Tynubias, 15 de abril de 1423
La música danzaba libremente entre el alegre gentío. Se entremezclaba con la risa de infantes, parejas y amigos que reían en el ambiente festivo de la Noche de la Decadente Luna.
En verdad eran buenos tiempos para el reino de Tynubias; el sol se mantenía tibio y agradable, perfecto para ser disfrutado por los habitantes del lugar y por sus visitantes. Las familias adineradas mantenían sus riquezas, mientras que las familias pobres estaban pasando de no tener nada a disponer de unos cuantos cerdos y gallinas para mantenerse. Era una época de paz, sin conflictos ni guerras con los reinos vecinos. En general, el reino prosperaba.
Todo ello se reflejaba en el humor de los habitantes del lugar, y no es de extrañar que aquella Noche de la Decadente Luna fuera la mejor que el reino recordaba.
La gente estaba congregada en la Plaza de Los Guerreros Milenarios. Era una plaza pequeña, situada en el centro de Tynubias, y lugar por excelencia del reino. El la festividad de la Noche de la Decadente Luna, los moradores del reino se reunían allí para celebrar la victoria de los antiguos guerreros tynubienses frente al reino de Albeos, cuyos guerreros intentaron masacrar a las gentes de Tynubias por el conflicto entre el rey Melio del Norte y el rey Tirán del Sur.
La plaza era pequeña y acogedora. Normalmente estaba ocupada por ancianas que salían cada día de sus casas para vender hortalizas, pescado, leche, huevos y todo tipo de alimentos. A estas se sumaban algunos comerciantes. Estos comercializaban algunos productos de otras regiones, pero mayoritariamente ofrecían materias primas, especializándose en concreto en la tela. También solía haber dos o tres curanderos que ofrecían remedios varios para todo tipo de enfermedades o tes naturales para curar malestares corrientes y habituales como los dolores del período de una mujer, los dolores de cabeza, de huesos o de musculos. También ofrecían consejos grastuítamente para llevar una mejor vida. Algunos herreros también hacían acto de presencia, ofreciendo gran diversidad de herramientas, así como espadas o escudos. El verdugo también estaba allí, ya que normalmente siempre había alguna ejecución que realizar. A esta estampa se sumaban diversos y pintorescos personajes tales como prostitutas, vendedores ambulantes de otros reinos, bufones, bardos, artistas titiriteros, pregoneros o adivinos.
Pero aquel día todos olvidaron sus oficios, y se limitaron a disfrutar de la fiesta festejada en aquella plaza, en donde todo estaba cuidado y pulido al detalle, haciendo que esta luciera especialmente hermosa.
En el centro de la plaza, la estatúa en honor al rey Melio hacía que todo se viera más grandioso. Las pequeñas y humildes casas de piedra de sus alrededor estaban decoradas con las banderas del reino. Los bancos de madera acogían a visitantes cansados, y los bardos cantaban con alegría ante un público que los alababa. En un pequeño escenario, unos actores representaban en tono jocoso la caída del rey Tirán.
Alana se encontraba hablando con Ninet, cuando su bienquerido padre interrumpió una animada conversación sobre la reciente conquista de la última.
— Qué dos bellas damas —el hombre dió un breve beso a su hija y después miró a Ninet—Permíteme decirte, querida Ninet, que estás... —el hombre entornó los ojos cuando su mirada se posó en los menudos pechos de la jóven— deslumbrante.
Ninet se limitó a sonreír y a sonrojarse a la par, para después mirar al duque Adhris con ojos saltarines. Alana todavía era inocente, una tierna muchacha que poco sabía de la vida y que no auguraba maldad alguna en los gestos de su padre. Pero cuando el viento sopla, la venda cae y los ojos quedan al descubierto.
— Padre, esto es maravilloso —dijo Alana con la emoción propia de un niño— ¿Podré ir al anochecer a dar un paseo por Los Jardines?
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La leyenda de Alana y Gerión ©
Romance© Copyright - Todos los derechos reservados Una historia ambientada en el mundo medieval. En el reino de Tynubias florecerá el amor más grande que jamás existió, un amor que perdura a través de los años y que se reproduce a través de los cuentos de...