Las calles de Tokio estaban completamente iluminadas, la noche había cubierto la ciudad varias horas atrás. Serena iba con el rostro recostado por la ventanilla del coche de Haruka, su rostro todavía iba cubierto por finas lágrimas y sus hermosos ojos azules carecían del brillo particular que la caracterizaba.
—¿No prefieres que me quede contigo un rato más? —indagó suavemente Haruka, mientras bajaba las maletas de Serena en el pasillo.
—No es necesario. Ami y las demás ya vienen para acá —respondió sin mirarla sorbiendo por su nariz.
—Sabes que no me molestaría hacerte compañía, cabeza de bombón.
Serena sonrió tímidamente, esa muchacha era tan dulce con ella desde siempre. Llenaba de calidez su alma en esos momentos.
—Lo sé... —respondió al fin mirándola, jugueteando con sus dedos— no te preocupes por mí, tú también tienes cosas que hacer y las chicas pronto estarán aquí.
Haruka iba replicar pero Serena no le dio oportunidad, ya estaba abriendo la puerta y metiendo dentro del apartamento sus maletas.
Cuando se vió sola se permitió llorar una vez más, acurrucada en el piso contra una esquina en la entrada, se desahogó e intentó liberar su alma de tanto dolor.
Mina sabía que su amiga era engañada por su amado Darien y aquello la destrozó más cuando la vió llorando en el suelo del recibidor.
Traía consigo todas sus cosas, apenas tuvo la oportunidad, sacó sus pertenencias de la casa de Darien, y regresó al apartamento que compartía con su amiga.
—¿Tú lo sabías, no es así? —preguntó Serena con los ojos trasnochados e hinchados de tanto llorar —intentabas decirme algo sobre Darien, pero luego dudabas y callabas.
—No lo niegues, Mina —habló Lita que llegaba, junto a una decepcionada Rei y una extremadamente preocupada Ami, quien de inmediato abrazó a la rubia de chochitos.
—¿Era eso, verdad? ¿Los habías visto juntos, no es así? —insistió Serena acongojada.
Mina trató de defenderse de las acusaciones.
ESTÁS LEYENDO
Mi chica predilecta ©
FanfictionA Serena la habían engañado con la absurda mentira de las almas gemelas y el destino. Demasiado ingenua para no caer ante esos hermosos ojos, demasiado torpe para mantener su atención. A Haruka le cegaron los desvaríos de un amor prohibido. Se entre...