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—Me alegra saber que ya llegaron, mis preciosas joyas...—un hombre de cincuenta años, de ojos maliciosos y llenos de avaricia, se levantó de su silla giratoria y rodeó el escritorio de roble tallado a mano y se acercó a sus hijos, a los que adoraba mancillar y manejar a su antojo.— Kerly... Mi preciosa flor tú cada día estás mucho más hermosa, y tú Daniel mi pequeño niño de inocentes ojos lindos...—el hombre pasó su mano derecha por el hombro del muchacho y la otra mano fue a parar a la nuca de la muchacha.

Plantó con lentitud un frío y agrietado beso en los labios tiernos de cada hermano y los abrazó con posesividad.

Las expresiones tristes, los ojos llorosos y las miradas dolidas de Daniel y Kerly jamás fueron vistas por aquel hombre.

No sabía muy bien si el camino que estaba tomando era el correcto y es que era la primera que en meses que salía de casa, que no tenía una idea de mínimo un lugar que recordara

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No sabía muy bien si el camino que estaba tomando era el correcto y es que era la primera que en meses que salía de casa, que no tenía una idea de mínimo un lugar que recordara. El clima estaba frío, y estaba lloviznando un poco, y el tenía un pequeño resfriado.

En su, todo el día era una muy mala combinación, prefería días cálidos y veraniegos y quizás un poco de días grises. Se paró justo en un semáforo en rojo, la bufanda de lana le picaba el cuello y le causaba incomodidad: no podía estar quieto, desde esa mañana al despertar se había sentido tan inquieto, tan... Intranquilo.

La avenida estaba congestionada por el inmenso tráfico y el ruido de los motores de los autos junto con el de los buses y los claxons que irritaba sus tímpanos; las personas iban por las veredas en completo desorden rozando o empujando a los demás sin pedir disculpas, además.dw que él fue unos de los desafortunados empujados.

Resignados esperar a que el semáforo cambiará se lanzó a correr al otro lado esquivando autos en marcha, recibiendo insultos y regalos de conductores con pésimo carácter.

Sus pies protegidos por unas  zapatillas Nike negras con blanco pisaron el suelo; fuera de peligro ya al otro lado de la vereda que estaba igual de llena por las personas; se aseguró de tener su mochila intactas colgada en su espalda y una vez que lo confirmó, reviso la hora en su celular y volvió a correr, ya que no quería llegar tarde a su facultad. Y sólo tenía alrededor de quince minutos para entrar.

Pasó por un parque, y recordó la primera vez en la que fue a uno pero no solo.

Pasó por un parque, y recordó la primera vez en la que fue a uno pero no solo

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After of Autumn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora