Mi despertar, mis memorias y nuestro amor.

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Hace un par de meses que desperté de mi letargo. Aún no entiendo del todo mi cometido en este mundo, sólo sé que ella, la princesa de lo que antes era el reino de Hyrule, espera por mí para ayudarla.

He recuperado el control de las Bestias Divinas, gracias a la ayuda de Sidon, Yunobo, Teba y Riju... ahora encargados de velar por sus regiones. También he conseguido fragmentos de mi memoria, y sé quiénes eran mis compañeros. Pero... me siento vacío... Tengo un artefacto en mi poder que me guía, y ha sido el responsable de que ahora pueda saber quién soy, quién fui y lo que ocurrió antes y durante mi descanso.

Recuperé la Espada Maestra, capaz de destruir el Mal que acecha... y, junto a esta, mi última memoria, una memoria en la que ella y sólo ella era la protagonista. Según pude ver, tiene un mensaje que darme, pero se me acaba el tiempo. Han pasado 100 años y sigue luchando, sola. No puedo ni imaginarme todo el dolor que debe de estar sintiendo ahora mismo... Estará a punto de desfallecer, y debo hacer algo. Sin embargo, dos pruebas se presentan ante mí, y hacen de mi travesía algo eterno... Me duele sobremanera hacerla esperar durante tanto, pero si quiero hacerme más fuerte y saber lo que pasó desde el inicio, debo entretenerme algo más de lo esperado.

Aguanta, princesa, haré lo que sea para recordarte.

***

Después de mucho esfuerzo, he conseguido el verdadero poder de la Espada Maestra. Ahora no hay nada ni nadie que pueda pararme. También, acabé de comprender cómo se inició todo esto... No fue sólo por la Princesa, ella en verdad nos necesitaba. No era fría por placer, simplemente tenía miedo de ella misma y de su futuro. Tenía miedo de fallarnos. Pero diré algo, nunca lo hizo. Se mantuvo fuerte en todo momento, incluso cuando huíamos de los guardianes aquel día de lluvia... Simplemente ella no aguantaba más, tenía que soltar todo lo que había dentro... todos sus sentimientos y temores... En ese momento lo entendí, entendí que no debería separarme de ella nunca, que me necesitaba más que a nadie en este mundo, pues fui el único en de verdad entenderla, aconsejarla y velar por su seguridad hasta el final.

***

Cada vez estoy más cerca de mi último enfrentamiento. Estoy más cerca de salvarla... Zelda, aguanta un poco más...

Ella vela por mí, al igual que yo lo hacía... No deja que desfallezca, y yo tampoco lo haré.

Entré en el castillo de Hyrule por el embarcadero. Tuve un pequeño enfrentamiento con unos Lizalfos, y conseguí hallar un Santuario Ancestral. Cada vez que salía al exterior tenía que tener cuidado de que los guardianes voladores no me pillaran. Son realmente pesados... Y pensar que una vez llegaron a ayudarnos...

He mejorado mi técnica devolviendo los potentes rayos de los guardianes. Ya no le temo a nada, hace tiempo que me volví inmune a casi cualquier bicho. Estoy preparado para acabar con esto de una vez por todas. No dejaré que Zelda siga sufriendo.

Link... Link... Has venido... por fin...

La oigo llamarme... esa voz que tanto me calma cada vez que algo va mal... Esa voz que antaño me llegó a gritar para luego decirme cómo se sentía realmente... Esa voz de una niña asustadiza que tan sólo quiere sentirse útil...

No desfallezcas... Aguantaré hasta el final...

Apreté mis puños y miré hacia la torre de donde salía su luz. No lo haré, no me rendiré estando tan cerca del final. Me necesitas, Hyrule nos necesita.

***

El ascenso fue algo difícil, pero allí me encontraba, en el Bastión Central, viendo moverse a esa masa negra y roja... esa que había causado tanto daño... Esa que me arrebató la vida, y a mi amada princesa.

Link... perdóname... No puedo... contenerlo por más tiempo...

