Prologo

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La chica de cabello oscuro miraba aterrada todo lo que pasaba. Había caos por doquier, eran 3 contra 20, la oportunidad de salir de ahí con vida parecía nula.
La oscuridad de la noche hacía casi imposible visualizar al enemigo, poco a poco sus ideas para escapar terminaban siendo descartadas debido al problema en el que se encontraban.
La chica analizó una vez más la situación, ya no podría ocultarse detrás de aquel enorme árbol, no mientras sus compañeros de equipo pelaban con todo lo que tenían. Solo le quedaba una opción, era eso o presenciar la muerte de las personas a las que más quería.
Decidida Eileen salió de su escondite, respiraba agitadamente y su rostro estaba empapado de sudor. Hacia mucho que no recurría a esa técnica prohibida por su clan, estaba nerviosa y asustada, no quería llegar a esos extremos, matar nunca estuvo dentro de sus planes.
Con el corazón amenazando salirse de su pecho, ella tomó asiento cerca de donde ocurría la batalla. El chico, al que Eileen consideraba como su hermano, peleaba espalda con espalda con el menor de los Senju en una clara desventaja, no había modo de derrotar a aquellos ninjas de origen desconocido.
Colocó sus piernas en posición de flor de loto, juntó las palmas de sus manos y cerró los ojos tratando de concentrarse todo lo posible. Después de años de meditación, aquella técnica le resultaba relativamente fácil.
Segundos más tarde, una fuerte energía empezó a sentirse. El cabello azabache de la joven empezó a flotar alrededor de su cabeza, al abrir los ojos una intensa luz de color verde empezó a salir de ellos. El poder del jutsu iba tomando cada vez más fuerza, esto llamó la atención de sus compañeros y de sus enemigos. A espaldas de la azabache un ser se empezaba a materializar, brillaba con la misma intensidad de luz que emanan sus ojos. Transcurridos unos pocos minutos, aquella figura semi humana acaparaba la atención de todos los presentes.
Era escalofriante ver a aquella presencia, superaba las dimensiones de un humano normal, su piel asemejaba a la corteza de un árbol, por las finas facciones de su rostro se podría decir que era una mujer.
Eileen cerró los ojos a la par en que este ente de energía pura los abría, al hacerlo, todos se pudieron percatar que carecía del iris y la pupila, eran blancos en su totalidad.
El silencio reinaba y todos habían dejado de pelar para presenciar lo que aquella chica había invocado.
-No puedo creer que llegue a estos extremos- dijo el chico de ojos ambarinos con preocupación.- Tobirama, tenemos que irnos de aquí antes de que sea tarde.
El joven Senju volteó a verlo confundido, no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
-No podemos dejarla sola, no en esta situación.- respondió el peliblanco con el ceño fruncido. No era de los que huía y menos de los que dejaba atrás a un compañero.
-Solo por esta vez, hazme caso y vámonos.- Era más que evidente que tenía miedo, su voz lo demostraba.
El Senju, aún confundido, hizo caso a su compañero. Una vez a salvo arriba de un árbol, observaron lo que estaba a punto de suceder.

Eileen abrió los ojos de golpe, estos aún emanaban con intensidad aquella luz verde, y a su vez, las blancas orbes del espíritu que se encontraba detrás de ella, se volvían totalmente negras. Una escalofriante sonrisa se dibujó en el rostro de la azabache, y entonces, un poder devastador se desató.

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