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Que ganas las que me invadieron desde primera hora de la mañana de correr, eso no es algo muy común en mi, es más común que tenga ganas de regresar a la cama o mirar el techo sin pensar nada, dejando que se me haga tarde para ir a la escuela.
Pero, ¿De donde eran estas ganas? Este impulso era fuerte, como si fuera una necesidad, lo sentía palpitando desde la punta de mis dedos de los pies hasta mi nuca, intenté ignorarlo y me vestí para la escuela, sin notar que eran las 2:58 de la mañana, cuando me di cuenta ya no tenía sueño, ni ganas de volver a recostarme y dormir, así que solo tome mi celular tratando de hacer que el tiempo fuera lo más rápido posible, pero nada, pasó el doble de lento, tome la decisión.
Sin hacer mucho ruido salí a trotar un poco, con mis viejos tenis blancos, un pants azul marino y una playera de manga larga negra, para que dejara de molestarme esta sensación, de por sí, yo era delgado comiera lo que comiera, ponle a eso que sin la necesidad de hacer ejercicio, tenía un buen cuerpo, no tanto como algunor amigos que se mataban en el gimnasio, pero si dentro de un rango común, aunque nada de condición física, yo tenía cabello medio largo o quizá un poco despeinado, color café obscuro y unos ojos de el mismo café de mi cabello, solo que todos decían que si no me veían muy de cerca podrían decir que mis ojos eran negros. Total, yo tenía entendido que mi cuerpo tenía ganas de hacer actividades físicas de la nada, a las 2 de la mañana, sin necesidad de explicación para mí, solo hice caso a mi cuerpo, tras haber trotado un rato y sentir como me faltaba el aire, porque claro que no tenía condición para absolutamente nada, decidí regresar a darme una ducha a mi casa.
Mire el reloj de pared de la cocina al entrar 3:39 de la mañana para cuando había regresado, ahora solo quería bañarme con agua tibia, aunque siempre era casi hirviendo, para mí era tibia, después de haber entrado en el baño, me desvesti, puse mi canción favorita a un tono no muy alto para evitar despertar a alguien y me duche, saliendo me puse mi uniforme y me recosté en la cama, sin darme cuenta en que momento me quedé dormida.

Desperté, faltando 20 minutos para que me cerrarán la puerta de la escuela, mi suerte que el camión paso rápido y llegué derrapando, esa fue la primera vez que sentí ese impulso fuera de mi alcance, fuera de mi cuerpo, fuera de mis limitaciones, estaba en otro lado, así lo sentía. Pasó más de una vez, pero desde luego que no recuerdo todo a la perfección, recuerdo casi todo, o casi nada, aveces mis recuerdos se mezclan y me hacen creer que son uno mismo, o uno es tan largo que parecen dos.

Ya en la escuela camine para la cafetería. Primera clase, de inicio de semana, prefería estar en la cafetería o llegar tarde, pedí un café de vainilla y un pan casero, no me gustaba tanto pero si no desayunaba nada me dolería la cabeza como de costumbre en menos de 20 minutos y tendría problemas el resto del día.

Llegué tarde al salón y el maestro solo me volvió a recordar que en el salón no se comía, señalando mi pan y mi café caliente, me dió lo mismo como de costumbre y camine a mi lugar atrás de mi amigo, al final de las bancas del lado derecho como siempre, mientras el maestro comenzó a pasar lista yo solo comencé a comer, Alex volteo viendo mi café, como si fuera una presa que acaba  de ver, lo miro unos segundos y supe lo que pensó, no se lo impedía nunca y dió un buen trago quemándose la lengua (por eso era que no lo impedía nunca)

-Vete a la mierda, lo acabas de comprar sierto.- dijo mientras dejaba el café en mi mesa y abría la boca para que entrara un poco de aire, aunque él sabía que siempre estaba caliente, a menudo lo olvidaba y lo bebía.

-Si, de vainilla lástima que tus papilas no lo sepan. -dije para burlarme un poco de su cara, solo se limitó a verme enojado. -¡Presente!- escuché mi nombre y grite, después solo le di un pequeño golpe a Alex para que supiera que seguía el, si, el era un apellido después de el mío.


-¡Presencia!- nunca en todo el semestre que llevábamos había dicho presente, siempre decía presencia, nunca le cuestione, no era algo que me importará y si el no me decía entonces no tenía importancia.

Pasó la clase, yo terminé mi desayuno improvisado, todo normal, en el recreo salí por una rebanada de pizza, hace tiempo que no comía una, además no era mal momento de comer una, la pedí de mi favorita Hawaiana, a algunos les parecía asqueroso con catsup, pero a mí me gustaba y el que se la comiera era yo no los demás, regresaba al salón después de comprar siempre, pues no me llevaba mucho con los de otros salones y el fútbol no era mi especialidad, entonces solo me quedaba con Alex que no le gustaba el fútbol pero si tenía otros amigos, cuando él no estaba en el salón estaba o en la 2 planta o dando vueltas con los demás, claro que yo conocía a los de más salones, pero no me llevaba bien con ellos, era solo conocer de vista o saludar simplemente.

En mi salón no me quedaba solo, había chicas con las que me llevaba bien, era cariñoso con ellas, como yo tenía el cabello un poco largo dejaba que jugarán a hacerme peinados como si tuvieran cinco años o me hicieran cariños, me juntaba con Erandi, Sofía y Nelly, se podría decir que llevaba una buena amistad con ellas, no eran fresas y menos mamonas, más bien eran sociables y alocadas, muy divertidas, las tres tenían una personalidad diferente, eso me gustaba de ellas, pero siempre las vi como mis amigas y hasta ahí.

Cuando note que me empezaban a excluir, no solo de la amistad, si no de los trabajos incluso y que me ocultaban cosas, me comencé a sentí extraño, como fuera de lugar, no le di importancia en ese momento; el peor error que cometí; hasta ahora lo comprendo y me arrepiento.

No Estare Para Toda La Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora