Capitulo 2

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Angie despertó con un terrible malestar en el estómago y sin que pudiera evitarlo devolvió todo lo que había comido la noche anterior en el basurero junto a su cama.

Lo que había pasado la noche anterior llegaba como flashes rápidamente bombardeando su cabeza impidiéndole pensar con claridad. La puerta de su habitación se abrió dejando ver a un hombre de cabellos un poco canos con una sonrisa amable.

—¿Te encuentras bien, cariño?

—¿Que pasó ayer, papá?— preguntó Angie confundida. No sabía como había llegado a casa y estaba convencida de que no había sido todo un sueño.

—Tu y tus amigos tuvieron un ataque en la casa del renacimiento y tuvieron que darles un sedante — aclaró el hombre caminando hasta la cama de su hija y tomando asiento en la esquina.

—Puedes quedarte en casa si quieres— la pelinegra asintió sin estar del todo convencida de que eso en realidad hubiera pasado, no recordaba sedantes y estaba bastante segura de que no había imaginado nada de lo que pasó. Su padre le dedicó una sonrisa y volvió a levantarse para salir de la habitación. 

Angie saltó a buscar su celular de inmediato, revolviendo sus sábanas y tirando sus almohadas al suelo. Finalmente lo pudo encontrar en el pequeño hueco que quedaba entre la cabecera y la pared, se dio cuenta de que tenía mensajes de Ethan y Amy, sin embargo, no se detuvo a leerlos y se apresuró a enviar el mismo mensaje a sus tres amigos.  "En la cafetería de la escuela en una hora". Dejo su celular en la mesa de noche y corrió hasta la ducha 

Abrió la llave del agua y soltó y pequeño grito cuando visualizó una diminuta araña caminando por la pared. Caminó en reversa sin perder al pequeño insecto de su vista y buscó entre las cosas que tenía cerca algún repelente o un objeto lo bastante largo para matarlo, más, en el momento que sus manos tocaron uno de sus acondicionadores, pudo sentir como algo caminaba por su mano, un salto la hizo girar y ver que habían tres arañas más caminando por ahí. Un grito agudo salió de sus labios y la chica inmediatamente salió del baño sólo para encontrarse con más insectos de ese tipo rondando por su cama, pared y muebles por la puerta parecían entrar cada vez más y comenzaban a subir por sus piernas, se lanzó contra la ventana de su habitación intentando abrirla sin éxito alguno. Aquellos insectos eran cada vez más y caminaban por su cuerpo haciéndole imposible quitárselos de encima, luchaba para arrancarlos a pesar de las picaduras que ya comenzaban a ser intensas en sus piernas y brazos.

—¡Ayúdenme!— gritó golpeando la ventana pero nadie parecía verla u oírla. Resignada a que nadie iba a llegar a auxiliarla, suspiró armándose de valor para comenzar a arrancar aquellas arañas de su piel y arrojarlas a ningún lado en concreto, simplemente las arrojaba lejos de sí misma apretando los ojos, de un momento a otro las picaduras cesaron al igual que el sentimiento de las diminutas patas de los insectos caminando sobre su cuerpo. No se sentía lo suficientemente valiente como para abrir los ojos, sin embargo tenía que hacerlo. 

La luz la desconcertó un poco, la ventana de su habitación estaba abierta y la luz entraba radiante. 

  —¿Te encuentras bien, cariño? 

Su padre entró en la habitación. Angie estaba totalmente desconcertada, estaba de vuelta en su cama, en la habitación no había rastro de algún insecto ¿había sido un sueño? 

—Angie...

—Si, si estoy bien, papá.

  —Debe ser confuso lo de anoche, pero puedes quedarte en casa si quieres— la pelinegra asintió, algo no estaba bien. En cuanto el señor Evans salió de la habitación, Angie metió la mano en el hueco entre la pared y la cabecera encontrándose con lo que buscaba: su celular.

The Other SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora