Capítulo 3: Oposición.

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Liam

La jornada escolar transcurrió de manera ordinaria. Desde que me presenté frente a la clase, Matthew y yo evitamos cruzar palabra por temor a quedar en ridículo frente a él. Aunque suene contradictorio, yo me considero como una persona extrovertida, sin embargo él logra hacerme sentir vulnerable y tímido ante todos. Cada vez que su aroma se impregnaba en el aire, mi atención se desviaba hacia él, y me costaba concentrarme en la pizarra.

—Eso sería todo, muchachos —dijo el profesor, captando mi atención por primera vez.

Cerramos nuestras libretas simultáneamente y las guardamos en nuestras mochilas. Al cerrar la mía, me puse de pie y la colgué en mi hombro derecho, listo para dirigirme a mi siguiente clase; pero antes de llegar a la puerta, giré en mi propio eje y lo observé. Matthew seguía inmóvil, con la cabeza baja y las manos sobre su pupitre; todos se habían ido, excepto nosotros dos.

Tomé un suspiro profundo, si no tomo la iniciativa jamás podré deshacerme de esta timidez que logra provocar en mí.

—¿No piensas distraerte un momento? —le pregunté.

—No tengo a dónde ir —respondió con timidez.

—¿Qué me dices de tus amigos? —me acerqué a él y me senté en el pupitre delante del suyo—. Podrías ir con ellos.

—No tengo amigos —me interrumpió, logrando ponerme triste, pero mi pregunta persistía: ¿por qué no?

—¿Por qué no tienes amigos? —levantó la cabeza y nuestros ojos se encontraron, seguidamente sus mejillas se ruborizaron y bajó la mirada.

—Por ser diferente —murmuró.

—¿Diferente en qué? —fruncí el ceño y retrocedí un poco sobre el pupitre para observarlo detenidamente.

—Así me llaman todos solo por tener gustos distintos —subió la mirada.

—Pero estás genial —le dije con sinceridad—. No entiendo por qué —el estruendo de la puerta chocando contra la pared interrumpió nuestra conversación, resonando en el aula y sobresaltándolo.

Giré mi cabeza para ver de quien se trataba y me llevé la sorpresa de que no se trataba de un sujeto, sino dos chicos de estatura media; uno de cabello oscuro y tez clara, con ojos color café y una cicatriz en la mejilla derecha, y el otro de cabello castaño, piel más clara y también de ojos cafés. Ambos tenían una complexión atlética, lo que podía resultar intimidante para una persona tímida como Matthew, pues no tardé en percibir su miedo al ver entrar a dos chicos por la puerta.

—Aquí estás —dijo uno de ellos—, ¿hiciste nuestra tarea de matemáticas? —me levanté del pupitre y pasé desapercibido por ellos.

—Sí —respondió con voz temblorosa. Tomó su mochila y les entregó dos libretas, que abrieron para verificar si decía la verdad. Mientras tanto, yo observaba a los chicos que parecían ser bravucones.

—¿Qué miras, imbécil? —frunció el ceño el chico de cabello oscuro.

—¿Yo? Nada —negué con la frente arrugada—. Solo estoy viendo a alguien que no se atreve a enfrentar a personas de su mismo tamaño, ¿y tú qué miras? —sonreí de lado.

—Mejor cuida tus palabras —respondió con intención de intimidarme.

—Liam —susurró Matthew—. No lo provoques.

—¿O qué? —dije sin apartar la mirada de este individuo.

—No hagas que te golpee —advirtió.

Luna Llena (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora