Ocho años después.
Suena el despertador...
-¿Uggh? 7:00 am...- mi mente adormitada no me deja caer en cuenta que ya es tarde y apago la alarma. Pero no era de extrañarse que mamá supiera que me había quedado dormida, es realmente extraño que yo no baje temprano a desayunar.
-¡Alisha se te hace tarde para la escuela!- mamá tirando de golpe la puerta.
-¡Rayos! ¡Ya voy mamá!- grité asustada.
-Alisha ¿está todo bien? ¿Te sientes bien hija?- la voz de mamá preocupada.
-Sí mamá, me quedé estudiando hasta tarde anoche.
A veces, siento que soy muy dura conmigo misma, al no dormir por sacar las mejores notas y poder optar a una beca universitaria al salir de la escuela. Pero no quería defraudar a mis papás, ellos simplemente son todo para mí y he tratado en la medida de lo posible, no causarles ningún problema o algo que los haga dudar sobre mi adopción. Ya lo sé, ellos me aman y jamás dudarían de algo así. Pero es como, un trauma que está en mi cabeza. Luego de sentirme tan sola cuando era pequeña, no quiero romper ésta pintura perfecta que es mi vida, cada pincelada que lo ha hecho perfecto es porque los tres hemos trabajado para hacerlo majestuoso.
- Está bien hija, pero apresúrate. No quiero que vayas muy rápido a la escuela- mi mamá con su voz aún preocupada.
-No te preocupes mami, iré con cuidado.
Mi medio de transporte era una bicicleta antigua de color celeste que me regaló mi abuelo antes de morir. Y es que al ser adoptada, no sólo vienen los papás en el paquete, si no con los abuelitos incluidos. El abuelito Tony me enseñó que la vida hay que verla de lado más positivo, que nunca hay que dar nada por hecho porque ella se encarga de sorprendernos cuando menos lo esperamos. El abuelo decía que yo era esa gran sorpresa que la vida le trajo. Me hacía tan feliz.
Como si nada ha pasado ya un año de su muerte, pero su presencia sigue tan cercano a mí. Y la bicicleta me recuerda a él. Me acompaña con cada pedaleo que doy.
Abro mi clóset y escojo la cercha que contiene el conjunto de ropa que planifiqué para ese día de la semana. Un par de jeans desgastados color azul, una suéter holgado color mostaza, un par de botines negros. Debo explicar que soy un poco exagerada con el orden y la planificación... lo soy. Pero siento que pierdo mucho tiempo y mi vida se alborota si no lo tengo todo controlado.
Mi dormitorio es todo un reflejo de la obsesión por tener todo bajo control: las paredes, cobertores de la cama y los muebles son todos de color blanco. Lo único que cuelga sobre las paredes es un retrato gigante de papá, mamá y yo en mi primera visita a la playa, y un calendario de pared con papelitos de organización y apuntes de fechas importantes por arriba de mi mesa de estudio.
Usualmente escojo los días domingos; al regresar de la iglesia, para poder organizar todo lo de la semana, entre trabajos escolares, citas con el médico, dentista, paseos con papá y mamá... y claro, seleccionar la ropa que usaré para cada día de la semana.
Salgo corriendo y me bebo de golpe un vaso con jugo de naranja que mamá dejó listo en la mesa y el sándwich de mantequilla de maní que siempre desayuno. Pero como ya es tarde decido guardarlo en mi mochila.
-¡Adiós mamá!- grito antes de cerrar de golpe la puerta, pero nadie responde. Me siento triste porque quizás mamá no escuchó y luego pensará que la ignoro. ¡Ya Alisha! Deja de pensar esas cosas, mamá te ama.
Subo a la bicicleta y me dispongo a salir más rápido de lo que normalmente lo hago.
Un par de bocinas y automovilistas furiosos después, logro llegar a la escuela. Justo 10 minutos antes de que se hora de empezar las clases.Entro un poco sudorosa pero no le doy importancia y arreglo mi cabello con una coleta para que no me estorbe durante clases.
Veo que en cartelera hay una actualización sobre las fechas de exámenes, leo detenidamente y hago las anotaciones respectivas en la agenda de mi teléfono. Sigo caminando pensando en que debo empezar a dejar actividades por las tardes para empezar a estudiar cuando... ¡Pumm! Un empujón fuerte sobre mi espalda hace que pierda mi equilibrio y caiga al suelo en cámara lenta, arrastrándome un par de metros. Escucho abucheos y risas mientras trato de entender lo que acaba de pasar. Me dispongo a pararme cuando siento como unos brazos cálidos me toman por la espalda y me ayudan a ponerme de pie. Cuando volteo mareada, lo veo...
-Wow...-fui lo único que pude decir al ver aquellos ojos negros como la noche, esos rizos oscuros que le caían por su rostro palidezco... Comencé a levantarme.
-¿Te encuentras bien?, disculpa no fue mi intención- fueron las primeras palabras que aquel chico me decía.
-Ehh, estoy bien... supongo, gracias- fue lo único que pude responder de lo avergonzada que me sentía, mientras me acomodaba mi ropa.
-Disculpa de nuevo, ya vez, media escuela está celebrando la victoria del equipo de fútbol local, y es una locura, entre empujones y gritos- me decía el chico mientras se metía las manos en las bolsas de sus vaqueros negros y veía el suelo. ¡Por Dios, éste chico sí que es alto! tenía que doblar mi cuello para mirarle el rostro.
-No te preocupes, me llamo Alisha ¿y tú?- No sé cómo me atreví a preguntarle su nombre, no suelo ser tan atrevida. Es por eso que a mis 17 años no he besado ni a un solo chico, mucho menos sé qué se siente tener novio.
Creo que a veces me cuesta tener seguridad, porque me siento un poco distinta a los demás, tanto físicamente como mentalmente. La mayoría de chicos y chicas de mi edad "payasean" demasiado, no encuentro la madurez que quisiera ver en alguien. Siento que jamás alguien podría, tan siquiera, entender un poco por el proceso que he pasado. Me da miedo involucrarme con alguien a corazón abierto y ser sólo un blanco de burlas y nada más.-Emm, me llamo Owen- veo como se muestra sorprendido mientras extiende su mano para hacer contacto con la mía. Yo no me detengo, la piel de mi mano se roza con la de él y nos damos un apretón.
-Hola Owen, perdona pero tengo clase y voy retrasada- le digo tímida y rápidamente, mientras recojo mi mochila que salió disparada. Giro para empezar a caminar pero siento un leve contacto en mi hombro.
-¡Espera!, He recogido tu teléfono- me dice Owen mientras extiende su mano para entregarme mi teléfono. -¡Quizás te encuentre al rato Alisha!
-¡Claro!- respondo mientras me pierdo entre los demás estudiantes y guardo mi teléfono.
Qué locura la que acabo de pasar en segundos. Nunca lo había visto por aquí. ¿O es que en realidad yo nunca presto atención a las personas a mí alrededor? Creo que no tengo tiempo para nadie más que mi familia.
¡Rayos Alisha! Tú no te distraes...
Voy tarde....
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ALISHA Un corazón lleno de amor
Teen FictionDespués de nueve años viviendo en el orfanato del Niño Jesús; Alisha, de origen hindú, es llevada por la Madre Florentina a la casona blanca en un pequeño vecindario de Honiton, Devon, Inglaterra. Ahí conocerá el verdadero amor de familia. El tiempo...