Atemporal.

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El mundo tal y como era conocido por nuestros padres, ya, hace unos siglos. Dejó de existir...

El polvo del desierto árido, el sonido de la desolación y la luz residual radiactiva se colaban a través de un orificio.

-Yo soy, mi padre fue y tu serás. Hagamos nuestra semejanza-.Se escuchó en el vacío de la oscura cueva. Entre el revoloteo de las aguas que causaba una gotera.
Un padre hablándole a su hijo mientras lo mecía en sus brazos. Un bebé.
La voz se mantuvo como eco eterno en aquella cueva, resonando en el tiempo. Y ahora volvía a resonar.

Hubo un soplo de aliento. Un suspiro. La respiración de un hombre despertando. Él era aquel niño hecho hombre. Despertando de un profundo sueño como de 3 días. Despertando al escuchar aquella voz que perdura y resuena en el tiempo. Algo más que un recuerdo. Trascendente. Atemporal.

Se levanto de su sueño profundo. Se lavó las manos y la cara en una pequeño pila natural formada por las rocas de la cueva, donde caía la gotera. Sus manos no estaban sucias, más él se las quiso lavar en el agua. Un anillo brillante en uno de sus dedos expandía la poca luz que entraba a la cueva, aunque, él y sus vestimentas brillaban como si tuvieran luz propia. Con sus manos rocío agua en su cara. Cara simétrica entre el largo de su cabello. Nariz perfilada. Imponentes cejas. Cara perfecta. La barba estaba algo crecida. Abrió sus ojos cafés. Y dijo:

-Yo soy-.Seguido por un suspiro.

Caminó hasta la puerta hecha de piedra., Le esperaban dos jóvenes señores al otro lado, que, al percatarse de que la puerta se movía, le ayudaron a mover la enorme roca moldeada como puerta. No porque él no pudiera solo. Pues él era alto y fuerte, musculoso. Más bien por cortesía. Pues eran servidores.

-Mi Señor... Nos comenzaba a preocupar. Creímos que no despertaría. -Dijo uno de ellos.
- El aguijón de Azrael no puede contra nuestro Señor. No lo olvides Ismael.-Replicó en carcajadas de risas, el otro.

- Amigos mios... ¿Han estado esperándome aquí, todo este tiempo?. Entonces... ¿Quien ha separado el trigo y la cizaña?.- Les pregunto su señor-

Ellos, temerosos se vieron las caras. Apenados por fallar en su responsabilidad.

Respondió Jacob el mas joven de los dos:

-Ha pasado mucho tiempo mi Señor. Desde que fuiste a batallar contra Isthar han pasado 3 tiempos y medios. Y aunque fuiste acompañado, tus acompañantes no eran guerreros. Eran cobardes, que te abandonaron y dejaron solo.

-Se bien a quienes elegí para la batalla- Replicó el Señor.

-Encontramos tu cuerpo, tirado en el desierto, como muerto. Traspasado una y otra vez, por el aguijón de Azrael. Estabas ensangrentado sin apariencia humana. Tu sangre corría por el gran río. Te creímos muerto... -insistió Jacob.

-Tranquilos- Les calmó- sabía que esto pasaría. Por eso le dejé todas mis cosas, encargadas a Simón.

Caminó en compañía de los dos hasta otra más de las tantas cuevas, que, formaban una red de túneles , laberintos y edificaciones. Esta cueva funcionaba como comedor. Estaba cubierta de madera. Había un almacén de comida y una gran mesa, larga, Como para 12 personas.
Se sentó, tomó Pan de la mesa, lo partió y repartió a sus acompañantes. Quedándose él con un pedazo también. Mientras comían dijo:

- No quiero, todavía, que todos me vean. A su debido tiempo me verán. Necesito primero preparar todo para la segunda batalla. Será la batalla final -recalcó con su dedo índice y una gran certeza se veía en su rostro sonriente-.

-Aquí hay queso y también uvas -dijo Ismael., el otro de los dos servidores.

Tomaron todos algo de queso, dejando las uvas para el final del banquete.
-Así que, iré ver a Simón. Dijo el Señor.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2018 ⏰

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