de forma bastante torpe.
Y ahora yo imitaba su acción. Quité su camiseta de la mejor forma que pude y la mantuve entre una de mis manos al mismo que con mi mano libre lo acercaba nuevamente hasta mi rostro y unía mis labios con los de él.
—Mangel, detente —murmuré contra sus labios.
Intentaba aclarar los pensamientos en mi cabeza. Podía sentir mi miembro erecto palpitar contra la tela mi de bóxer, la sangre estaba abombada en mi cabeza —en ambas, sí— y mis oídos palpitaban sin un ritmo fijo entre palpitación y palpitación.
—¿Qué pasa? ¿Poh qué? —su ceño se frunció mientras entrecerrada sus aceitunados ojos en mi dirección.
Negué con mi cabeza, si estar ni siquiera yo seguro del porqué.
Quizá era porque estaba demasiado caliente y si no parábamos ahora, sabía como iba a terminar esto.
—Vamoh, tranquilo, Rubiuh —murmuró antes de inclinarse y comenzar a besar mi cuello, otra vez.
Está era una de las ventajas de ser el 'pasivo' de la relación.
Nope, aun no follábamos, aún. Pero habíamos dejado en claro los roles de nuestra relación desde un principio. Había tomado horas de discusión, pero una vez que Mangel encontró una foto en Internet de un chico acompañado de una descripción que decía; "Ojos verdes, cabello castaño y histérico. Seguro es el uke'', me la enseñó y luego me enseñó una foto mía. Castaño, ojos verdes y...sí, aunque no se veía en la foto era un poco histérico.
Después de convertirme en el ''pasivo'' de la relación, comencé a envidiar a las chicas. Desayunos en la cama, pequeños regalos, uno que otro cumplido de forma constante.
Una corta mordida en mi cuello me hizo sobresaltarme ligeramente, él sabía lo que hacía.
Una de sus manos vagó por mis jeans y entré en la pequeña pelea mental entre decirle que se detuviera o simplemente dejar que mi cuello disfrutara de sus labios.
Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás, dándole un campo más completo de mi cuello, y decidí por la segunda opción.
\/*\/
Mis caderas se alzaban y mi espalda se arqueaba de manera bastante...irregular, y tengo que admitir que me sentía vulnerable. Una de las manos de Mangel jugaba con uno de mis pezones mientras que sus labios se deslizaban por mi abdomen bajo y el borde del elástico de mis boxers.
Aquella era la única prenda que ambos manteníamos. La única tela que nos separaba.
Una vez que sus labios tocaron justo el borde elástico de mis boxers, alejó su mano derecha de mis pezones y comenzó a bajar mis boxers lentamente.
—Mangel... —murmuré llevando una de mis manos de forma instintiva hasta mis boxers y reteniéndolos en su lugar.
—Rubiuh... —susurró antes de depositar otro corto beso en mi abdomen bajo—. Solo relájate.