El atardecer, coloreando el cielo y los rayos débiles del sol en el horizonte eran las cosas que me tenían atrapada esa tarde de primavera. Durante unos segundos, cerré mis ojos para saborear el calor que, poco a poco, se iba disipando con la ida del sol.
Unos minutos más tarde, el sol ya no estaba y pocos colores anaranjados estaban en el cielo. La habitación se encontraba oscura, silenciosa. Por un momento, me quedo atrapada en ese escenario. Me parecía tan atrapante el hecho de que dentro de tanta oscuridad, siga habiendo belleza. Observaba cada rincón con deleite y me tomaba mi tiempo. ¿Por qué apurarme? No era necesidad inmediata.Mamá me había llamado desde la planta baja de la galería de arte, avisándome que nos íbamos. Agarro mis cosas, le echo un último vistazo al lugar y voy corriendo hacia la puerta. Mi familia ya estaba esperándome dentro del coche. Esa tarde fuimos a la galería porque mamá quería ver una nueva exposición que había en el pueblo.
La noche había caído por completo. Ya hemos cenado. Me encontraba en mi habitación, acomodando mis útiles escolares para mañana. Será mi primer día de clases en 6to año de la secundaria y me encontraba algo ansiosa ya que es una nueva escuela. Nos habíamos mudado por ciertos asuntos familiares que mis padres nunca aclararon.
Una vez acostada en la cama, miré al techo y un sonoro bostezo se escuchó de mi parte. Estaba muy cansada y era evidente que debía de dormir. Puse la alarma a las 6 a.m y otras más con cinco minutos de diferencia entre cada una. Ahora eran las 11 de la noche y la luna se veía tan brillante desde la ventana. A veces, me pregunto cómo es que algo puede ser tan hermoso y estar tan alejado a la vez. Los poetas y escritores le han atribuido tanta belleza que es imposible no dejarse llevar por ella. Poco a poco, mis ojos se van cerrando sin darme cuenta y caigo en un profundo sueño.
Me despierto de un susto. La habitación está en silencio y oscura. Miro la hora en mi celular: las dos de la madrugada. Me levanto para ir a la cocina y tomar un vaso de agua ya que estaba algo sedienta. Al abrir la puerta, lo que veo no es el pasillo de siempre, sino uno más oscuro y siniestro. Me adentro en él y mi puerta se cierra de golpe. Me sobresalto del susto y mi respiración se vuelve algo pesada. Camino un poco hacia adelante y me doy cuenta de que estoy en una especie de laberinto con muchas puertas. No entendía lo que estaba sucediendo.
Camino un poco, con pasos inseguros y una canción de cuna se escucha de fondo. Parece la típica escena de una historia de terror, pero, por algún extraño motivo, no estaba asustada. Sigo un poco más y abro una de las puertas. Me encuentro a una versión de mí misma de seis años, jugando en el jardín de la abuela con una pelota. La imagen me trae muchos recuerdos que nunca olvidaré. Cierro la puerta y sigo avanzando. Abro otra puerta y veo a mi mamá y a mí, ella me estaba preparando para el último día de clases en la primaria. Sonrió y sigo. Dejo unas dos puertas atrás y abro la que sigue. Me sobresalto y quiero cerrar la puerta, pero algo me lo impide. Un sujeto de edad avanzada, irreconocible a la vista, pero no para mi memoria, se encuentra sentado junto a mí en la mesa de la cocina. Todos se habían ido a preparar para dormir. Nos habíamos quedado charlando. Cuando se dio cuenta de que no había nadie cerca, llevó una de rugosas y regordetas manos a mi pierna derecha y comienza a acariciarla. Tuve la misma reacción que mi yo de trece años. Me quedo estática, mirándolo con lágrimas que trato de contener. Mi respiración se vuelve agitada y quería pegarle. La niña corre la mano, pero él vuelve a ponerla sobre la pierna, esta vez, un poco más arriba. Emitía un ronroneo que nos causaba nauseas y ansiedad. La miro y sé cómo está sufriendo por esto, sé cómo sufrí por eso. Cierro la puerta detrás de mí. Mi respiración se vuelve muy agitada y mi vista, nublosa. Cierro mis ojos por un momento. Trato de regular mi respiración, pero comienzo a llorar. Todo dentro de mí se siente como si me estuviera quemando.
De repente, estoy cayendo en una especie de túnel vertical. Cuando caigo, lo hago sobre pedazos de vidrio. Me parecen curiosos ya que parecían estar dibujados o tener escrito algo. Miro atentamente y veo imágenes mías, de mi vida, tanto de mi infancia como parte de mi adolescencia. Los símbolos dibujados eran cosas que me representaban. No entendía qué estaba pasando. Me levanto y sacudo mi ropa del vidrio, pero me corto con un pedazo que se encontraba en la parte trasera de mi remera. Lo raro es que no sentía dolor alguno.
Sigo un camino que parecía llevar a una luz, pero parece interminable. De pronto, aparece una señora de avanzada edad que me mira con extrañeza.
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• ᴄᴜᴇɴᴛᴏs ʟɪʙʀᴇs •
عشوائيEste libro sólo tiene el objetivo de hacer que disfrutes la lectura. Cuentos libres hace referencia a que los cuentos no tienen una temático en común, simplemente hablaré de lo que quiera hablar. Espero que lo disfruten. - Romi