HISTORIA DEMONÍACA: Residencia Westerfield

† Prólogo †

1956

Fuertes lamentos de dolor y sufrimiento se hacían presentes en el departamento D4 del edificio Cromwell.

De ahí también salían gritos desesperados pidiendo auxilio, poniendo en alerta a los vecinos del mismo piso.

Y al compás de los temerantes truenos del exterior, la noche misma comenzaba a entonarse muy, pero muy terrorífica.

I

Es por ello que los veloces pasos que realizaba la señora Martha, una mujer de avanzada edad y vecina de enfrente, delataban lo asustada e inquieta que se encontraba, en lo que se dirigía a su teléfono para llamar a emergencias, «unos pasos que no realizaba desde la vez que se le quemó un estofado para la cena de navidad del año pasado»; sin embargo al llegar a él, con los nervios de punta y aún estando shockeada, a duras penas lograba levantar el aparato. Era la primera vez que experimentaba algo así.

Pero sabía perfectamente que tenía que apurarse, pues a sus vecinos alguien... ¡los estaba matando!

Es así que, con los gritos desgarradores de fondo, se armó de valor e hizo la llamada.

II

Rápidamente las sirenas de patrullas policiales abundaron las calles mojadas de la gran ciudad de Shissemburgo. Todas ellas dirigiéndose a la sede de apartamentos Cromwell en la calle Camino Real No. 634 en frente del edificio Ortry.

Al llegar, frenando bruscamente sobrepasando varios centímetros del punto de aparcamiento por lo resbaloso que estaba el suelo, oficiales de cada patrulla bajaron de inmediato realizando un protocolo para la situación que se enfrentaban, así que, luciendo sus imponentes uniformes y sus temerantes armas, entraron al edificio.

Enfocados y haciendo a un lado, de una manera no tan amable, a las personas que estorbaban en su camino, se dirigían rápidamente al departamento del horror. Donde se aseguraba, que el responsable de tal acto atroz ocurrido en ese lugar, era el famoso asesino serial Clethus McGregor, un psicópata de origen irlandés, también conocido como "El de los Ojos Mortíferos", ya que varios testigos de sus fechorías, describían que cuando lo miraban a sus profundos y extrañamente ojos anaranjados, creían ver al mismísimo Demonio, terminando traumados de por vida y padeciendo de Tanatofobia.

III

Ya estando en la puerta de la morada, los oficiales patean a esta bruscamente, logrando derribarla.

Adentro, abundaba un sentimiento desolador, definitivamente ya no había señales de vida alguna. Habían llegado demasiado tarde. O bueno, ninguna señal de las víctimas, puesto que sólo se hallaba un canino de raza pug ladrando sobre algo que les llamó demasiado la atención, se trataba de un muy notorio rastro de sangre que llevaba a una puerta, la que determinaron que era el baño.

Así que sin más, sabían perfectamente que ahí mismo se encontraría Clethus, junto a los cuerpos de las víctimas.

Entonces, vuelven a tocar rudamente para llamar la atención del despiadado.

—¡Abre la puerta, Clethus! ¡Sabemos que estás aquí! —gritaban con gran enojo.

IV

Mientras que los fuertes golpes se hacían presentes, adentro, era un completo baño de sangre, pues con sólo realizar un pequeño recorrido, nos encontraríamos con los cuerpos de la pareja asesinada, se habían convertido en unos simples cuerpos sin sus cabezas, las cuales estaban metidas en un saco.

Justo al lado de la bañera se encontraban estas dos, muy notoriamente mojadas, ya que la tina estaba al tope de agua y muy rojiza; las había sumergido allí. Debido a que unos de los tantos datos perturbadores que se conoce de Clethus, es que acostumbra bañarse con gran cantidad de sangre de sus víctimas al degollarlas, y de las cuales también asfixiaba previamente con unos gruesos sacos. Era algo que según él, le satisfaceaba en todos los sentidos tras cometer crueles actos.

Es por ello que se hallaba sumergido en la sangrienta tina.

Pero al estar escuchando los duros golpes y gritos de advertencia de aquellos hombres de autoridad, no le quedó más de otra que emerger de allí demasiado fastidiado.

—¡Quisieran cerrar sus putas bocas!, ¡trato de relajarme carajo! —gritó con exasperación y torciendo los ojos en blanco.