Sueños

807 57 56
                                    


-bésame...

-Por supuesto – Morinaga juntó sus labios con esa boca tan carnosa, primero los lamió dulcemente, invadiendo traviesamente hasta sentir un agradable recibimiento. Una boca tan dulce, tan fresca y cálida al mismo tiempo.

Sus manos recorrían ese cuerpo que tenía prisionero en un rincón del departamento, sus emociones estaban al límite, la situación se empezó a calentar desde el laboratorio hasta que vinieron deprisa al departamento.

-Vamos a mi habitación – Tetsuhiro le susurró y al entrar a la habitación todo era ropa volando de aquí allá.

-Me encanta tu pecho Mori, me encantan tus músculos- aquellas manos recorrían sensualmente cada rincón de ese abdomen.

-sigue, tócame por favor – Tetsuhiro se encendió con la combinación de palabras y el suave pero certero tacto, no pudieron más que terminar acostados en la cama, él se puso encima.

Con sus labios recorrió cada plano de aquel cuerpo que estaba deseoso de sus atenciones, se deleitaba de esos besos en el cuello mientras las otras manos solo se dedicaban a acariciarle la cabeza. Escuchar esos gemidos contenidos fueron afrodisíacos.

-Estoy duro, tócame

Aquellas manos no dudaron un instante y viajaron rumbo sur, palpando el bulto que yacía contenido por la tela.

-anda, bájame el cierre, me apreta ahí...- las otras manos solo podían sentir el contorno de su miembro sobre el pantalón.

- si Mori, acuestáte.

El aludido no pudo hacer otra cosa más que obedecer sin rechistar, el otro cuerpo se acomodó encima y él sintió que le regalaban besos desde el cuello, aquellas manos se coordinaban entre sí, cuando llegaron a sus pezones unos dedos lo masajeaban y otros tiraban de ellos.

-AAH , sigue bajando

-por supuesto, seguiré esta línea – al decir esto señalo esa línea con su dedo, miró fijamente a Tetsuhiro con el deseo en los ojos y fue como un orgasmo visual para él.

Los besos fueron descendiendo hasta el ombligo y de ahí se fundieron con esa fina línea de vello que traza el rumbo sur, esos labios se toparon con el pantalón, lo único que pudo hacer fue quitárselos.

Continuó con la labor sobre la tela del bóxer negro, repitió la misma estela de besos por la longitud de aquel bulto, los gemidos de fondo le instaban a seguir. Las manos seguían coordinadas y poco a poco fueron bajando aquella prenda hasta lograr apreciar el tan buscado tesoro.

-Usa tu boca- Tetsuhiro apenas podía hablar, las sensaciones lo estaban sobrepasando.

-Por supuesto- Con una sonrisa lasciva y unas manos dispuestas se inició la labor.

Morinaga se sentía en el cielo, cada vez que miraba la faena le excitaba más y más, sentía el calor y la gentileza de su boca, tan suave y delicada. Lo único que podía hacer era gemir de placer e instar con suaves caricias a que siguiera. Aquella boca lo masajeaba por toda su longitud, aquellas manos le regalaba suaves caricias a o fuertes apretones.

A veces se detenía para masturbarlo y observar cómo se humedecía entre sus manos; a ratos se dedicaba en cuerpo y alma a besar la unión de su miembro con la entrada trasera, ese fino pedacito de piel que tiene una sensibilidad increíble; con sus gentiles dedos sentía ese par de circunferencias y en el éxtasis no dudó en llevarlos a su boca.

Todo era un círculo vicioso: acariciar, palpar, besar, lamer, y sentir con toda el alma el centro de sus deseos.

-Siento que ya no puedo- Tetsuhiro empezaba a sentir su límite, sus jadeos era incontrolables y sus caderas se movían por instinto

No es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora