No solía visitar clubes nocturnos, consideraba que ya no estaba en edad para esos lugares ruidosos y atiborrado de alocados jóvenes que se pierden en la pista de baile y se emborrachaban hasta perder la conciencia.
Pero esta vez, Viktor Nikiforov había decidido ir a uno de estos antros luego de una conversación que surgió en su oficina al término de una importante reunión. Cuando se vio liberado de todos sus compromisos, su asistente y mejor amigo, Christophe Giacometti, se acercó hasta su escritorio, rodeándolo hasta posicionarse detrás de su silla. Deslizó sus manos sobre los hombros de su jefe y comenzó a masajearlos, logrando que Viktor cerrara los ojos, disfrutando de las atenciones sobre su adolorida musculatura.
— Estás muy tenso, deberías relajarte un poco — Le susurró el de ojos ambarinos al oído con una sonrisa felina. —
— Ah, Chris... Es imposible con tanto trabajo — Respondió el de cabello plateado, masajeando el puente de su nariz con el índice y el pulgar para luego suspirar exhausto — Soy el jefe de esta empresa, no tengo tiempo para andar relajándome. —
— Es duro ser el jefe de una gran compañía, ¿no? — Dejó de darle masajes para colocarse a su lado y poder mirarlo directamente al rostro — Creo que te haría bien olvidar el trabajo por un rato, ¿por qué no vas a divertirte por ahí esta noche? — Sugirió Chris mientras se apoyaba contra el escritorio, logrando captar la atención de su amigo — Mañana es sábado, aprovecha el fin de semana. Busca un lugar con buen ambiente donde puedas pasarlo bien, hay variedad de clubes nocturnos a los que puedes asistir — Sonrió — Iría contigo, pero ya tengo planes con mi novio. —
— Agradezco tu preocupación, pero sabes que ya no estoy en edad para ir a esos lugares — Estiró sus brazos, sintiendo sus adormecidas extremidades un poco más aliviadas. —
—Deja de hablar como un anciano aburrido, verás que no es mala idea y te ayudará a liberar tensiones. Baila un poco, bebe algunos tragos y quién sabe... Quizá hasta conozcas a alguien interesante — Sus cejas se movieron de forma sugerente. —
— Chris... — Frunció el ceño al oír ese tonito pícaro, conocía muy bien a su amigo para saber lo que insinuaba — No insistas, el único lugar al que iré será a mi departamento, directo a la cama —Dicho esto, se puso de pie y agarró el saco que colgaba en el respaldo de su silla, arreglándose para irse — Nos vemos el lunes. —
—¡Piénsalo! — Le gritó el rubio al verlo salir por la puerta, obteniendo como respuesta un movimiento de la mano contraria en un gesto de despedida. —
Durante el trayecto hasta su auto las palabras de su amigo se reproducían insistentes en su cabeza. Estaba agradecido por su preocupación, pero Viktor simplemente sentía que no encajaba en ese tipo de ambiente, ya no era un chiquillo de 20 años, y tampoco tenía la misma energía que en aquel tiempo. El trabajo consumía su tiempo y vitalidad, aún con 30 años ya se sentía como si tuviera el doble de edad.
Quitó la alarma de su convertible negro, se acomodó en el asiento frente al volante y abrochó el cinturón de seguridad. Un largo suspiro brotó de sus labios mientras encendía el motor, haciéndolo rugir hasta comenzar la carrera fuera del estacionamiento del edificio.
La noche se cernía sobre San Petersburgo, la gente regresaba a sus casas exhaustas luego de un largo día laboral, pero otros recién estaban despertando para disfrutar de lo que la noche les podía ofrecer. Aceleró, sintiendo como el gélido viento golpeaba su rostro y alborotaba sus plateados cabellos, disfrutando de la velocidad.
Le encantaba oír el sonido del motor rugir con fuerza y provocar que todas las miradas se dirigieran hacia él; si había algo que le gustaba presumir, era su joyita de cuatro ruedas.
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Sweet Drug [ Vikturio / One-shot]
Short StoryDesde que Viktor Nikiforov vio a ese hermoso chico de rubia cabellera y ojos color jade sentado junto a él en aquel club quedó prendado a él, pero lo que ignoraba es que no se trataba sólo de un niño bonito en busca de compañía y un par de tragos. ...