Pecas...
Pequeñas e inolvidables; tiernas y numerosas manchitas que adornan tu cuerpo cual manto de estrellas en el firmamento de una fría noche de verano. Un millón y doscientas treinta y ochos mil estrellas (más o menos) que bordean el universo que es tu cuerpo.
Galaxias,cosmos, constelaciones y estrellas esparcidas por toda tu epidermis.
Agujeros negros que me transportan a dimensiones inimaginables, que me llenan de esta extraña sensación que solo tú universo puede provocar en mí, es como sentir que dos galaxias colisionaran repentinamente en mi interior, creando tal explosión, que el Big Bang queda pequeño a su lado, es sentir como recorre mi cuerpo, desde el centro de mi estómago, expandiéndose hasta mi pecho y profanando mi débil corazón, embistiendo bruscamente mis venas, recorriendo desde mi cabeza hasta la punta de mis pies.
Y duele.
Duele y me calienta como si mil soles recorrieran cada arteria de mi cuerpo.
Y me invade.
Me invade una calidez, tan tibia y pura, como el abrazo de una madre al arrullar a su hijo antes de dormir, como dar tu primer beso a la persona que fue tu primer amor, como sentarte a un lado de la fogata en una noche de invierno.
Y después...
¡Oh, cariño!
Después siento como mi interior se reconstruye y luego se destruye nuevamente, en un ciclo interminable e infinito del que solo soy una víctima, inocente y masoquista, que no quiere que termine jamás.
Sentir el pasar de mil años a mis ojos, pero admirar los tuyos un segundo y terminar pasando la eternidad en ellos, porque haces que el tiempo pierda sentido, que un día a tu lado se convierta en un efímero e insuficiente segundo y que una hora sin ti sea una apática eternidad.
Recorrer con mis dígitos las galaxias que asoman tímidamente por tus muslos y sentirme un astronauta ambicioso, impaciente por conquistar los planetas que bordean los lugares más íntimos de tu ser, pero no lo hago...
Claro que no...
Porque soy egoísta, y me tomo mi tiempo en observar, recorrer, explorar y conquistar cada planeta que mis ansiosos labios tienen a su alcance, mordiendo, besando, acariciando sin piedad tu epidermis, arrancando suspiros y casi inaudibles gemidos de tu boca entre abierta y sonrosada, como dos exquisitas cerezas, listas para ser devoradas.Como Eva, que comió de la fruta prohibida buscando conocimiento, yo devoro tus labios buscando los secretos del universo y la vida misma, buscando la razón de mi existencia y el porqué de la avaricia humana ¿Por qué tú, ser divino y santo, dueño de mí y de este extenso mundo, deja que un ser mundano, como yo, profane tu sagrado cuerpo con mis impuras manos? manchando tu dulce inocencia con la inmundicia humana. Y es que...
¡Oh, por todos los dioses!
¡Perdóname, Señor!
Pero es que no puedo sacar de mí esta insana satisfacción que invade mi cuerpo, cual veneno de serpiente, y me recorre lentamente al mirar tus ojos siendo consumidos por el pecado, al adentrarme a lo más profundo de tu cuerpo...
Tus ojos...
Ojos color vida...
Ojos que me recuerdan a la esfera terrestre que gira alrededor del astro rey, a la que los humanos llamamos "Planeta Tierra", nuestro hogar, planeta que otorga y quita la vida de todo ser que habite en ella. Iris, tan verdes como el pasto de un campo de flores en primavera y a la vez tan verdes como el bosque, tan verdes como las hojas expuestas al sol y tan verdes como el musgo, verdes cual esmeraldas, pero también con tenues destellos del color que separa el cielo del mar, destellos azules como el cielo despejado en una calurosa tarde de verano, tan azul como el color del océano atlántico y tan azules como el agua más cristalina, ojos tan brillantes como dos luceros, que destellan sin vergüenza alguna, mostrando toda su belleza...
Belleza etérea e inefable...
Tan inalcanzable y surrealista...
-Te amo
Y tus ojos color vida me miran...
Me observan y me contemplan, me adoran, y me cuentan todo lo que tu garganta adolorida no me dice.
-Yo también te amo.
Y me toma solo un segundo darme cuenta de que si este fuera el fin de mi miserable existencia, no tendría queja alguna de irme de este plano terrenal, solo si puedo vagar en la plenitud del espacio contigo, siendo arrullado por la luna, vistiendo el polvo de estrellas y pasando una placentera eternidad a tu lado.
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El chico con estrellas en sus mejillas y ojos color vida.
PoetryPecas... Pequeñas e inolvidables; tiernas y numerosas manchitas que adornan tu cuerpo cual manto de estrellas en el firmamento de una fría noche de verano.