Me llamo Nell. Nell Adams. Y voy a contaros mi historia.
Voy a escribir sobre esas pequeñas cosas que nos pasan en el día a día. Esos hechos a los que no respondemos como nos gustaría.
Aquellas cosas que despues de ocurrir damos mil vueltas en nue...
Estamos sentados en un pub perdido en las calles de Londres. No hay practicamente gente pero no es raro pues el local no da para mucho más que tazones de chocolate caliente todos los días del año. Sentados en los viejos sillones Nick, Leo y yo jugamos a las cartas: " Oh shit, perdí de nuevo...". Leo y yo nos reímos, le llevabamos machacando toda la tarde. " Bueno, creo que merecemos una recompensa después de pasar toda la tarde enseñando a un pésimo jugador...". Nick suspira derrotado: " Está bien, ¿qué quereis?". Leo y yo cruzamos una mirada de complicidad, tendría que contarnos una buena historia o no se iba a moverse de ese sillón en lo que le quedaba de vida... (¿qué sería la vida sin un poco de drama?).
Nick's story... "Resulta que teniendo yo unos siete años nos mudamos con mi madre a una casa en el campo. La casa no era demasiado grande pero tenía una piscina en el jardín. Mi sueño para aquel verano era pasarme el día allí metido. Pero cuando nos mudamos era diciembre y estaba totalmente congelada...
Un mes después de mudarnos llegaron los antiguos dueños de la casa y preguntaron si habíamos visto un burro pues se lo habían olvidado en la casa. Lo cierto es que me pareció una broma, en la casa no había ningún burro asique todo quedó como una divertida anécdota.
Llegó la primavera, el sol y el calor. La piscina se derretía día tras día... Un lunes por la mañana, al ir a buscar la escoba al cobertizo, vi cómo cuatro pezuñas y sus correspondientes patas sobresalían del hielo semiderretido...
Las siguientes dos semanas las pasé en casa de mis abuelos hasta que la piscina se descongeló completamente y pudo venir la grúa a llevarse al pobre burro.
Creo que pasé todo el verano sin tocar aquella piscina..."
Dios, aquello fue macabro pero desternillante. Nick era realmente un buen narrador. Y mientras él recordaba su trauma nosotras nos seguíamos riendo en aquellos sillones.
Nell
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