Knocking on heaven's door -Pietro Maximoff/ Dante Pertuz

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Pietro despertó cuando el sol empezó a molestar sobre sus ojos así que se removió un poco notando un cuerpo al lado suyo, sonrió y se giró, esperando a encontrar á su adorado Dante a su lado, con su tersa piel blanca sólo interrumpida por las marcas que Pietro solia dejarle, su cabello castaño desordenado y su expresión tranquila.

Pero su corazón se rompió un poco al ver a Barnes, y al mismo tiempo se aceleró. No le había mentido al soldado, encerio le gustaba...

Pero Dante... los gritos de ambos el día anterior resonaron por su cabeza y tuvo que cerrar los ojos para no llorar,  habían peleado y ya no era lo mismo, antes sus peleas duraban una hora y después de eso pasaban 3 días Enredados en las sábanas, pero ahora, ahora pasaban una hora en la cama y peleaban por una semana. Pietro quería aferrarse a Dante, quería cuidarlo y mostrarle todo lo que lo amaba. Quería verlo todos los días al despertar, quería besar su suave piel todo el tiempo, quería mantener a ese chico que lo miraba con ojos soñadores y miradas dulces, a ese chico ingenuo que no sabía nada de la vida. Quería protegerlo, y evitarle todo el dolor posible, quería fundirse con el y nunca separarse. Quería ser feliz y hacerlo feliz...
Pero no pudo. No pudo hacer a Dante feliz y el chico se fue. Con los ojos llenos de lágrimas y una mueca en los labios. Pietro debió de haberlo detenido. Pero no pudo. Simplemente no pudo. Y ya no podía hacer nada. Dante, su Dante se había ido justo cuando Pietro le pidió que se quedara. Y Pietro lo había dejado marchar.

Ellos ya no tenían peleas, ya no se molestaban, todo era armonía.
Pietro creyó que nada podría cambiar nunca. No noto que sólo era la paz que hay entre una ola y otra. Y para cuando la siguiente rompió.... Pietro se rompio con ella.

Se rompió de una manera en la cual no podría recuperarse, tantos pedazos rotos, tantas partes destrozadas y tantas cosas arrebatadas. No había vuelta atras.

Esta vez seguiría el ultimátum de Dante: Una última vez, sin últimas oportunidades, ni besos de despedida. Pietro no podría soportar despedirse de Dante. 

Dante...

Su adorado chico, de alborotado cabello castaño y hermosos ojos avellana, que reflejaban la luz de una manera que no había visto nunca antes, con esos labios maravillosos que sólo Pietro había logrado pervertir. El chico de los mil miedos que sólo eran uno. El chico por el que lo habría dado todo. No... corrección: El chico por el que lo dio todo. Porque había aceptado que Dante se alejara. Y Dante lo era todo.

Dante era el cielo, el viento, Dante era el fuego y eso maravillaba a Pietro. Sobre todo, porque el mismo Dante no lo sabía. Había veces en las Piet se preguntaba si Dante no notaba, o sólo finjia no hacerlo, pero nunca se atrevio a preguntarle, sólo se sentaba frente a el por horas, observando a su novio, sonriendo por los pequeños hábitos de el menor, como arrastra el dedo debajo de la línea que leía en algún libro o criticar en voz baja a los personajes de el mismo, le gustaba ver como Dante hacia cosas cotidianas, como siempre daba 14 vueltas y media cuando mezclaba su té, alegando que el 28 era su número de la buena suerte, pero que ya sólo necesitaba la mitad de su suerte... decía que Pietro era todo lo demás y tendría suerte si se quedaba con el.

El chico suspiro y se tallo los ojos con el dorso de la mano apartando también varios mechones de cabello teñidos de rosa pastel, sonrió pensando en como Dante siempre decía que no le molestaba el color pero aún así debería teñirlo... Y su sonrisa murió cuando los reclamos de Dante aparecieron de nuevo en su cabeza.... "Que esperas que haga? Que te de explicaciones?" Cerró los ojos de nuevo, con fuerza "Estoy harto Pietro" Apretó los puños y tomo aire "No hagas esto".

El chico se sentía impotente mientras trataba de no llorar, lo que menos quería era a un Barnes curioso sobre lo que pasaba... levanto la cabeza, mirando así el techo, dando profundas respiraciones y tratando de mantener la cabeza despejada, mientras el super soldado a su lado se removia enredado en las sábanas.

En otro momento habría adorado la piel ligeramente bronceada de el mayor, pasaría horas recorriendo todas sus cicatrices con sus labios, se habría perdido en los ojos celestes de el soldado, se habría aferrado a los músculos de los brazos de aquel hombre y los habría alabado... Pero ya no.

Cada vez que cerraba los ojos veía a Dante. Sus manos ansiaban recorrer la piel de el menor, su suave piel, tan pálida y sin una sola marca, quería perderse en esa mirada que Dante le daba a Pietro después de que el teñido dijera algo grosero pero divertido, quería ver los delgados brazos de Dante y burlarse con dulzura de su falta de músculos.

Sólo se atrevió a soltar un sollozo... Sólo uno. Y fue cuando pensó en el día en el que ambos se conocieron, un día antes habían chocado en una fiesta, Dante se había molestado y se había alejado en ese momento, Pietro no regreso a su departamento esa noche, se quedó vagando por las calles de Nueva York, pensando en tantas cosas que en ese momento parecían importantes... Y luego, cuando estaba listo para volverse a su hogar choco de nuevo con aquel chico, el también llevaba la ropa de el dia anterior así que supuso que regresaba a casa después de dejar a algún amante en el camino, le ofreció una mano para levantarse, demonios si Pietro hubiera sabido lo que el tacto de Dante le produciría... si lo hubiera sabido lo hubiera buscado toda su vida... Y nunca lo habría dejado ir. En cuanto Dante tomo su mano fue como si drogaran a Pietro, todo se agudizó, los colores brillaron más y todo sonaba mejor, lo peor de todo fue cuando Dante lo soltó, fue como si todo el frío del mundo se fundiera con los huesos de Pietro, como si le arrancarán todo el aire de los pulmones, con pequeñas pajillas.
No pudo dejarlo ir, lo convenció de ir por algo de comida y después de mudarse con el... Porque Pietro aún no de daba cuenta pero dejar que Dante se fuera, sería perder lo más valioso en el mundo.

Siempre creyó que al final. Dante y el encontrarían la manera, superarían lo que la vida les lanzará y seguirían adelante. Juntos. Pero no había sido así... Dante se había ido... Y Pietro lo había provocado.

Todo había empezado semanas antes, con pequeñas indirectas que Dante le lanzaba al mayor, hasta que Pietro lo noto, Dante ya no daba 14 vueltas al te, había reemplazado el Té por Café y lo giraba 28 veces, distraidamente, sentado junto a la ventana de el apartamento donde ambos vivían, el apartamento que había cambiado tanto cuando Dante llegó, antes siempre estaba desordenado, no había persianas y sólo un par de platos en la cocina, no había plantas ni adornos de esos que ves en las revistas... Eso era cosa de Dante, el departamento se volvió tan suyo como de Pietro, con sus pequeñas plantitas sobre las mesas, los libros de viajes que el menor había colocado por toda la casa, la vajilla dorada que Pietro había comprado para sorprender a Dante en la cena y las persianas, bueno esas las tuvieron que poner por un incidente relacionado con un vecino que reclamaba que los chicos dejarán de tener sexo en todos lados, que ya le conocía todas las pecas a Dante. Pietro había estado apuntó de golpear a aquel hombre gordinflon en ese mismo momento, pero Dante, como siempre, lo detuvo, con palabras suaves y movimientos calmados. Pietro prometio no golpearlo. Aunque al día siguiente Dante se cruzó con aquel hombre de nuevo, y furioso regreso con su novio, a el hombre le habían fracturado la nariz Y el pómulo izquierdo. Pietro lo negó todo como era de esperarse, pero en un descuido Dante noto que el chico también tenía los nudillos lastimados. Dante no le hablo en dos días, Pietro durmió en el sillón una semana y el hombre jamás miro a Dante de nuevo. Esa misma semana compraron cortinas.

Pietro no quería volver a su apartamento, y tampoco quería dormir sólo, sabía que lo que estaba haciendo con Barnes era cruel, aquel hombre no se merecía que lo usarán de premio de consolación, pero Pietro necesitaba hacerlo, o iría tras Dante. Y había jurado no hacerlo.

Se levantó de la cama con cuidado y camino hacia el baño, arrastrando los pies y el alma por detrás. Una vez frente al espejo el chico observó su reflejo, sin que realmente le importará como se veía, se lavó la cara y tomo aire, miro por última vez al espejo, con la mirada perdida en algún lado, su cuerpo entero temblaba y el aire le faltaba. Pero no íba a llorar. Se lo había prometido a si mismo, así que sacudió la cabeza con brusquedad y soltó un suspiro, analizando los ojos de el hombre en el espejo.

oneshots by Victoria SteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora