A pesar de todas las cosas que le habían ocurrido en su vida, Cody jamás se había sentido tan rara como en ese mismo instante. Iba por la vereda del barrio de origen de sus padres, caminando campante mientras Axl la llevaba de la mano. Jamás en la vida se hubiera imaginado que aquella situación pudiera volver a ocurrir, ya que tampoco se imaginaba siquiera volver a verlo algún día.
– Mira. Las casas tienen adornos navideños – Apuntó el joven. En efecto, casi todas las casas por las que pasaban estaban decoradas, ya sea con una corona de muérdago artificial colgando de la puerta de entrada o luces navideñas puestas en el borde del techo.
– ¿Aun será el día de Navidad? Si es así y es la hora que tú dices, eso quiere decir que no pasó tiempo mientras estuvimos metidos en la ruptura – Dedujo Cody. – Pues si así fue mejor, la última vez estuvimos cerca de diez minutos y pasaron como quince horas... Si esta vez hubiera sido igual hubiéramos salido como una semana más tarde, y los que dejamos en la cabaña estarían desesperados y solos.
– Es cierto. Escucha: Lo mejor sería que cuando lleguemos a tu casa yo vaya a buscarlos y los traiga aquí, si no te molesta – Le dijo Axl. – Si voy rápido me tardaría una hora como máximo, no puedo dejarlos solos allá.
– Por supuesto, hay lugar en mi casa. No creo que a mi mamá le moleste – Le respondió ella. Este no era el momento para hacerse más problemas pensó, solo había que enfocarse en una cosa y esa era detener a lo que sea que esté causando tanto mal.
– Por cierto, ¿Cómo ha estado tu mamá? – Preguntó el muchacho.
– Bien, seguramente preocupada porque no respondí a ninguna de sus cientos de llamadas – Dijo ella, torciendo el labio. – Es una lástima que no sepa quién eres.
Axl no respondió, solo siguió caminando. Por más que solo había desaparecido de la ciudad por un par de días, con todas las cosas que había vivido Cody sentía como si se hubiera ido por meses. A mitad de camino pasó por la puerta del taller mecánico donde trabajaba Lucas. A un costado del taller estaba la puerta que daba a un departamento en el piso superior, donde vivía el viejo Belmont, jefe de Lucas. En ese mismo momento el hombre estaba sentado en el escalón de la entrada, fumando un cigarro.
– ¡Miren quién es! – Exclamó el anciano al verla. Una enorme bocanada de humo salió de su boca. – ¡Feliz Navidad! ¿Qué hacen por aquí tan temprano? No me digan que estuvieron celebrando toda la noche sin dormir...
– ¡Hola Abel, que bueno verte! – Lo saludó Cody. Era raro volver a ver una cara conocida. – Feliz Navidad para ti. ¿Has visto a Lucas últimamente?
– Pues se suponía que tenía que venir a trabajar hasta ayer al mediodía, pero el lunes me pidió esta semana libre. Así que no lo veo desde ese día – Le respondió Abel mientras se pasaba un pañuelo por su oscura cabeza calva.
– Ah, bueno... No importa. ¡Nos vemos luego! – Se despidió ella y junto a Axl empezaron a caminar otra vez, pero sin volver a detenerse se dio vuelta y le dijo al anciano:
– ¡Tino preguntó por ti! ¡Quiere saber cuándo vas a ir a tomar un trago con él!
– ¡Pues iré cuando tenga tanto tiempo libre como él!
– ¿Pasa algo?
– No, es solo que siento como si me hubiera ido por un año en vez de una semana...
Cody estaba a punto de abrir la puerta de rejas que daba al patio de entrada, pero de pronto recordó que se había dejado sus pertenencias en la cabaña de Farma, a miles de kilómetros de distancia.
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Historias de Parque Blanco - El otro mundo (TERMINADO)
Novela JuvenilTodos los derechos reservados © . Segundo libro - El otro mundo (TERMINADO). Seis años pasaron desde los misteriosos eventos ocurridos en la renovada ciudad de Parque Blanco, pero nadie recuerda nada... Nadie excepto Cody. Su vida y la de sus amiga...