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Dio las últimas pinceladas al lienzo, después de decidir que lo terminaría al día siguiente. Lo último que faltaba era el fondo, pero era lo de menos, el hombre que acechaba sus sueños ya estaba plasmado en la pintura. 

Estaba obsesionado, era cierto. No había dejado de pintarlo porque el chico siempre estaba en su mente. No existía, pero al menos podía hacerlo un poco más real por medio de sus pinturas, estaba seguro que algún día se cansaría, no podía tener un flechazo con alguien que ni siquiera existía. 

Sin embargo, lo tenía.

Cerró las pinturas, sumergió el pincel en agua para limpiarlo y se dirigió al baño a darse una ducha. 

Si bien lo siguiente que debía hacer era comer, estaba demasiado exhausto como para ello, había pasado más de 24 horas pintando y perfeccionando la pintura, que lo único que quería hacer era dormir. Y así lo hizo.

Despertó por el canto de los pájaros del exterior, no estaba seguro de la hora y tampoco le interesaba mucho, de todos modos no tenía nada qué hacer en toda la semana.

Se sentó en la orilla de la cama, tallando sus ojos para aclarar su visión.
Se tensó cuando escuchó movimiento en el comedor y luego se escuchó que algo se caía.

Agarró el bate de béisbol que tenía a su lado en caso de que algún ladrón entrara a su casa. Nunca le había pasado, pero no estaba de más prevenir.

Abrió la puerta, silencio.

Dio un par de pasos lejos de esta, pero seguía sin escuchar nada.

Entonces lo vio. 

El bate resbaló de su mano, de repente quedándose sin fuerzas. Debía estar alucinando, o soñando, pero de ninguna forma lo que estaba viendo era real.

¿Por qué estaba el hombre de su pintura en su sala, sentado en su sofá?

 

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 Desde hace tiempo quería escribir algo así, jeje.

Probablemente tenga menos de 15 capítulos. (ᵔᴥᵔ) 

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