Miré aquel capullo viscoso, del que salió un potente rayo que rompió el suelo e hizo que cayera a lo más profundo del castillo. La batalla iba a dar comienzo, pero no estaría solo. Las almas de mis compañeros, las Bestias Divinas y la princesa estaban conmigo. He de vencer, por ellos y por el bien del reino.

Bajé volando con mi paravela para verle, Ganon... El Cataclismo tan temido... estaba frente a mí... Aterricé justo en frente de él y se giró para mirarme. Desenfundé mi espada y saqué mi escudo. En ese momento, sentí la energía de las Bestias Divinas, al igual que las almas de Mipha, Daruk, Revali y Urbosa a mi lado... Pero había una que destacaba sobre las demás, la de la princesa Zelda. Todos ellos estaban ahí para darme fuerzas, y no los decepcionaría.

Lograron herir bastante a Ganon. Ahora era mi turno. Hora de tomar mi venganza por lo que esta bestia hizo hace 100 años... Hora de recuperar el tiempo perdido. Me batí con él en una ardua y dolorosa pelea, de la que yo salí vencedor. Mas algo me decía que no había terminado.

Fui transportado a las afueras del castillo por una luz. Ahora me encontraba junto a mi fiel yegua Epona, en lo que parecería ser una batalla a caballo. Me subí a ella, oyendo a Zelda. Me explicaba la forma que adoptaría ahora mi enemigo: La Encarnación del Odio y del Mal... la Bestia de las Tinieblas. Me confió el Arco de Luz, capaz de dañar la Maldad que cubría el cuerpo de Ganon.

Sin vacilar me dirigí hacia este, escuchando atentamente cada palabra que mi princesa me decía, no dejándome llevar por el pánico y con los nervios y la esperanza de volver a verla a flor de piel...

¡Intentaré despojarlo de la Maldad! ¡Fíjate en los puntos que brillan y dispara!

Y eso hice. Me posicioné de tal forma que pudiera ver cada punto que Zelda me señalaba con su poder, disparando a cada uno de ellos. Estuvimos así un buen tiempo, creando y disparando hasta que...

Lo despojaré de su aura... ¡Lo despojaré de su aura!

Podía notar la desesperación de Zelda... Estaba haciendo un gran trabajo... Me sentía muy orgulloso de ella, y tenía muchísimas ganas de abrazarla y aplaudir su esfuerzo. Sin embargo, no podía dejar que nada me distrajera. Se estaba debilitando y yo tenía que poner fin a esta bestia de una vez por todas para poder liberarla.

¡Link! ¡Fíjate en su cabeza! ¡En lo alto!

Al levantar mi mirada me di cuenta del gigantesco ojo que éste poseía.

¡No dudes! ¡Acaba con él, Link!

Y así hice. Salté de mi yegua para volar con mi paravela y asestarle una flecha de luz en aquel horripilante ojo. Cuando quise reaccionar Ganon había caído, y una luz salió de éste. Era ella... mi amada princesa... Miró a la bestia sin vacilación y, levantando una de sus manos, conjuró su poder sagrado y puso fin al Cataclismo...

Todo había vuelto a la normalidad. De espaldas a mí estaba ella... Lentamente me acerqué a ella, se giró para mirarme y, con una sonrisa en sus labios, me cuestionó...

- Dime, Link... ¿Me recuerdas?

No quise responder, en vez de eso me acerqué corriendo hasta ella y la abracé con fuerza. Por supuesto que te recuerdo...

- Recuerdo todo, princesa... Todo lo que hemos pasado juntos... Mis memorias han vuelto y con ellas la felicidad a tu rostro. Mas no digáis nada, sé de sobra lo que queríais que el Árbol Deku me comunicara... Lo he sabido con el pasar del tiempo... Mi corazón os pertenece, Zelda...

Su cara se tornó algo roja, soltó una pequeña risa y me dijo...

- El mío también, Link...

Cumplí mi promesa... Logré recordarte. Contigo soy feliz, y no dejaré que nada malo vuelva a pasarte. Y aunque el tiempo pase, siempre recordaré mi amor por ti.

Haré lo que sea para recordarte. (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora