Capítulo 3

509 65 17
                                    

En nuestro destrozado siglo XXI...

Castiel se dirigió a donde lo solicitaban sus hermanos, preguntándose por que le llamaban después de tanto tiempo; había cumplido todos sus deberes sin rechistar, no cuestionaba sus indicaciones y acataba órdenes como si fueran su voluntad. Había bajado a la tierra un par de veces más para hacer cumplir las reglas pero al final siempre volvía a casa, alejándose de todos aquellos pensamientos negativos que rodeaban a la creación, de todo aquel dolor y aquella miseria que lo envolvía cada vez que bajaba a la tierra.

Él ya no estaba, se había ido sin despedirse y sin dar explicaciones. Todo había sido un caos cuando se enteró de que el padre de todo no estaba en el cielo y miles de ángeles bajaron a la tierra a buscarlo, otros intentaron poner orden ahí, los Erelim intentaban calmarlos y los Ophanim estaban custodiando el trono. Se había hecho una batalla en el cielo buscando a Dios pero a Castiel lo que más le preocupaba era la desaparición de Gabriel. ¿Por qué habría de preocuparle que Él se hubiera ido? De todas formas nunca lo vieron, era casi lo mismo. Pero Gabriel...

El arcángel se había ido casi al mismo tiempo que Él dejándolo sin explicaciones, ¿dónde estaba? ¿Se encontraba con Él? ¿Estaba bien? ¿Por qué se fue? Castiel no se sentía abandonado por Él como todos sus hermanos-sí, ya sabía qué era abandonar-Castiel se sentía abandonado porque Gabriel no estaba, porque no se despidió y eso lo hería.

Ingreso a la sala donde se encontraban Zacarías, Michael y Uriel. Castiel se sentía realmente intimidado, todos eran más grandes que él pero tampoco se iba a acobardar. Si lo habían mandado a llamar debía ser por algo realmente importante y siempre era un honor servir a un arcángel como Michael, después de todo él ayudó a desterrar a Lucifer.

-Has llegado, pensé que te tomaría más tiempo-Zacarías le sonrió dándole la bienvenida-Ven, ponte cómodo, ¿todo bien en tu misión?

-Ha sido lograda exitosamente, ¿ya ha vuelto Gabriel?-preguntó sin más mirando alrededor, esperando encontrar al arcángel locuaz que molestaba a todos.

-Aún no-habló Michael haciendo que Castiel se sobresaltara-Te hemos llamado porque hay algo que debes hacer tú y nadie más-Castiel se irguió en toda su altura-Bien, supongo que ya habrás escuchado eso de que están intentando liberar a Lucifer-Castiel lo miró alarmado.

-Eso es imposible, no puede ser cierto-negó-Los sellos...

-Los han roto-asintió Michael-Bueno, falta unos cuantos que no tardarán en romperse-admitió como si no tuviera importancia-Por lo tanto debemos de tomar medidas. ¿Te suena el nombre Dean?

El brillo de Castiel parpadeó delatándolo.

Claro que reconocía ese nombre, sin importar los siglos que pasaban, y no es que los contara claro, no podía olvidarse de él. A veces, cuando se encontraba aburrido, se ponía a husmear entre las nubes buscando algo sin saber qué hasta que cualquier recipiente con ojos color planta y pecas en el rostro aparecía frente a él. Lo siguió a lo largo de todas sus vidas a pesar de que no iba a verlo cuando volvía, lo miró caminar entre los hombres; lo vio siendo una hermosa mujer; lo vio siendo el hombre más apuesto de todos; lo vio crecer, envejecer y contempló cada muerte que tuvo sintiendo esa felicidad de saber que volvería a casa con él a pesar de no estar a su lado.

-Sí-susurró-Me suena, ¿ocurre algo con él?

-Ha ido al infierno-Castiel se tensó ante las palabras de Uriel-De hecho ahí está, siendo torturado, destrozado y mutilado de maneras que nosotros no podemos entender-la luz de Castiel mitigo-Siendo...

-Para-suplicó-Entiendo, está en el infierno, ¿cuánto lleva allá?

-Un año-aclaró Zacarías-Al menos uno humano pero ya sabes cómo son allá abajo.

My Immortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora