Era de mañana los cuatro chicos habían despertado a las siete a.m. y casi de inmediato habían salido de la casa en dirección a la feria. Estaban en el lugar correcto, de eso estaban seguros, podían ver algunos de los juegos mecánicos y algunos puestos cerrados. }
Estaba desolado.
—Odio este lugar— susurró Angie aferrándose más al abrazo de su novio.
—Debemos hacer esto— dijo Amy en respuesta. Los cuatro se apresuraron a entrar, caminaban lentamente y cuidándose las espaldas. Habían acordado no separarse en ningún momento ya que no importaba si estaban dormidos o despiertos aquellas ilusiones de sus miedos se apoderaban de ellos en cualquier momento y lugar. Amy, a pesar de ser la que más miedos tenía era la única a la que no le habían atacado en una manera demasiado fuerte, aunque seguía sintiendo esa presencia que la seguía a cualquier parte.
Caminaron por el pavimento teniendo vagos recuerdos de dos noches atrás, cuando creían que entrar en esa casa había sido la mejor de sus ideas. Que equivocados estaban.
Siguieron su camino hasta encontrarse con la que había sido "La casa del renacimiento" ese espantoso lugar dónde comenzó todo. Abrieron la puerta tras un par de golpes y caminaron por los pasillos que la primera vez, en esa ocasión las puertas eran todas de color gris y a pesar de no tener los adornos de Halloween cada habitación les parecía aún más aterradora que antes.
Llegaron al cuarto que había sido "la morgue" y visualizaron las escaleras. Vaya, creyeron que sería más difícil. Angie temblaba, sentían la boca totalmente seca y amarga. Ethan incluso tenía unas ganas terribles de vomitar. Por alguna clase de precaución había guardado una navaja en el bolsillo de su camisa más en esos momentos lo había olvidado por completo, tal vez era el miedo a no saber lo que fueran a encontrar.
Al subir aquellos escalones todos se miraron entre sí. Ninguno quería ser el que abriera aquella puerta. Finalmente fue Ethan el que de una patada abrió. Esa habitación estaba igual a como recordaban y no sabían si eso les hacía sentir alguna clase de alivio o pánico.
De pronto, todos los rostros de lo que parecían ser alguna clase de doctores, o científicos se posaron en ellos, pero esta vez sus ojos se encontraban negros, como dos agujeros, totalmente vacíos.
Un par de manos capturaron a tres de los recién llegados tomándolos como si de rehenes se tratase. Uno de los doctores tenía un cuchillo en la garganta de Ashton y otro mantenía a Angie con las manos en la espalda y le cubría la boca con su mano libre. Ethan -que era el más atlético de los tres- estaba en suelo tras ser golpeado con alguna especie de metal.
—¡Dejenlos ir!— gritó Amy, quien era la única a la que no habían capturado.
—Tus deseos son ordenes— una voz desconocida hizo la piel de la castaña erizarse. Estaba segura de que reconocía la voz, pero no recordaba de dónde.
Los hombres que mantenían a sus amigos los soltaron lentamente, más ninguno de ellos hizo nada, estaban en una especie de parálisis, su mirada estaba oscura y vacía.
—Chicos...— susurró ella. Ethan comenzó a levantarse del suelo y los ojos tan de Angie como de Ashton se posaron en ella y pronto los de el pelirrojo también.
—¿Porqué nos hacen esto?— pregunto Amy a ver que todos los científicos comenzaban a rodearla y a sus amigos. No obtuvo respuesta.
Giró en intento de encontrar aquella voz que tan conocida le sonaba pero cuando su vista volvió a sus amigos estos tenían los ojos negros, justo como todos los científicos en la habitación.
Los tres se aproximaron a ella lentamente
—No, chicos despierten ¡Por favor!— gritaba, más ellos no parecían oírla. eran como tres zombies que seguían ordenes y no la reconocían. No podía creer lo que estaba pasando. Pronto los tres llegaron a ella y comenzaron a sostenerla de los brazos y Ashton sostuvo su cabeza mientras el resto de doctores se aproximaban a ella con objetos de operación que no alcanzaba a reconocer. —Esto no es real— murmuró —Es sólo mi miedo— Sus ojos se dirigieron hasta Ethan que sostenía su brazo derecho estirándolo. De su camisa se asomaba el mango de una navaja. Con su codo lo golpeó en el pecho provocando que se moviera para atrás dejando su brazo en la posición perfecta para sacarlo. En cuanto lo tuvo en la mano no dudó en enterrarlo en la garganta del dueño.
Seguido golpeó a su amiga. Si eso era un sólo miedo lo debía superar y nada pasaría.
Tal vez solo era su instinto de supervivencia hablando pero en un momento tenía la navaja enterrada en el pecho de su amiga. Ashton se acercó hasta ella.
—Sólo es miedo— murmuró en voz alta —No es real— Lágrimas caían por sus mejillas desesperadamente —estaremos bien— trataba de convencerse a sí misma y lo logró. Con la navaja rasgó de un lado al otro la garganta del castaño, recibiendo aplausos de una sola persona
—Bravo— dijo esa maldita voz. —Tenías razón. Era todo tu miedo— un hombre apareció entre los otros científicos. Maldito. Era aquel el guardia que los había hecho entrar a la casa, aquél guía que les dio la explicación de las puertas antes de entrar— cierra los ojos pequeña— Amy no entendía porqué pero lo hizo y al abrirlos estaba ahí, nuevamente en esa camilla en el cuarto de la casa del terror.
—Hicimos unas pruebas, y tus amigos fallaron, pero tú no.— Gritaba y gritaba, pero nada se escuchaba en la habitación. Su boca seguía cerrada. —Bienvenida— la levntaron de la camilla y se miró al espejo frente a ella. Tenía una bata blanca y los ojos negros como aquellos otros científicos y detrás sólo yacían los cuerpos de sus amigos en un charco de sangre
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The Other Side
Science FictionEl miedo en la única sensación que no permite a los seres humanos alcanzar su máximo potencial y la única manera de superarlo es es enfrentarlo