01.

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Ella nació para amarla, para cuidarla, nació para estar a su lado toda la vida.

Ella tenía problemas, tenía miedo, no quería seguir viviendo.

Ellas eran tan diferentes, eran dos polos totalmente opuestos pero se amaban.

Zhou Tzuyu, era el nombre de la chica que amaba, la que era su luz y su vida, por la que dejó todo, incluso su familia.

[ .... ]

Sana conoció a Tzuyu una hermosa tarde de invierno, fue amor a primera vista, se enamoraron al momento y desde entonces jamás se separon.

Tzuyu ingresó al ejército, ella estaba feliz pero Sana no lo estaba.

—Tengo miedo, Tzuyu.

—Te prometo que estaré bien, princesa.

—Te amo.

—Te amo.

Cada vez que Tzuyu iba a una misión, Sana lloraba y rezaba para que regresara sana y salva, tenía miedo, mucho miedo.

Cuando Tzuyu regresaba, Sana era feliz, la abrazaba, la besaba y le decía lo mucho que la amaba. Esos eran momentos felices, momentos que para ambas eran especiales.

Se casaron, decidieron unir sus vidas para siempre. Serían felices y formarían una hermosa familia juntas.

Pasaba el tiempo, Sana veía cómo su esposa iba cambiando, era más cerrada y cada día que pasaba se volvía un poco más violenta, Sana tenía miedo pero ahora de la mujer que tanto amaba.

—Tzuyu... —Susurró pero no escuchó respuesta. Se acercó y tocó el hombro de la más alta—. Ven, vamos a dormir —Aquella sólo se dio media vuelta y siguió a la mayor.

Sí, Tzuyu había cambiado.

Tzuyu había ido a su última misión y pronto regresaría, Sana la esperaba con ansias pero esa noche no llegó. Su amor no llegó.

Sana encontró a su esposa en un hospital, la habían herido en la cabeza y estaba un coma profundo. Lloraba y lloraba, le habían dicho que no había muchas esperanzas.

—Te amo, Tzuyu —Decía entre lágrimas mientras apretaba la mano de la taiwanesa y besaba su rostro—. Te amo tanto.

Los meses pasaban, Tzuyu no despertaba. Muchas veces le dijeron a Sana que era mejor desconectarla pero no lo hizo, no podía hacerle eso al amor de su vida.

Se cumplió un año y realmente agradecía no haber desconectado a su esposa, esta por fin había despertado y Sana era feliz, muy feliz.

Llevó a su esposa a casa pero lo sabía, sabía que aquella no era la misma.

"La bala quedó incrustada en su cerebro, no la mató pero eso le provocó una lesión cerebral traumática, será difícil".

Tzuyu no hablaba, no se movía, no hacía nada, estaba en una silla de ruedas pero a Sana no le importaba cuidar de ella, la amaba.

—Tzuyu... —Acariciaba la mano de su esposa—. Te amo —No podía evitar las lágrimas, sí, era difícil.

Extrañaba tanto a su Tzuyu, extrañaba escuchar su voz, extrañaba que la abrazara, que la besara, extrañaba escucharla decir que la amaba. Todas las noches lloraba, todas las mañanas mientras bañaba a su esposa, lloraba, todos los días lloraba.

"Es mejor si la metes a un centro de rehabilitación".

Sana no quería mandar a su amor ahí, no quería encerrarla, no quería dejarla sola.

—Sana, ya han pasado cuatro años, no puedes seguir así —Decía su mejor amiga pero ella negaba.

—No puedo dejarla, Momo, no puedo.

Fue hasta el patio donde había dejado a su esposa y se sentó a un lado.

—Vino Momo, me dijo lo mismo que todos pero no lo haré, no te dejaré —De nuevo a llorar, lo único que podía hacer era abrazar el brazo de su taiwanesa, era su único consuelo.

Los años pasaban, Tzuyu no mejoraba ni un poco. Había empezado a tener convulsiones que la hacían ir al hospital. Sana estaba mal, no comía bien y no dormía, todo para cuidar a la taiwanesa, ya se estaba cansando pero no podía dejarla.

"No creo que la rehabilitación le sirva ahora".

—¡Te lo dije, te dije muchas veces que tenía miedo que estuvieras en el ejército pero nunca me hiciste caso! —Sana gritaba, estaba enojada, enojada con Tzuyu y con ella misma. Sana se estaba hartando poco a poco.

Por la noches, cuando Sana no se daba cuenta, unas cuántas lágrimas recorrían las mejillas de Tzuyu pero sólo ella lo sabía.

"Es lo mejor que puedes hacer".

Sana lloraba en su cama, su llanto era desgarrador. Después de mucho, había metido a Tzuyu a un hospital de rehabilitación a pesar de que los doctores le decían que ya no era necesario, que no funcionaría.

Se odiaba por dejar a su esposa sola, se odiaba por no ser fuerte por ella y la odiaba tanto por no hacerle caso.

Un día, el teléfono sonó, las palabras que jamás quiso escuchar, resonaron a través del teléfono esa tarde.

"Lo siento mucho, señora Zhou".

No estaba lista, es más, nunca estuvo lista para decirle adiós al amor de su vida.

Jamás pudo olvidar a la única persona que le dio felicidad, que la hizo sentir especial y amada. Ahora en su vejez, seguía recordando a esa chica que la hizo volar, la chica que fue su luz, su vida.

Se acostó en su cama y tomó entre sus manos la foto de Tzuyu, la abrazó y cerró sus ojos. No iba a llorar esa noche, no, no lo haría.

[ .... ]

Besos y besos llenaban su rostro, sonrió y abrió sus ojos encontrándose a su taiwanesa.

—Buenos días, princesa. Te hice el desayuno —Y ahí estaba esa sonrisa que tanto amaba.

Desayunaron juntas, Tzuyu le platicaba sus típicas historias, ella sólo sonreía, sonreía al ver lo viva que se veía el amor de su vida.

—Tzuyu... -La interrumpió y aquella la miró—. Te amo.

—Te amo —Y la besó, la besó como sólo aquella podía hacerlo, haciéndola sentir en las nubes.

Estaban en el patio trasero, Tzuyu abrazaba a Sana y esta se aferraba completamente a su cuerpo.

—Tzuyu... estoy lista —Susurró y se separó para mirar a su contraria.

—¿Estás segura? —Preguntó mientras acariciaba la mejilla de su amada-. No quiero apresurarte.

—Han pasado tantos años, créeme que ahora lo estoy —La abrazó fuerte de nuevo—. Esta vez no te dejaré sola nunca.

—Te amo, Sana.

—Te amo, Tzuyu.

Y por fin, después de tanto, cumplió con su promesa, quedarse con su amada para siempre.

Se sintió viva de nuevo, se sintió tan feliz, era feliz muy feliz.

Despertó en su sueño pero no en la realidad y jamás lo haría, no ahora que estaba con Tzuyu, el amor de su vida.

♡ I love you | SATZU | OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora