-Capítulo 5-

1.9K 181 11
                                    


Sarada se quedó perpleja al ver la gran mansión que tenía delante. Se había imaginado muchas veces la gran casa en la que vivió su padre, pero esto pasaba sus expectativas. Pero por muy grande que fuera, no dejaba de pensar en lo solo que se sentiría vivir ahí, cada esquina de esa oscura casa recordaba la gran soledad que la invadía. Miró a su padre tristemente, su infancia no fue nada agradable. Sasuke abrió la puerta de la casa, y los dos entraron sin dirigirse palabra alguna como lo habían hecho en todo el camino hasta aquí.

- Ponte cómoda y eso, yo iré a darme una ducha. –Se fue al cuarto de baño y todo volvió a estar en silencio de nuevo.

Las horas pasaron y el sol comenzó a descender formando un hermoso atardecer en la aldea. Sarada se fue al jardín a verlo mejor, mientras que Sasuke se quedó dentro.

- Bonito atardecer –Sasuke se apoyó en el marco de la gran puerta que daba al jardín.

- Es mejor cuando lo disfrutas con alguien –Sarada no apartó la mirada de aquella hermosa vista.

- Me sorprende que no hayas preguntado nada sobre el porqué no hay nadie más de mi clan.

- No quería forzarte a hablar, me puedo imaginar lo que ha pasado y no debe ser nada agradable recordarlo. –Sasuke se mantuvo callado por un rato.

- Dime la verdad –Sarada le miró extrañada. –Sé que todo lo que nos habéis dicho sobre vosotros es mentira.

- ¿Mentira? ¿De qué hablas?

- En serio –le interrumpió –Podéis engañar todo lo que queráis al bobo de Naruto, pero a mí no me la coláis tan fácilmente.

- No sé de qué estás hablando.

- Entonces ¿por qué no te has quitado la chaqueta en todo el rato? Me pregunto ¿chocaros con Naruto fue realmente casualidad? No lo sé, todo me produce mala espina –Comentó el azabache. La chica se quedó estática, no sabía bien que decir, imaginaba que su padre no se quedaría tranquilo sabiendo que tenía a una completa extraña viviendo bajo su techo. ¿Qué debía hacer? Si decía algo que no debía, la cagaría. -¿Vas a decírmelo ahora? Dime, ¿de qué o quién estáis huyendo?

- No te puedo contar nada –se disculpó. - Lo único que puedo decirte es que puedes confiar en nosotros y que antes de que te des cuenta, ya nos habremos ido. Eso espero la verdad. Sé que es difícil creerme, pero te prometo que no estamos aquí para hacerle daño a nadie.

El Uchiha se le quedó mirando por unos segundos mientras meditaba. No entendía porqué, pero la creía. Algo en sus ojos reflejaba que no estaba mintiendo, y que, en realidad, no tenían malas intenciones ni maldad alguna en su interior. En el fondo, esa chica le recordaba a él. Esa mirada tan solitaria era algo que tenían en común. ¿Se sentía traicionada por alguien? ¿Había sido traicionada también por alguien que quería? 

- ¿Te hizo mucho daño? - Sasuke se sentó al lado de la chica. -La persona que te traicionó. 

- Bueno, algo así. Hace poco descubrí que ha estado mintiéndoles a todos. Sabes, tampoco es que haya sido parte de mi vida, se perdió muchas cosas de ella y, aunque lo niegue, en realidad si que le guardo algo de rencor por eso. Ha sido difícil crecer sin esa persona, siempre he sentido que me faltaba algo. Mi madre siempre esta ocupada trabajando, y no tengo más familia, solas ella y yo. Te mentiría si te dijera que a veces no me siento sola, pero por suerte, ahora he conocido gente que me acompaña cuando me siento así. Tengo un equipo que, aunque sean algo idiotas e irritantes la mayoría del tiempo, se han vuelto mis mejores amigos. Me iluminan este frío y oscuro camino.      

- Ya veo -Sasuke reflexionó sobre esas palabras, la entendía bien, demasiado bien. Él también se sentía solo muchas veces. Vivía en una infinita oscuridad la cual le iba engullendo cada día más. En su camino, solo existía un único objetivo. La venganza. La soledad era algo que no le gustaba, pero que no podía evitar. No podía permitirse encariñarse con nadie, porque eso le supondría  desviarse de dicho objetivo. En su caso, él también tenía a personas que le acompañaban, un equipo al cual poder aferrarse en sus días más solitarios. Pero no podía, sabía que no podía hacerlo. Debía volverse fuerte y acabar con él, necesitaba todo el odio del mundo para hacerlo. - Es tarde, deberías descansar. Mañana será un día movido.    

Sarada asintió y se levantó camino a la cama. Estaba reventada, habían sucedido muchas cosas en tan solo un día. No pudo evitar preguntarse que estaría pasando en casa de Naruto. ¿Naruto también habría sospechado al igual que su padre, sobre ella y Boruto? ¿Le estaría interrogando ahora mismo a su amigo? No tenía ni idea de como había sido el Septimo de niño, pero de algo deberían estar hablando. Después de todo, no se había convertido en Hokage por nada ¿verdad? 

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

- ¡Devuélveme el ramen, idiota! –Naruto perseguía desesperadamente al otro rubio por toda la habitación.

- ¡No hasta que me zedas la cama! ¡No pienso dormir en el suelo! –el rubio del futuro corría y esquivaba todo lo que podía.

- ¡Deberías estar agradecido de que te quedes en mi casa!

- ¡Son órdenes de la Hokage! ¡Aguántate! –le sacó la lengua burlón.

- ¡No he comido nada en todo el día! ¡Ten un poco de empatía! –se quejaba.

- ¡Muérete de hambre!

Y así estuvieron toda la tarde, hasta que Naruto decidió que los dos dormirían en la cama, no sin antes aclarar que necesitaba su espacio vital. Si le tocaba le tiraba de la cama, si se acercaba demasiado le tiraba de la cama, y si pasaba de la línea acordada le tiraba de la cama. Esos dos nos eran muy diferentes, se notaba que eran padre e hijo después de todo.   

................................................................................................................................................................

Un amor del pasado [NARUSASU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora