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El siglo XXVI es muy aburrido, y con esto me refiero a MUY ABURRIDO, no "un poco soso" o "un poco aburrido". MUY ABURRIDO. Así, con mayúsculas y todo. Supongo que la gente piensa que es una época maravillosa y llena de oportunidades y bla bla bla. Ni de coña. Es una completa y absoluta mierda (debo mencionar que ni siquiera se nos permite usar palabras malsonantes. "Mierda" "puta" o "jodida" son expresiones que no conocía hasta que leí un diario de una adolescente del siglo XXI publicado hace unos meses. La verdad es que no fue muy popular. A las pocas semanas lo retiraron del mercado por comentarios obscenos e ideas demasiado revolucionarias y autónomas. Aunque, digo yo, si el Sistema fuera tan sólido como dicen, no importarían las palabras que escribió una chica de 15 años hace ya cinco siglos. Pero como siempre, mi lógica aplastante del "digo yo" no sirve para nada. Digo yo, dice él y dice ella. Decimos demasiadas cosas. Pensamos muchísimas más. Al final lo único que conseguimos con ello es la desaprobación de los demás, aunque, digo yo, si todos pensamos nuestras propias ideas y desaprobamos las de los demás, ¿cómo coño vamos a conseguir algo?).

Es bastante simple. El siglo XXVI es aburrido; el siglo XXI no. Y gracias a mi padre, ahora es posible viajar interdimensionalmente a ese maravilloso siglo. Sí, maravilloso. Al menos me gusta pensar que lo fue. Es cierto que no disponían de todas las tecnologías que tenemos ahora, pero estoy segura de que eran mucho más felices y tenían mucha más libertad (o al menos la libertad suficiente como para no verse obligado a llevar el mismo uniforme feo y soso durante más de la mitad de la vida). He visto fotos sobre la ropa que llevaban algunas adolescentes de entonces; prendas coloridas, estampados originales y unos extraños pantalones ceñidos a las piernas de un color que no creo que pueda llamarse color, más bien es un tejido, una textura de aparencia azulada (el caso es que parecen incómodos, pero a aquellas chicas les sentaban tan bien que adivino que valdría la pena). 

Decido enfocar de nuevo la mirada hacia mi familia, y les veo con esa expresión que ponen siempre que me quedo demasiado tiempo mirando a la nada sin ni siquiera darme cuenta. Esta es una de esas veces. Mis padres nos miran expentantes con sonrisas de oreja a oreja. Mi hermano finge una sonrisita, y me da la sensación de que no le importa ni lo más mínimo poder viajar al pasado. Él "ha nacido para ser el inventor con la mejor mente del siglo" (cuando me lo soltó con una sonrisa de superioridad, me dieron ganas de, como diría la adolescente del diario; ¡mandarle a la puta mierda!).Al final opté por darle una palmadita en la espalda y largarme.

-- Bueno, ¿qué pensáis? --pregunta mi padre al final. Ese es el momento exacto en el que reacciono.

-- ¡Joder, papá! ¡Es genial! ¡Es absolutamente genial! ¡Joderjoderjoderjoderjoder!

-- ¡NEISALITH! --grita mi madre horrorizada.

-- Lo siento, lo siento. Lo que estaba diciendo es que es genial. GENIAL --me he levantado de la silla de la emoción y doy pequeños saltitos--. PAPÁ, TENGO QUE USAR ESA COSA. VENGAVENGAVENGAVENGAVENGAVENGA.

-- De momento nuestro único viajero al pasado ha sido un gato. Todavía no sabemos el efecto que podría causar en humanos.

-- ¡Yo puedo probarlo! --grito animada.

-- Total, peor de lo que está no se puede quedar --añade mi hermano con una risita que hace que le lance una mirada asesina.

Mi padre hace caso omiso del comentario de mi hermano y se dirige a mí de nuevo.

-- Neisalith, debes entender que no puedo permitirme el mandarte al pasado sin saber que es seguro.

-- ¿Y quién va a probar que lo sea?

-- Pues.. aún no lo sabemos, la verdad.

-- ¡Venga, dejadme ser yo! Al fin y al cabo, dentro de tres días seré mayor de edad. Puedo decidir sobre mi propio futuro.

-- Eres tan cabezota, hija --dice mi madre con paciencia--. De todas formas, tenemos que pensarlo.

-- Eso es verdad. Y deberías tener en cuenta que, si de verdad decidieramos mandarte, tendrías que estar por lo menos un mes allí, para comprobar que tampoco ocurre nada a largo plazo --comenta mi padre mientras se frota el mentón.

-- Eso está hecho --me dirijo a mis padres y les doy un beso en  la mejilla a cada uno. Después me despido y voy rápido de vuelta a mi cuarto.

Antes de llegar, paso por la cocina y me cojo una peranzana. Me encantan las peranzanas. En realidad es un invento "nuevo" (de hace una década). Tiene una forma ovalada, piel verde rugosa e interior blanquecino. En cuanto al sabor, es una especie de fruta super-mega-hiper-extra-absolutamente-fantástica que combina, como su nombre dice, la pera y la manzana. 

Normalmente no me dejan usar el billep en días lectivos, pero hoy es un día especial. Además, tengo los tres jens que me han sobrado de la vuelta. Abro la puertecita del billep y entro, marcando la dirección que quiero y después metiendo los jens en la abertura. El mareo usual del viaje se pasa a los pocos segundos, en cuanto llego a mi destino. Empujo la puerta ligeramente, pero solo veo una rendija de luz, porque algo o alguien está bloqueando mi acceso. 

-- ¿Susan? --pregunto. Al momento noto que ese obstáculo se retira y consigo abrir completamente la puerta, dejando ver ante mis ojos la bonita habitación azul cielo que tanto conozco. Al instante Susan se coloca frente a mí con los brazos en jarra.

-- Joder, Neis. ¿Qué haces aquí?

Sonrío intentando parecer misteriosa (intento fallido) y doy un paso adelante para salir del billep de Susan. Después, nos sentamos en el suelo apoyando las espaldas en su cama y procedo a contárselo todo. Ella me escucha atentamente, y al final me pregunta obsesivamente si podría venir conmigo. Le digo que tengo que comentárselo a mi padre, que no es seguro. Ella asiente contenta y nos damos un abrazo emotivo. El edificio de Susan cuenta con jardin, así que tras haber cotilleado un rato sobre Kyle salimos y nos tumbamos en el mullido césped a tomar el sol invisible tras las nubes.

XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora