[Los milagros, aquellos fenómenos que no podemos explicar, nos rodean por todas partes: la vida misma es un milagro de los milagros.]
[George Bernard Shaw]Mientras Yuichiro seguía a quien se hacía llamar Mr. Shinya por un estrecho corredor que partía del fondo del salón, tuvo la impresión de haber entrado en un mundo de caprichosas reglas donde nada de lo que había aprendido antes le serviría.
Imaginaba que el anfitrión le mostraría tres figuritas —como los reyes magos, pero con uno más— que tenían para él algún significado mágico.
Por eso, cuando se encontró al final del corredor con una cortina gruesa de color rojo, ya no supo qué esperar.
Un resplandor igualmente tenue y tembloroso se filtraba tímidamente por debajo de la tela.
Shinya le susurró al oído:
—Puedes apartar un momento la cortina y mirarlos, pero poco rato. Han trabajado mucho hoy.
Sin entender absolutamente nada, Yuichiro hizo lo que decía. Se sorprendió con lo que vio al otro lado de la cortina. En un espacio cuadrado iluminado por velas, tres chicos y una chica de su edad estaban sentados, con las piernas cruzadas, ocupando las cuatro esquinas de una alfombra estampada con los puntos cardinales.
La estrella del centro debía ser el lugar que ocupaba Mr. Shinya.
Como todos tenían los ojos entornados y parecían estar meditando, tuvo tiempo de fijarse en “los cuatro magos”, como lo había presentado su maestro, el cual le susurró:
—Cada cual ocupa un punto cardinal.
De repente Yuu entendió lo que significaba “4MC”, los cuatro magos cardinales, y los observó aún con más interés.
Ocupaba el norte una chica de melena color uva y rasgos algo duros, se veía que tenía un carácter fuerte.
En el este, un muchacho de hombros anchos con el pelo rebelde parecía estar proyectándose hacia una lejana dimensión. Vestía un casaca negra similar a los luchadores de Kung Fu.
En el sur, un chico con gafas —le sorprendió que las necesitara con los ojos cerrados— se balanceaba ligeramente, como si temiera quedarse dormido durante la meditación.
En el oeste, un chico de rubia cabellera tenía las palmas de las manos levantadas. Pese a este gesto, parecía el más terrenal de los cuatro.
Yuichiro corrió la cortina y dio un paso atrás. No entendía qué clase de magos eran aquéllos ni qué hacían allí un domingo a la una y media de la madrugada.
Como si hubiera escuchado su pensamiento, mientras le acompañaba a la salida Mr. Shinya le susurró:
—Están esperando una señal para irse a casa. Han trabajado mucho hoy.
“Trabajar” no parecía el verbo más adecuado —ya era la segunda vez que el viejo lo utilizaba— para lo que había visto en el salón cuadrado, así que se atrevió a preguntar:
—¿Qué hacen hay todo el rato?
La respuesta del peliblanco puso a Yuichiro inmediatamente en guardia.
—Te están ayudando.
—¿Cómo?
—Con la mente se han dedicado a limpiar los caminos para que pudieras encontrarnos.
—He venido gracias a una hoja naranja empujada por el viento —puntualizó Yuu, ya en la puerta.
Cuando su amo abrió, los tres gatos salieron en fila y se situaron en diferentes peldaños de la escalera, como si guardarán al entrada a la casa.
—A veces hay que hablarle al viento para que traiga lo que tiene que traer —concluyó Shinya—. Hasta mañana.
Aunque estaba decidido a no volver a aquella casa, por cortesía hacia el maestro le preguntó:
—Y yo... ¿Debo traer algo?
—Sí.
Esperaba que le pidiera dinero, como todos los gurús de los que había oído hablar. Pero, una vez más, iba desencaminado.
—Trae tu nombre.
—Eso es bien fácil, ¿no me he presentado? Me llamo Yuichiro.
—Mentira.
Se detuvo en el último peldaño, donde uno de los gatos se puso a jugar con el cordón de su zapato derecho hasta lograr deshacerlo.
—Tú no te llamas Yuichiro —prosiguió Shinya—. Te llaman así tus padres o padres adoptivos, que son los que te pusieron el nombre.
—¿Y no es así siempre? —replicó aturdido—. Que yo sepa, la gente suele llevar el nombre que le dan sus padres.
—Por eso sufren en el mundo, porque van de prestado. Uno no es nadie hasta que encuentra su propio nombre.
—Pero... ¿Dónde voy a encontrarlo?
—Eso es cosa tuya.
Dicho esto, cerró la puerta dando por finalizado el encuentro.
Un nuevo zumbido le permitió abrir una de las grandes puertas que daban a la calle.
La luna llena sobre su cabeza parecía a punto de deshacerse en su claridad lechosa.
[Continuará]
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El Secreto De La Psicomagia
Fanfiction~Yuichiro Ichinose es un joven adolescente con un pasado oscuro, Mikaela es un esperto el la psicomagia, su caminos se cruzarán y se perderán en un juego en el que el amor es el peor de los venenos~. [Todos los créditos de los personajes a Owari No...