En la era del mito.

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—El día de hoy, tras varios años luchando sin descanso, siguiendo la voluntad de una diosa que descendió del Olimpo para guiarnos hacia la victoria…

Más de cien personas se encontraban reunidas en el lugar, todos frente a la enorme estatua de su venerada diosa, en cuya mano izquierda sostiene el escudo Aegis y en su derecha la pequeña estatua alada que representa a Niké, la victoria. Quien se encontraba hablando frente a todos ellos, era un santo cuyo rango recientemente había sido ascendido, la persona que se haría cargo del santuario creado por y para la diosa, aparte de esperar pacientemente su regreso para la siguiente guerra que tendría que repetirse casi doscientos años después de la primera.

—… Espero, caballeros de la esperanza, que portan la voluntad de nuestra diosa, que me ayuden a alzar el santuario para seguir preparándonos para las futuras batallas que nuestra diosa deba seguir librando por la paz de la tierra.

Así como lo había sido la tierra alguna vez, el recién creado Santuario de Atenea era un caos, con caballeros rondando de un lado a otro, alzando futuras viviendas, removiendo escombros o buscando al Patriarca para que les pudiera indicar cual seria su labor o algo específico en lo que pudieran ayudar. Durante las continuas guerras, no habían tenido ninguna oportunidad de poner orden, los primeros templos que en su momento se alzaron con tanto esfuerzo, ahora se encontraban siendo reparados una vez más y junto a ellos, la construcción definitiva del santuario se estaba llevando a cabo.

Pero mientras todo ocurría, los principales santos que habían peleado día y noche sin descanso, finalmente podían tener un momento para respirar tranquilos.

— ¿Te parece divertido estorbar en un templo que se encuentra en plena construcción?

—No es como si hubiera mucho más que hacer. Su santidad, el patriarca, no desea darme labor alguna.

—Me pregunto porque sera.

A su alrededor se encontraban diversos materiales de construcción, madera y ladrillo sin cocer; piedra caliza, mármol, terracota y bronce, materiales que incluso ahora se encontraban envueltos y arrinconados, pues los arquitectos aún se encontraban verificando los planos para lo que serían las doce estructuras más importantes, debido a los tiempos pasados, las escaleras que serpentean por la montaña y llevan hacia la estatua de la gran diosa Athena, eran lo único seguro que se había podido construir antes de que su diosa entrará en batalla contra Poseidón, incluso los pocos templos que se irguieron en tiempos de guerra, se encontraban siendo reparados y decorados de la manera que el patriarca siempre había querido, pero por poner primero las batallas y la seguridad de Atenea, se tuvieron que pasar a segundo plano durante un largo periodo de tiempo.

—De todas formas, ¿que te trae por aquí, Virgo?

Alzó la mirada intentando parecer intimidante, observando fijamente a aquel que se encontraba de pie a pocos pasos, de cabello corto y castaño, vistiendo una clámide como siempre.

—El patriarca me mando a moverte, intimidas y estorbas a los trabajadores —respondió el protector del futuro sexto templo, entrecerrando la mirada al notar una ligera rabia brotar de los ojos de su compañero de armas—, además, este ni siquiera se convertirá en tu templo, será la cuarta casa.

— ¿Y eso a mi que me importa? —contestó mostrando los dientes, acomodándose sobre la piedra caliza que había decidido tomar como asiento—. Yo puedo asentarme donde quiera.

—Levántate ahora, maldito León.

La gente a su alrededor se sintió intimidada ante la repentina aparición de los dos cosmos, aun por más extraño que pareciera, ambos en realidad eran el dúo que mejor se llevaba y cuyas victorias habían dependido de la presencia del otro en el campo de batalla. Compañeros de armas que coincidieron en la vida por medio de crueles guerras y que repentinamente decidieron apoyarse mutuamente, ya que aparte de la diosa Athena, ver al otro respirando después de cada batalla, parecía ser lo más importante para ellos.

El destino de las almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora