II. - Next Dimension.

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Se adentra al templo con paso tranquilo pero pisando lo suficientemente fuerte como para anunciar su entrada con el ruido ocasionado por su armadura, intentando evitar el tener que encender su cosmos para tan simple tarea.
Hace horas que el entrenamiento había terminado, pero la alimentación de sus nuevos inquilinos en el templo era tan específica, que apenas terminó tuvo que salir para cazar lo que sería la cena de mañana, aunque Rodorio parecía una buena idea para buscar el alimento ya frío, estaba consciente de que los pequeños Blondie y Goldie merecían tener la dieta que llevaban hasta antes de que decidiera adoptarlos.

"¿Terminaste al fin?"

Su camino finalmente terminó cuando se encontró frente a su vecino, aquel con el que había dejado en la mañana a los dos cachorros y esperaba que no le hubieran ocasionado ningún problema.

Aunque con aquellas palabras, más que una pregunta, parecían ser las primeras el inicio de una serie de quejas, esas a las que ya se encontraba tan acostumbrado, por lo que no tarda mucho tiempo en prepararse para ignorar las futuras quejas y simplemente decir "sí" cuando el silencio entre los dos finalmente se haga presente.

"Supongo que vienes a llevarte a tus cachorros, fue muy difícil dormirlos a estas horas, aunque creí que iban a caer rápidamente después de alimentarlos."

Kaiser bajó la mirada para observar a Goldie y Blondie, cómodamente dormidos en el hueco que dejaba la posición de flor de loto en la cual Shijima se mantenía para meditar.

—Lamento venir tan tarde.

Shijima simplemente arquea una ceja, antes de simplemente negar con la cabeza ante tan innecesaria disculpa, no la necesita y sabe que no es realmente sincera, ha llegado tarde porque así lo ha querido, no porque los entrenamientos se hubieran alargado demasiado.

- "Olvidalo Kaiser, lo mejor será que tomes ya a los cachorros, te pertenecen, después de todo."

Siente un pequeño tirón, aunque no sabe si fue su alma o su corazón, pero escuchar aquella palabra haciendo eco en su mente no hizo otra cosa más que avivar sus pensamientos, entrecerrando la mirada como cual león que observa a su presa.

—Tienes razón, me pertenecen.

El tono posesivo y la repentina cercanía entre sus rostros ocasiona que el mismo Shijima retroceda debido a la sorpresa, incapaz de moverse de su posición de flor de loto, no sólo por el peso de los cachorros de león que dormían cómodamente en sus piernas, sino por los brazos del mismo Kaiser que en un instante se habían acomodado a ambos lados de su cuerpo, con las palmas extendidas y los dedos clavados en la piedra sobre la cual Shijima se encontraba sentado.

—Solo mío.

Sintió su corazón de león latir con fuerza, esa que le dio el último empujón para acortar la distancia y finalmente unir sus labios con el guardián del sexto templo, sintiendo regocijo cuando sintió a su compañero moverse al compás de su ritmo, como si fuera algo que durante años había estado esperando, sin darse cuenta de lo dolorosa que fue aquella espera.

— ¿Cuidarás de ellos mañana?

"Ya es hora de que se retiren a tu templo, Leó Kaiser."

Si, mañana volvería a dejar a los cachorros con su nueva madre.

El destino de las almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora