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- Golpéame.


Chris flexiona sus bíceps.


- ¿Qué? Estás loco.


- Claro que no. Dame un buen golpe.


Jerry lo golpea suavemente en el estómago.
El abdomen de Chris es duro como una roca. Él ni siquiera se inmuta.


- Eso fue demasiado suave. Hazlo otra vez.


Jerry lo golpea un poco más fuerte.
Su corazón palpita cuando sus nudillos hacen contacto con la piel desnuda de Chris.
Esta vez, Jerry no retira la mano del abdomen de Chris...
El instinto es casi espontáneo, sin tener conciencia de ello.
Mira su mano y deshace su puño extendiendo los dedos.
Chris lo mira inexpresivo.


- Yo...


Debajo de la mano de Jerry la piel de Chris es cálida y suave.
Es tan perfecta que casi hace que Jerry comience a sudar.
Porque siendo honesto consigo mismo...

Él imaginó ese momento cientos de veces.
Quizá miles de veces.
Pero no está seguro...

¿Alguna vez Chris lo habrá imaginado también?
Y ahora que ese momento se está materializando ante ellos...
Jerry no sabe qué decir.
O si puede encontrar dentro de sí el valor necesario para decirlo.


- ¿Jerry?


En la voz de Chris hay cierto desconcierto, pero no molestia.
Sus ojos marrones oscuros buscan los ojos verdes de Jerry.


- Yo...


Jerry se paraliza sin despegar la mano del vientre de Chris.
Su corazón retumba.


- Chris. Yo... yo pienso en ti.


Jerry retira la mano, da un paso atrás y se da la vuelta.

El desayunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora