Capítulo 8

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Victoria

Estoy acostada en mi cama, preparándome mentalmente para hacer la tarea de la escuela; solo estoy mirando el techo, pensando en nada en particular. A veces me gusta hacer esto, quedarme quieta, mirando al vacío, en lo hermoso de la soledad. Escucho que alguien toca y abre mi puerta y me apoyo en mis codos para ver quién es. 

-¿Qué haces?

Le sonrío a mamá.- Nada, solo estoy contemplando mi existencia.

Ella entra en mi habitación con unas galletas que acaba de terminar.

-Te traje esto, para que no se te haga tan pesado hacer los deberes.- Mi mamá es un ángel.

Por lo general no es tan atenta en estas cosas, pero sé que cuando lo es, es desde el fondo de su corazón y esos pequeños detalles me hacen amarla muchísimo. Rubi irrumpe en mi habitación, ve las galletas y finge estar ofendida cruzando sus brazos.

-¿Y no hay galletas para mí?

Mi mamá le da una mirada.- Las tuyas están en la mesa.

-¿Y no hay servicio a la habitación para mí?

Mamá alza sus cejas.- Todavía no habías llegado de la universidad, Rubi ¿a quién se supone que iba a llevárselas?

Mi hermana finge pensar algo y al final entra y coge una de mis galletas de la bandeja mientras se sienta en mi cama. Yo igual me llevo una a la boca. Mamá se acomoda junto a nosotras. 

-Bueno, ya que estamos las tres, cuéntenme cómo les ha ido en la escuela y con sus amigos.

Esto es algo que mamá hace cada debido tiempo, se pone al día de la vida de mi hermana y la mía, el trabajo consume mucho de ella y casi no convivimos, aunque vivimos en la misma casa, al igual que con papá. Sin embargo, eso no impide que sigamos siendo una familia unida. Todos ponemos de nuestra parte y las cosas funcionan bastante bien.

-Pues...-añade Rubi.- No ha pasado nada emocionante, solo estoy llena de tareas y proyectos. La universidad no te da tiempo para muchas cosas.

Mamá se ríe con desgane.- Imagínate cuando empieces a trabajar.- Mi hermana arruga su nariz de una forma que me pareció muy graciosa.

Rubi es toda una belleza, y no lo digo solo porque sea mi hermana, realmente lo es, su cabello le llega hasta la cintura (se niega a cortárselo porque a ella, a diferencia de a mí, su cabello le crece demasiado lento), es lacio y negro como la consciencia de Sam. Sus ojos son color miel y sus pestañas son extremadamente largas y viradas. Pero lo que más nos diferencia físicamente, es el color de piel. Ella es un poquitín morena, mientras que mi tez es clara, sin embargo, eso no quita que ella sea incluso más atractiva que yo. Mi hermana es toda una mujer. 

Creo que está de más decir que pretendientes nunca le han faltado. Cuando estaba en la secundaria, llegaba casi todos los días con regalos de un admirador diferente. Y contrario a lo que muchos pensarían, a mi hermana nunca le gustó esa atención de los hombres hacia ella; siempre ha sido de carácter sencillo y un poco ermitaña. No tiene una mejor amiga de toda la vida como yo, tuvo un par de amigas durante la secundaria, pero al final, ambas dejaron de hablarle por alguna razón desconocida y aunque ella lo niega, yo sé que le dolió. Aún así, ella sabe que yo siempre estaré ahí para lo que necesite. 

Algo igual de gracioso, es que ella se parece a papá, mientras que yo me parezco a mamá. "Un trato justo" dijeron ellos, cuando nuestros rasgos empezaron a hacerse más notorios. 

-Tierra llamando a Vic.- Rubi me dio unos golpecitos con el puño en mi cabeza. 

-¿Qué?

-Te toca decir cómo te ha ido. ¿Algo nuevo o relevante que quieras compartir con el público?

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