Día zero

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Te miraba como los leones a sus presas. No las grandes presas; las pequeñas. Las que sabe que son fáciles, las que se saborean sin demasiado esfuerzo. Aquellas que todavía no son lo suficientemente astutas como para no fiarse. Las que ignoran, que la zarpa las puede abrir en canal.

Te miraba como los labios quebrados de un náufrago, vislumbrando por primera vez tierra firme. Con pureza, con deseo, con esa insaciabilidad.

Y yo, que lo miraba a él como si fuera a salvarme la vida, como si fuera a coserme el corazón a la vez que introducía su lengua en mi boca, entre mis piernas.

Yo, ilusa de mí, que lo miraba como si pudiera ser algo más que carne, hasta que entendí que realmente lo era. Que sólo iba a salvarme de mi cascarón, que estaba haciendo que la que se afilase las uñas, fuera yo.

Que no estuve obligada, que lo hice porque el amargor de la adrenalina me palpitaba detrás del negro de mis ojos, porque quería verlo enloquecido entre mis piernas, porque quería que me deseara una y otra vez. Quería, que me hiciera correrme con mis propias manos sin sentir vergüenza de mi misma, que sacara la bestia que llevo dentro, que se me dilataran las pupilas cada vez que me empujaba contra la pared del baño.

Te miraba de forma peligrosa, conociendo todas tus debilidades y al mismo tiempo, reforzando todas tus virtudes. Te agarraba como si no hubiera un mañana, como si la vida no fuera en blanco y negro, como si todas las conexiones del mundo estuvieran en el mismo sitio.

Por eso dejé que se metiera entre mis piernas, porque me hacía sentir mujer. Por eso dejé que se metiera entre mis piernas, porque quería todo y a la vez nada de mí.

Que no estuve obligada, que empecé siendo un cachorro y esta noche va a ser la leona que se monte encima de él.

Me mira de forma peligrosa, aunque ni siquiera pueda tocarme. Y yo, le devuelvo la misma mirada, mientras le muerdo el cuello y le araño la espalda.

Él te miraba como el lobo que ve al ciervo herido. Lo que no sabe es que yo ya no estoy herida; ahora soy yo la que lo mira como la próxima presa de la noche.


Como hockey sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora