Capítulo 3

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POV Marie.

Mis dedos tamborileaban en la Copa de cristal, emitiendo un leve tintineo que era la prueba de la expectación que tenía por conocer al dichoso hijo de Henry.

Mi madre se había enamorado perdidamente de aquel magnate hacia un mes y yo había salido un par de veces con ellos dos, pero nunca había estado presente su hijo. Henry lo excusaba siempre, diciendo que estaba muy atareado en el trabajo.
Supuse que no mentía, puesto que los Montero eran los dueños de la industria automotriz más grande del país.

Tenían una fortuna estratosférica que no se comparaba en nada a lo que yo ganaba con el restaurante. En la prensa había leído que Elliot se caracterizaba por ser el típico arrogante mujeriego con sonrisa fácil a la que toda mujer sucumbía.

Conocerlo se volvió una obligación luego que los dos tortolos anunciaran su compromiso. ¿Sería verdad lo que decían los diarios? Deseaba no fuese así, porque me haría cuestionar el acuerdo de vivir juntos en la mansión Montero, como la perfecta familia de plástico que comenzaríamos a ser.

Un chico alto y atlético entró a la estancia donde cenábamos y lo identifiqué de inmediato como Elliot por su característico cabello rubio y andar firme y seguro.
Saludó cortésmente antes de tomar asiento y Henry nos lo presentó.

Era bastante guapo, eso sí tenía que admitirlo, quizá se debía al poder que emanaba. Se notaba de lejos que era un hombre seguro de sí mismo y eso lo hacía muy guapo. Eso y el dinero. ¿Acaso existía una persona rica que fuera fea? Lo dudaba.

—Hijo, permíteme presentarte a Marie Villalba— Anunció Henry apenas Elliot apareció—Ya conoces a Sofía, por supuesto.

El alegado me miró de arriba abajo rápidamente, me dió la mano y pronunció un seco— Un placer—.

Henry se veía lo mar de feliz y no esperó dos segundos para comenzar a hablar después de que todos hubiésemos tomado asiento.

—Marie es dueña de La Abadía— Empezó Henry— Un restaurante muy famoso en la ciudad y bastante cerca de donde viviremos.

—Me sorprende que no hayas escogido ese sitio para nuestra pequeña reunión — Pronunció Elliot alzando una ceja a mi dirección, de la que Henry no se dió cuenta por beber un sorbo de su copa de vino.

—Nunca he escuchado de él — Agregó.

—Dos de las reuniones anteriores fueron en mi restaurante — Dije de inmediato — Pero no pudimos contar con tu presencia— zanjé

Ni Henry ni mi madre parecían darse cuenta del concurso de miradas entre los futuros hermanastros, pero no los culpaba. Estaban muh ocupados mirandose el uno al otro.

—Marie construyó el restaurante desde cero— continuó Henry— Estudió administration de empresas en la universidad y apenas un año después estaba liderando uno de los restaurantes próximos a ganar una Michelin.

—Impresionante— Dijo Elliot, y nadie más que yo parecía notar el sarcasmo en su voz — Sobretodo para una recién egresada universitaria. Debiste contar con un inversor bastante generoso— Agregó, dirigiéndose directamente hacia mí.

No sé qué se creía el tal Elliott pero ya lo odiaba. Entendía que no estuviese de acuerdo con toda la situación pero yo tampoco lo estaba y no me comportaba como una idiota.

—De hecho sí— Le respondió mi madre. Kyle es el mayor inversionista de Abadía— Marie lo conoció en la universidad y desde allí son inseparables.

Elliot sonrió y yo me tensé.

—Conozco a Kyle— Aludió Elliot sin quitarse esa estúpida sonrisa de la cara— Es también socio de la empresa de los walker, lo que es gracioso porque si no me equivoco esa asociación prohíbe inversiones iniciales en...

—Mamá, Henry, quisiera tener una palabra a solas con Elliot. De futura hermanastra a hermanastro— Lo interrumpí de inmediato— Tengo algunas ideas para la boda y temo que se me pueden olvidar si no las digo de inmediato.

Elliot sonrió victorioso.

Me levanté y caminé a la cubierta sin voltear a ver si aquel idiota me seguía.

—¿Se puede saber qué te ocurre?— Le espeté al segundo que ví que estábamos solos.

—¿A mí? Nada— Respondió.

—Tú no conoces a Kyle— Exclamé indignada.

—Más que tú sí — Dijo como si nada— Y estoy seguro que él no es tu inversor, a menos que, por supuesto, esté interesado en otra cosa que no sea platos elegantes— Me provocó.

Era un total y completo idiota. Claramente me quería sacar de mis casillas y hacerme quedar como la loca impulsiva que odiaba al hijo del futuro esposo de su madre.

Pero no le iba a dar el gusto. Ambos éramos adultos y si él tenía un problema conmigo lo teníamos que resolver. Pensé en la felicidad de mi madre con Henry y respiré hondo.

—Eres un idiota. Y quién sea mi inversor no es tu asunto. Lo que quiero saber es por qué estás empeñado en hacerle la guerra a la persona que va a vivir contigo por los siguientes meses.

—No estoy en guerra con nadie— Aclaró — Lo que me parece interesante es que una recién universitaria haya construido un restaurante en una de las mejores áreas de la ciudad, que no haya tenido ganancias durante el primer año y que el restaurante se siga manteniendo a flote con alrededor de 20 empleados. Pero lo que más me llama la atención es que tu madre no había trabajado durante tres años hasta que le mostró la mansión a mi padre y que justo dos semanas antes de la boda las acciones de tu empresa hayan subido mágicamente.

Me tensé.

Claramente estaba informado de todo lo que pasaba, y me daba miedo. Pero también estaba equivocado en lo que me quería dar a entender.

—¿Qué quieres decir con todas esas babosadas de acciones?— Respondí segura— Las acciones de mi empresa, restaurante o lo que sea, no te incumben.

—Que tú y tu madre son unas oportunistas— Dijo seguro. Todo rastro de sonrisa había desaparecido de su rostro y se veía más bien amenzante— y estoy dispuesto a hacer todo lo que esté a mi alcance para que mi padre no pase los últimos años de su vida con una interesada y su caprichosa hija.

Me reí.

—Si estás tan seguro de eso, ¿Por qué no has ido corriendo con tu papi? Hablando de subida de acciones, que mi madre se tomó unas vacaciones largas y que todo extrañamente concuerda con un plan para vaciar sus cuentas bancarias y además dominar al mundo.

Elliot entrecerró los ojos visiblemente molesto.

—Eso creí — Sonreí— Eres un idiota. Me faltaste el respeto a mí y a mi madre y créeme, la única razón por la no te volteo el rostro aquí mismo es porque amo a mi madre y verla feliz es lo más importante para mí y veo que con Henry ha conseguido esa felicidad— Tomé un respiro— Así que ni tú ni nadie se va a interponer en esa boda.

—Ya veremos hermanita— Amenazó.

—No voy a aguantar más estupideces— Solté, dándome vuelta para ir a la mesa otra vez— y para tu tranquilidad, mi mamá va a firmar un maldito prenupcial.

***

Los dos enamorados ni siquiera nos prestaron atención cuando nos sentamos de nuevo en la mesa.

Pero de algo estaba segura, es que odiaba a Elliot Montero con todo mi corazón.

No Finjas, Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora