Narrador:
Uraraka se mantenía helada con su mandíbula caída tanto como le fue posible abrirla. Sus ojos se mantenían mirando sin descanso aquella figura de cabello enmarañado y gran sonrojo que le regresaba una leve sonrisa mientras le sostenía la mirada con aquellos enormes ojos de color ámbar. Se mantuvo contemplando aquellos faros que le parecieron extraños desde el primer segundo en el que los observó, sentía que había algo que no estaba bien en ellos, parecían apagados, como si le hubieran arrancado la luz en su interior. Su contemplación se vio interrumpida cuando aquella chica rompió el silencio.
-Eres muy linda, hola, soy Toga. – fue eso lo que salió de su boca. Uraraka pudo notar que tenía unos colmillos pronunciados y su voz parecía estar entrelazada con un gemido ahogado. El intercambio de miradas se extendió algunos segundos y Uraraka pudo articular al fin una respuesta.
- G-gracias, yo-yo soy Ochaco…Uraraka. – respondió con un tono bajo en su voz, por su parte, los ojos de Toga se abrieron aun más y esa leve sonrisa comenzó a agrandarse al punto de dejar expuestos sus prominentes colmillos y mostrar en su cara un aumento en su sonrojo. Toga se acercó de manera apenas perceptible para los otros dos presentes y cuando estuvo a suficiente distancia sujetó a Ochaco por las manos.
- Ahora sé porque no dejaba de hablar de ti. De verdad eres bonita. – Toga tenia su cara a unos pocos centímetros de la de Uraraka mientras sus manos se encontraban apresadas por la desconocida, pudo oler su aliento seco y férrico. Una mueca de incomodidad se formó en su rostro, pero su cuerpo se quedó paralizado, ignorando en su totalidad la orden de su cerebro de huir inmediatamente de ahí y solo se quedó observando esos ojos huecos, anqué no sabía racionalmente porqué.
Midoriya que hasta ese punto se había encontrado completamente paralizado por el miedo, apenas podía mantenerse en pie con el estrés que le causaba la situación y al momento que Toga se acercó de manera tan invasiva a Uraraka, estuvo a poco de darle un ataque cardiaco, sin embargo se mantuvo en pie, hasta que Toga escupió otra frase, esta vez dirigiéndose a él.
-Ten cuidado con ella Deku-lindo, es como una muñeca de porcelana, la puedes romper. – Toga se encontraba maravillada, cuando había salido del baño y se encontró aquella chica, su primer pensamiento fue correr a ella y apuñalarla, pero al momento de intercambiar miradas, no pudo y se quedó admirando aquel sonrojo y grandes ojos, pero sobre todo, su aroma, el mismo que podía percibir en ella misma, la fragancia de una chica enamorada. – Sé que no es algo que se le pide a una desconocida, pero necesito que me ayudes en algo. –Toga se aproximó al oído de Uraraka y susurro algo, casi de inmediato, Ochaco volvió al mundo terrenal y se sonrojo al escuchar lo que Toga le dijo. Salió de manera inesperada con una inusitada velocidad y casi derribando Midoriya, que se interponía entre ella y la salida.
Izuku se quedó perplejo contemplando el portal, intentando descifrar lo que había sucedido, pero no hubo una sola explicación que llegara a su mente y explicara lo que acababa de suceder, cambió a observar a Toga y ella se mantenía inmóvil haciendo lo mismo que él.
- ¿Qué harás Deku-lindo? – preguntó Toga rompiendo el silencio y aproximándose a la cama, para acto seguido tumbarse en ella. Deku le devolvió la mirada con incredulidad sin saber a lo que se refería. – Te gusta, pero no es tu novia. También es linda y parece que se llevan muy bien. ¿Acaso nunca le dijiste nada? No veo razón por la que no estén juntos. – Toga decía eso mientras se encontraba boca abajo abrazando una almohada y pataleando alegremente cual niña risueña. – Deberías decirle, después de nuestras citas, claro. A menos que te enamores de mí. – dijo esta última oración con alguna clase de gemido que ahogó al meter de lleno la cara en la almohada.
- No…no entiendo. – Midoriya se mantuvo confundido, principalmente por la primera cosa que había escupido Toga, casi ignorando en totalidad la última parte. Sin duda Midoriya siempre había sentido algo por Uraraka, pero jamás se había cuestionado el "qué" era eso que sentía. Era su mejor amiga, no había duda de eso y fue la primera chica en su vida que alguna vez le dirigió la palabra y fue amable con él. Recordó aquella vez cuando eran adolescentes y el grupo entero fue de compras al centro comercial, como si fueran un grupo de amigos de alguna comedia americana genérica de los 90's. Uraraka y él se habían quedado solos, como en historia adolescente típica y mediocre, pero ella salió huyendo casi de inmediato gritando por repelente de insectos y haciéndolo sentir como un bicho raro, justo como había sido toda su vida antes de la preparatoria. Después de segundo año se había separado un poco y aun así él apenas podía notar su ausencia. El ajetreo había sido enorme durante los últimos años de su vida y Uraraka había estado en muchos de ellos, se había ganado a pulso todo su respeto y en cierto modo llegaba a admirarla, sin embargo, no tenía la seguridad de sentir algo más allá de esa amistad.