Capítulo 1

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Pov Marie

Mi madre estaba en la cocina de nuestro pequeño apartamento preparando el desayuno.

Era un nuevo día, como cualquier otro. Solo que no sabía lo que me esperaba.

Mi madre no era una mujer "del hogar", no sabía muy bien cocinar o hacer ninguna tarea del hogar pero se esforzaba en hacerme desayunos porque según ella era "la comida más importante del día".

—Tengo algo muy importante que decirte—Me comentó nerviosa.

La miré con una cucharada de mermelada a medio untar y alcé una ceja.

—Es sobre Henry— Añadió.

Henry era su nuevo novio y la luz de sus ojos. La primera pareja que había tenido después de que murió mi padre y habían salido por varias semanas. Debía suponer que era una buena noticia ya que se notaba la emoción en sus ojos.

Se habían conocido cuando Henry compró una propiedad que vendía mi madre en una de las zonas más bonitas de la ciudad. Una mansión despampanante que sería el nuevo hogar de él y su hijo ya que se habían mudado recientemente al país por una nueva empresa.

Pero Henry había caído rendido a los pies de mi madre. Fue prácticamente amor a primera vista y desde entonces había visto a Henry un par de veces y no tenía nada malo que decir de él. Al contrario, era todo un caballero, algo mayor que mi madre pero no le debía llevar más de diez años.

Al que nunca había conocido era a Elliot, su hijo, ya que viajaba mucho firmando contratos ya que prefería que su padre se quedara tranquilo en casa, pero mi madre afirmaba que Elliot era un amor.

—Dímelo y ya mamá, que me has puesto de los nervios — La apresuré.

Mi madre parecía una adolescente de catorce años cuando por fin soltó.

—Henry me ha propuesto matrimonio — Me dijo emocionada.

La noticia me tomó por sorpresa.

Es decir, no es que fuera una total locura ya que los dos estaban mayorcitos y no tenían que esperar mucho más. Pero casarse con Henry no era cualquier cosa.

Henry y su hijo eran conocidos en todo el país debido a la cantidad estratósferica de dinero e influencia que tenían, y que mi madre se casara con él supondría que ella también sería millonaria y la presa fresca de la prensa.

Yo también me vería afectada. Era una chica de los suburbios que había podido abrir un restaurante por su propia cuenta, y aunque me vendría de maravilla toda la publicidad a mi restaurante no necesitaba la prensa buscando los secretos más oscuros de mi pasado para sacarlos a la luz y llenar las páginas amarillistas con mi nombre.

Me tensé imaginando todas las consecuencias que tendría la felicidad de mi madre.

—¿Y tú qué respondiste?— Pregunté, ya casi segura de la respuesta que tendría.

—Pues que sí — Contestó con obviedad.

—¿Estás segura mamá?— Me apresuré a decir— Apenas lo conoces de hace unas semanas. Y tiene muchísimo dinero, te llamarán caza fortunas y quién sabe qué más. Además, la gente millonaria hace cosas muchas extrañas. ¿No te da miedo?

Mi mamá se echó a reír.

—No seas tonta Marie. Tú más que nadie sabes que no amo a Henry por su dinero, y mientras tú y yo sepamos eso, no me importa lo que los demás puedan pensar.

—Mamá, por favor. Tienes que pensarlo todo más en frío. Casarse no es cualquier cosa.

—Me casé con tu padre un mes después de conocerlo y todo salió perfecto.

—Pero los milagros no se repiten dos veces mamá— Le dije, ya desesperada porque viera que lo que estaba diciendo era una completa locura.

—No te preocupes Marie. Todo saldrá bien, lo mejor de todo es que seguiremos viviendo juntas.

No entendía ni una sola palabra de lo que estaba diciendo.

—¿En éste apartamento minúsculo?— Pregunté confundida.

Mi madre torció los ojos.

—El apartamento lo vendí cielo, lo desocupamos en dos semanas — Admitió como si nada.

El apartamento de mi padre. Lo vendía como si nada, como si no hubiese pasado los años más felices de mi vida en ese minúsculo espacio. Se deshacía de él.

—Mamá, ¿Te has vuelto loca?— Ya no sabía cómo hacerla entrar en razón?— ¿A dónde vamos a vivir?

—Pues con Henry— Dijo con ligereza— Nos mudaremos con mi esposo y su hijo en dos semanas.

No Finjas, Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora