Leyendo mi cuaderno de notas y apuntes feministas, me reencuentro con esta frase extraída de un libro sobre decolonialismo e interseccionalidad que no deja de traer sentidos reflexivos diversos para entender la vivencia latinoamericana y de a poco también la India (en un país que de a poco va siendo de habla inglesa, pero que aún resiste como nadie la colonización cultural): "La vivencia postcolonial que tenemos no es necesariamente la de una mestiza, sino la de una mujer que ha construido su identidad con referentes del colonizador. Acá nuestro nombre, lengua y cultura son "occidentales", pero ninguno de estos atributos nos hace a nosotras ciudadanas de occidente..."
ser la más desordenada en la lectura tiene como resultado un cerrito de libros al lado de mi cama . Así es como se me van enredando ideas, entrecruzando fundamentos, desvinculando y articulando aprendizajes, moviéndose las cositas en mi cabeza. Soy un caos, aunque es en lo caótico donde me re interpreto, y en este cerrito voy desaprendiendo y aprendiendo montones de montones. Entre todo ese desorden encontraras libros de todo un poco, desde feminismo hasta caricaturas, cosa que no se hace extraña para los que me conocen.
Buscando marco teórico en mi mini biblioteca para ponerme a escribir me encuentro con que en los años 20, una psicoanalista no muy conocida llamada Joan Rivière, da una conferencia (la feminidad como máscara), ante un público mayoritariamente masculino en que señala: "La feminidad es conceptualizada como una mascarada cuya función es disimular la existencia de masculinidad en las mujeres, al mismo tiempo permite evitar las represalias por parte de los varones. En la relectura butleriana aquello que se enmascara es el género. No se trata ni del deseo ni de la anatomia, sino de la masculinidad de las mujeres: las mujeres intermedias - concepto que designaba a las mujeres que ocupan la voz y el espacio público, que actuaban como hombres) se sienten arrojadas a utilizar una máscara femenina para ocultar su "masculindad". De esta manera ellas garantizan su propia sobrevivencia evitando el odio que puedan sucitar por su desobediencia a los patrones de género. En suma, la feminidad como máscara parece tener una función instrumental puesto que permite reducir la ansiedad que genera el temor al castigo. "Hacerse las femeninas"las protege de las consecuencias de haber usurpado un espacio de poder y acción privativa de los varones. En la elaboración de Judith Butler, la forma exagerada de la heterosexualidad equivale a hiperbolización de la feminidad que actúan las "mujeres intermedias" que tiene como fin renunciar a tener el falo para evitar el castigo de aquello de quienes deben haberlo obtenido mediante la castración. En la compulsión a teatralizar hiperbólicamente la feminidad heterosexual, explica Butler, se manifiesta la fuerza del status quo. Nos encontramos una vez más con la eficacia de los imperativos de género que vienen a garantizar la "aceptación social".
