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Me quite los audífonos al escuchar una voz familiar. Observe la hora, las 9:00 am. Era hora desayunar, era mejor bajar antes de desesperar a mi madre. Pause la música y me levante, abrí la puerta sin muchos ánimos, es delicioso comer pero no es genial que te interrumpan en medio coro. Pasando por el pasillo termine bajando las escaleras, sentí que mi estómago le creció un oyó al oler la masa de los panqueques recién hechos. Encontré a mi madre con la comida recién servida, estaba dispuesto a tomarlos y volver a mi curto pero en cuento intente acercarme sentí un golpe seco en mi mano, proveniente de mi madre.

-Llama a tu hermana primero. -Arrugo la frente. - Comeremos en familia.

Qué envidia ser el favorito. Le respondí con una mala cara y regrese para levantar a la perezosa, con gusto le gritaría a todo pulmón pero no quiero otro castigo. Me apresure hasta llegar a la puerta de mi hermana y despertarla lo más dulce que pueda. No me moleste a tocar, a estas horas sigue dormida.

Abrí la puerta y era todo lo que me esperaba, mi hermana envuelta en las sábanas, con el celular en la mano y sin señal de vida alguna. Busque lo primero que enocontrara, a la mala suerte de Isabella era un reloj, el cual se supone que la despierta, se lo lance sin cuidado. Pude ver que funciono al escuchar cómo me gritaba mientras se levantaba de un solo.

- ¡Estúpido! - Uy que boquita la tuya hermanita.

- Te amo. - Le sonríe y cerré la puerta antes de que me atacara.

Después de recibir la regañada de parte de mi madre de despertarla dulcemente, ella bajo dándome el golpe que me esperaba un poco más antes. Comenzamos a comer como siempre, solo había algo que no sentía que cuadraba, mis padres no hablaban, solo se disponían a comer y estar en los celulares. Bastante extraño, ellos nos tienen prohibido usarlos al comer porque debemos convivir. Después de desayunar mis padres se fueron más rápido de lo normal, algo de verdad extraño. Mi hermana no le dio importancia, solo se levantó a comer avena y a ver televisión.

- ¿En serio no notaste nada extraño? - Continúe insistiendo.

- No. - apenas la logre escuchar por tener avena en su boca. - Seguro no es nada, nuestros padres no son perfectos. ¿Sabes? - Dijo claramente. En eso tiene bastante razón.

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Habíamos terminado de ver el maratón de películas de terror que teníamos planeado, solo quedaba limpiar el resto de comida chatarra que ordenamos. Y cuando me refiero "ordenamos" me refiero a que yo me la pase limpiando mientras mi hermana se iba al cuarto a ver videos en internet. Mientras buscaba algo rápido que cenar, vi el calendario. No estaba en el sitio habitual. Ahora que lo recuerdo, se supone que las clases comienzan en unas semanas y aun no veo a mis padres comprado los útiles, dándonos sermones o, mejor dicho, matriculándonos. Ni siquiera recuerdo a mi madre comprando ropa nueva. ¿De verdad lo olvidaron? Bueno, en ese caso debería a comenzar a ser independiente, si siguen así, probablemente faltaremos un mes a la escuela y no nos daríamos cuenta.

Escucho que la puerta del garaje que se habré, ya era hora que llegaran. Ya casi es de dia

Al terminar de estacionar el auto, tocan la puerta. Me dirijo abrirla, los dos me saludan. Mi madre me da un beso en le magia mientras mi padre me da un medio abrazo.

- ¿Qué son estas horas de llegar? - Pregunta mi hermana al bajar de las escaleras, mis padres la saludan con grandes sonrisas. - ¿Los agarro el tráfico?

Mis padres se voltearon a ver, con expresiones nerviosas. Lo sabía, algo raro pasaba aquí. Mi madre se voltea y comienza a rebuscar en su bolso, no tardo casi nada cuando saco dos papeles con letras que no logro alcanzar a leer por las manos de mi madre

- No sabíamos cómo explicarles esto. - Dijo seriamente. - Pero nos tenemos que mudar.

¿¡Qué!?

- ¿Qué? ¿A dónde? - Pregunto mi hermana saliendo del trance emocional.

-Chicos sabemos que es algo sorprendente para ustedes. - Dijo mi Padre intentando salvara la situación y que no entráramos en pánico. - Fue igual de sorprendente para nosotros. Necesitamos mudarnos por nuestro trabajo, nos pueden despedir si no lo hacemos.

- ¿Por cuánto tiempo? - No me respondieron. - ¿Un mes, una semana?

- Permanentemente nos mudaremos a California. - Puso sus manos en mis hombros.

- Por favor no exageren. - Mi padre apoyo a mi Madre. - Sé que será muy difícil

- Dejaremos nuestra casa, nuestros amigos, nuestro país. - Interrumpió Isabella. - ¡Tendremos que aprender otro idioma! Tampoco podemos tomarlo a la ligera.

- ¿Por qué no nos avisaron desde un principio? - Intenté tranquilizarme, no me agrada irme así como así. Sin despedirme de los que quiero.

- No queríamos que se alteraran o intentaran algo. - Bueno, sé que hubiéramos insistido en no irnos pero tampoco quemaríamos el avión

- ¿¡Cuando nos vamos!? - Por favor que sea en dos años, oh bueno, con tan solo despedirme de los que quiero y hacer una increíble despedida para ser recordado en el colegio,

- El domingo. - oh rayos - Este domingo. - Especifico, sabía que le íbamos a preguntar si era este domingo o el otro domingo, o tal vez el domingo del próximo año. Sí que nos conoce bien.

Ya no tengo más preguntas que a hacer, simplemente quiero convencer a nuestros padres que no nos saquen de nuestro hermoso hogar. Volteo a mi hermana, a juzgar por su expresión, ella está igual de sorprendida que yo.

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Ni siquiera intentamos suplicar, era totalmente en vano. No serviría de nada, tanto como el trabajo de mis padres y ellos, eran estrictos y cuando dicen algo simplemente se cumple. En cuanto llego el sábado, el camión de las mudanzas estaba en nuestra casa y con ello, comenzar a poner nuestras pertenencias en cajas envueltas en plástico. Las cosas pasaron demasiado rápido, solo era empacar y aceptar que nos iremos, aceptar que dejaremos todo atrás. Supongo que es mejor aceptarlo que estar negándolo. El domingo tristemente llego, me despedí de todos amigos que me acompañaron. no es fácil dejar a las personas que quieres. Lo más doloroso fue subir al avión y observar por la ventana como las ruedas comenzaron a arrancar, mientras el avión se elevaba hasta solo poder observar las nubes blancas.

Suspire, era mentira negar que no tenía miedo en empezar una nueva vida, nuevos amigos, nuevas experiencias, incluso, un nuevo idioma. Personalmente no estaba listo para nada de esto. Maldita sea. Tenía ganas de volver atrás, era inevitable esa sensación de impotencia.

- Oye. - Salgo bruscamente de mis pensamientos, volteo a ver a la chica de ojos acuarelas a mi izquierda. - Tranquilo, todo estará bien. - Me dio una dulce sonrisa mientras abrazaba mi hombro.

- ¿Cómo te sientes sobre todo esto? - Me da una mirada triste antes de responderme.

- No me siento bien... ciento. - Tardo unos segundos en responderme. - ¿Impotencia? No se cómo explicarlo. - Suspiro. - Pero no me siento mal.

- ¿Pensar en adelante y no atrás? - Levante una ceja, era exactamente lo que nuestros padres nos dijeron. No solo ellos, también mis amigos, los que tuve que dejar atrás con el corazón herido.

- Exactamente. - Sonrió. - Quiero decir, a veces los cambios son para algo bueno.

Le correspondo la sonrisa, sin importarme de la seguridad, me acerco hasta rodearla con mis brazos. Ella corresponde mi abrazo. Pasando unos segundos nos soltamos.

- Contigo a mi lado, sé que estaré bien. - Respondo, más aliviado ahora.

- Oh vasta. - Puso su mano en la frente mientras que la otra se señalaba a si misma con los cuatro dedos, haciendo una pose de diva. - Solo levantas mi ego. - No puedo evitar reírme y golpeo su brazo.

Razones para no dejar de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora