Day two

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¿Qué es lo que me pides que acepte?

Tus ganas, las mías, el sentimiento agridulce de vuelta a casa.

El sabor metálico de mi boca, el verde pantano de tus ojos, la paz adulta cuando te despides y me besas.

¿Qué es lo que quieres de mí?

Que te de un regalo de cumpleaños en forma de deseo.

Soportar que me digas que me merezco a alguien a tiempo completo. 

Mi madurez incluso en los días en los que no soy yo.

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Me provocas mucha rabia, mucha ira, cuando pienso en que crees que estás usando a mi pequeña parte inocente, cuando pienso que crees que esto va a durar hasta que estés demasiado cansado.

Me provocas una incompatibilidad sentimental tremenda, cuando piensas que soy la mujer que te gustaría tener en tu cama.

Me provocas una indisputabilidad. Haces que no te pueda negar cuando me doy la vuelta para tenerte dentro. Haces que me vibre el cuerpo y el nerviosismo, las ganas, lo prohibido, tu aliento desesperado, tus pupilas dilatadas cuando me bajo las bragas. 

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Haces que me sienta vacía cuando me llenas, haces que me sienta activa cuando bostezo, que me acuerde de ti y de todas nuestras estúpidas consecuencias, que piense "No puede ser real" cuando yo accedí a que así lo fuera. 

Hago, que cumplas todas tus fantasías conmigo, que me hagas despegar y que me partas a bocados la coraza, la vergüenza de la sexualidad femenina. Que te tengo que dar las gracias por haberme hecho descubrir cosas que creía que nunca podría hacer, y que ahora me hacen correrme encima de ti. 

¿Las gracias? No, tú no has hecho nada por mí. Las alas yo ya las tenía; lo único que hiciste fue empujarme para que las extendiera entre tus piernas. Y ahora estoy alto, viéndote lejos. Viendo que no vas a ser el que maneje los hilos de la historia; creías que me tenías bajo control y lo único que has hecho, es darme fuerza. 

Como hockey sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora